MÉRIDA I <strong>Semana</strong> <strong>Santa</strong> <strong>2019</strong> INTERÉS TURÍSTICO INTERNACIONAL 82 Nuestra Señora <strong>de</strong>l Patrocinio. ©Salvador Heredia Cazorla.
INTERÉS TURÍSTICO INTERNACIONAL MÉRIDA I I <strong>Semana</strong> <strong>Santa</strong> <strong>2019</strong> COFRADÍAS Si Él no resucita, vana es nuestra Fe Hermandad <strong>de</strong> la Sagrada Cena y Nuestra Señora <strong>de</strong>l Patrocinio Pablo Burgos Mejías. Hermano Mayor Aquí estamos, con la Cruz <strong>de</strong> Guía <strong>de</strong> nuestra Hermandad a punto <strong>de</strong> enfilar las calles <strong>de</strong> la barriada <strong>de</strong> la Argentina y comenzar la <strong>Semana</strong> <strong>Santa</strong> <strong>de</strong> <strong>Mérida</strong>, la Bimilenaria y Romana ciudad. Pero este principio también es final, porque con la <strong>Semana</strong> <strong>Santa</strong> terminan las celebraciones cristianas que se iniciaron en la ya lejana Navidad, continuaron con el Miércoles <strong>de</strong> Ceniza y la necesaria Cuaresma alcanzando su culmen con el Domingo <strong>de</strong> Resurrección, porque si Él no resucita, vana es nuestra Fe. La Iglesia, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Miércoles <strong>de</strong> Ceniza, a lo largo <strong>de</strong> la Cuaresma, ha venido preparándose para el Triduo Pascual en el que cada año conmemora los misterios centrales <strong>de</strong> la fe. Y sólo con esos ojos <strong>de</strong> Fe y <strong>de</strong> Misterio se pue<strong>de</strong> alcanzar el gozo <strong>de</strong> este ciclo sagrado. Así lo han entendido las gentes sencillas y los artistas sublimes que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la escultura, pintura, música, literatura…dan realce para resaltar lo que se conmemoramos: la Pasión, Muerte y Resurrección <strong>de</strong> Jesucristo. Si <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la Sagrada Cena tuviéramos que elegir poesías para rezar, que es otra forma <strong>de</strong> orar, nos iríamos a buscar a Lope <strong>de</strong> Vega: «Pastor que con tus silbos amorosos/ me <strong>de</strong>spertaste <strong>de</strong>l profundo sueño; Tú que hiciste cayado <strong>de</strong> ese leño/ en que tien<strong>de</strong>s los brazos po<strong>de</strong>rosos…»; «No caes, Señor, que bajas a buscarme;/ tanta la culpa fue, tanta su hondura, que hubiste <strong>de</strong> besar la tierra impura/ por lograr <strong>de</strong> la tierra levantarme»; o, en fin, «Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro,/ y la cándida víctima levanto,/ <strong>de</strong> mi atrevida indignidad me espanto/ y la piedad <strong>de</strong> vuestro pecho admiro». Y también el anónimo soneto «No me mueve, mi Dios, para quererte/ el cielo que me tienes prometido;/ ni me mueve el infierno tan temido/ para <strong>de</strong>jar por eso <strong>de</strong> ofen<strong>de</strong>rte»; o el <strong>de</strong> Rafael Sánchez Mazas: «Delante <strong>de</strong> la Cruz, los ojos míos/ qué<strong>de</strong>nseme, Señor, así mirando/ y, sin ellos quererlo, estén llorando/ porque pecaron mucho y están fríos». Leamos pues, recemos, entonces; recitemos sí para que no se oxi<strong>de</strong> nuestra alma. Supliquemos procesionando y musitando estos poemas <strong>de</strong> amor, bombeando sangre a nuestros corazones cristianos, porque la Verdad, la Bondad y la Belleza están en nuestros Pasos, en nuestras procesiones, en nuestras poesías y en nuestras almas. Y así seguirán por los siglos <strong>de</strong> los siglos, por las procesiones <strong>de</strong> las procesiones. Sagrada Cena. ©José Manuel Romero. 83