Revista Semana Santa de Mérida 2019

MÉRIDA I I Semana Santa 2019
ARTÍCULOS
PREGONES
Un costalero, necesita su complicidad, sentirse
protegido, arropado y querido.
A todos esos costaleros y portadores, así como al
resto de personas, desde nazarenos, a diputados
de orden, madrinas, etc, que igualmente juegan un
papel indispensable, en cada una de las estaciones de
penitencia, ahora llega vuestro turno.
Mérida se prepara para revivir la pasión de Cristo, en
una tarde de Domingo de Ramos, inundada de túnicas
de terciopelo rojo, palmas, y dulces miradas inocentes,
con la entrada de Jesús en Jerusalén, a lomos de su
burrita. Nos conmoverá, la desleal mirada de Judas, en
esa, la última cena con Jesús del Amor. Patrocinio, de lo
que estaba por venir.
Nos adentramos en una noche de Lunes Santo, de
recogimiento, de serenidad, de él…de Nuestro padre
Jesús de Medinaceli, de Injurias y de Rosarios.
Y un ángel del cielo se le apareció para confortarle,
mientras oraba en el huerto en la noche del Martes
Santo, antes de ser flagelado. Látigos manchados de
dolor, de sufrimiento, de Amargura….
Sujetando la cruz, nos guiará con su mano tendida, por
el camino de la humildad, ante su madre, con los ojos
inundados en lágrimas.
Iremos al encuentro del Miércoles Santo. Túnica
morada, rostro de nazareno, cargando con su cruz a
hombros, buscando ese último encuentro con su madre,
sumida en el más profundo Mayor Dolor.
Cruzará el puente romano, cargando con el peso de la
cruz, sólo ayudado por su cirineo, camino del calvario.
Hasta Tres Caídas, sufrirás, señor, con tu cuerpo
afligido, cansado, desfallecido, ante la mirada de tu
madre, clamando Misericordia
Madre de ojos verdes, implorando Esperanza hacia ti
INTERÉS TURÍSTICO INTERNACIONAL
padre, en la noche del jueves santo, ya en la Cruz, con
una mirada callada suplicando clemencia al cielo, cielo
cubierto de paz alumbrado por cirios morados, mientras
aguardas la prebenda del Cristo de los Remedios.
Noche de tormento al entregarte, a ti madre, los clavos
que te crucifican el alma, clavos extraídos del madero,
en el más profundo de los silencios.
Amanecer de Viernes, de Angustias, con la muerte
arrullada entre sus rodillas, angustias que recorren su
rostro de templanza, bañado en lágrimas de Esperanza.
Viernes Santo en la tarde, en la Ermita del Calvario,
donde la puerta de su iglesia, se abre poquito a poco.
Sale el Santo entierro y Mérida llora, con sentimiento y
piedad. Aparece la Señora, ante un silencio sepulcral.
La Virgen de los Dolores, detrás de su hijo va.
Caminas en la noche, envuelta en tu Soledad, con ese
dolor en tu rostro, sin dejar de suspirar. Tú eres el
camino, la senda de la verdad, la luz que nos ilumina, en
la negra oscuridad.
Y en la madrugada del Domingo, Ntra. Señora del
Mayor Dolor será testigo, junto a San Juan Bautista,
de la resurrección de su hijo. ¡Aleluya, Resucitó!, se
anunciará en la Basílica de Santa Eulalia, para celebrar
la noticia, anunciada con Esperanza.
Hoy estamos aquí, para rendir un homenaje a la figura
del “costalero”. Que mejor homenaje, que agradecer, a
todas esas personas, que generación, tras generación y
con esfuerzo, sacrificio, y un duro trabajo, han hecho de
este oficio, una tradición inmune al paso de los años.
Me gustaría aprovechar las últimas palabras de este
acto, para dar las gracias a todos los integrantes de la
Cofradía Ferroviaria.
Cofradía a la que siempre estaré agradecido por
ayudarme a crecer como cofrade y como persona.
Gracias a D. Francisco Gutiérrez, y a D.Jose Antonio
Calvo, y gracias igualmente, a esas personas con las
que tengo la suerte de poder compartir tantos y tantos
momentos, en especial a Manu, Jorge, Raúl, Álvaro,
Mateo, Alfonso, Manolo, Eva y Fausti. Gracias, porque
sin vosotros, este momento, no hubiese sido posible.
Y por supuesto, muchas gracias a D. Mario Hernández,
y a todos los que hoy me habéis acompañado en este
día tan importante para mí. Espero haber contribuido,
a que el oficio de costalero se siga haciendo grande, se
siga haciendo eterno.
HE DICHO.
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