Revista Semana Santa de Mérida 2019

INTERÉS TURÍSTICO INTERNACIONAL
MÉRIDA I Semana Santa 2019
ARTÍCULOS
LA MÉRIDA DE LOS BALCONES OLVIDADOS
Paco Vadillo
Si muero,
dejad el balcón abierto.
El niño come naranjas.
(Desde mi balcón lo ve o).
El segador siega el trigo.
(Desde mi balcón lo si e n t o).
¡Si muero,
dejad el balcón abierto!
Federico García Lorca
El balcón en nuestra Extremadura, y
en Mérida por ende, forma parte de
la cultura antropológica de nuestros
pueblos y ciudades. El balcón, que
con los años ha ido perdiendo esa
esencia que le caracteriza como
escaparate de nuestra casa y
nuestra manera de ser, es la carta de
presentación de lo más íntimo de cada
uno, nuestra morada. Y es que con
los años se ha disipado la creencia
de que la vida transcurre con las
puertas abiertas, con las macetas en
la acera junto a la casa y los balcones
relucientes mostrando lo mejor
de nosotros... Hoy nuestra vida la
vivimos de puertas adentro perdiendo
carácter integrador, dejando a un lado
ciertas intimidades y compartiendo
el día a día con el vecino de al lado.
Se pierde parte del espacio público y
nuestros balcones apagan la luz que
un día tuvieron.
Mérida goza de calles con balcones
singulares. Donde el enrejado en
algunos casos se fusiona con el
ladrillo o incluso la madera. Calles
como Sagasta y Romero Leal, el
entramado de la barriada de El
Calvario o algunas vías como San
Salvador o las calles del entorno de la
plaza Pizarro cuentan con un museo
callejero de balcones dignos de
cualquier postal costumbrista de los
años sesenta o setenta donde la vida
se abría paso a través de los balcones.
Por otra parte la fisionomía externa
de muchas casas y edificios cuentan
con balcones no tan bellos como
el que imaginariamente expresaba
Lorca en la poesía de inicio de este
artículo, pero que para su propietario
conservan la esencia de gran parte
de su vida y las personas con las que
ha compartido ese espacio, al final,
el balcón al que nos referimos es
un espacio íntimo abierto al mundo.
Bendita contradicción que hace de
este lugar algo diferente.
Y es que los balcones en las Semanas
Santas de nuestro país juegan un
papel fundamental, recuperan su
sentido original y aparecen decoradas
por sus propietarios como forma de
expresar y compartir lo que se vive
durante la semana de Pasión. Es
un retorno al origen de la creación
de este espacio arquitectónico.
Un simbolismo con nuestro propio
destino, en definitiva, un balcón de
nosotros mismos hacia el mundo.
Por ello fue una magnífica iniciativa
de la Cofradía de el Calvario convocar
el pasado año el primer concurso de
decoración de balcones. Porque de
esta forma animaba a sus vecinos
a expresar su fe, su apoyo a la
hermandad. A decorar y compartir
juntos exteriorizando la “pasión” que
vivimos estos días tantos cofrades. A
vestir la ciudad por la que transcurrirá
la pasión, muerte y resurrección de
Cristo. Volver a convertir nuestros
balcones en una parte más de cada
estación de penitencia.
Si en Sevilla se pagan hasta 7.000
euros por estar en un balcón de
La Campana, o 700 euros en
Granada o Córdoba...Eliminemos el
mercantilismo del uso del balcón, y
compartamos con las hermandades y
cofradías nuestra “ventana” al mundo
volviendo a vestir nuestro balcón
como seña de identidad de cada uno
de nosotros.
19