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El Reino de Istar

El mundo de Krynn es fuente de inagotables sorpresas, basten dos ejemplos: en uno de los siete cuentos incluidos en el presente volumen, un Kender se convierte en caballero de Solamnia (bueno, casi lo consigue). En otra narración, un ogro llega a ser salvador de la caza de los enanos, ¡vivir para ver! El libro se cierra con una novela corta de Margaret Weis y Tracy Hickman, «Hilos de seda», en la que se cuenta la suerte que corrieron los verdaderos clérigos y cómo Nuitari, guardiana de la magia negra, intenta frustar las ambiciones del hechicero Túnica Negra, conocido como Fistandantilus. Contiene los relatos: Seis cantos por el Templo de Istar, de Michael Williams. Los matices de la fe, de Richard A. Knaak. Estofado de Kender, de Nick O’Donohe. El deseo del goblin, de Nick O’Donohoe. Las tres vidas de Horgan Embaucabueyes, de Douglas Niles. Llenando espacios vacíos, de Nancy Varian Berberick. Día libre, de Dan Parkinson. Hilos de seda, de Margaret Weis y Tracy Hickman.

El mundo de Krynn es fuente de inagotables sorpresas, basten dos
ejemplos: en uno de los siete cuentos incluidos en el presente volumen, un
Kender se convierte en caballero de Solamnia (bueno, casi lo consigue). En
otra narración, un ogro llega a ser salvador de la caza de los enanos, ¡vivir
para ver! El libro se cierra con una novela corta de Margaret Weis y Tracy
Hickman, «Hilos de seda», en la que se cuenta la suerte que corrieron los
verdaderos clérigos y cómo Nuitari, guardiana de la magia negra, intenta
frustar las ambiciones del hechicero Túnica Negra, conocido como
Fistandantilus.
Contiene los relatos:
Seis cantos por el Templo de Istar, de Michael Williams.
Los matices de la fe, de Richard A. Knaak.
Estofado de Kender, de Nick O’Donohe.
El deseo del goblin, de Nick O’Donohoe.
Las tres vidas de Horgan Embaucabueyes, de Douglas Niles.
Llenando espacios vacíos, de Nancy Varian Berberick.
Día libre, de Dan Parkinson.
Hilos de seda, de Margaret Weis y Tracy Hickman.

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partió llevando consigo más oro <strong>de</strong>l que y o había imaginado que tuviera; nos<br />

emborrachó, a mí y a todos los que estábamos en el Ciervo Saltarín hasta el punto<br />

<strong>de</strong> que olvidamos dón<strong>de</strong> nos encontrábamos —o quiénes éramos— y se<br />

escabulló por la puerta trasera.<br />

Abandonó <strong>Istar</strong> sin mí y sin <strong>de</strong>cirme una palabra <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedida.<br />

» Ah, sí. Robó en un pequeño santuario <strong>de</strong> Mishakal cuando salía <strong>de</strong> la ciudad,<br />

a fin <strong>de</strong> disponer <strong>de</strong> algo <strong>de</strong> dinero para el viaje; sin duda andaba algo corto<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su estratagema en el Ciervo Saltarín. <strong>El</strong> clérigo <strong>de</strong>l santuario presentó<br />

resistencia, y murió a la mañana siguiente a causa <strong>de</strong> las heridas sufridas. De<br />

este modo, la recompensa por Toukere Golpe <strong>de</strong> Martillo era may or que la<br />

pagada por cualquier enano medio: cien piezas <strong>de</strong> oro, sesenta por herejía y<br />

cuarenta por asesinato.<br />

Esto ocurrió hace años. Des<strong>de</strong> entonces, he oído rumores <strong>de</strong> que alguien en la<br />

calzada a Xak Tsaroth había reclamado por fin el pago <strong>de</strong> la recompensa por<br />

Touk. Superé la marcha <strong>de</strong> mi socio y casi conseguí <strong>de</strong>l todo no echarlo <strong>de</strong><br />

menos, pero perdí el gusto por la cerveza y me acostumbré a tomar vino. La<br />

cerveza no sabía igual <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que Touk se marchara.<br />

Así pues, al final <strong>de</strong> aquel largo y caluroso día <strong>de</strong> verano, con la dorada luz<br />

<strong>de</strong>l crepúsculo bañando los adoquines <strong>de</strong>l callejón <strong>de</strong>l Pordiosero y el aire<br />

vibrante <strong>de</strong> himnos, no le di una patada al minotauro. Actúe <strong>de</strong>l mismo modo que<br />

Toukere y y o solíamos: tiré <strong>de</strong> la ca<strong>de</strong>na e hice que mi prisionero se pusiera en<br />

marcha otra vez.<br />

Lo conduje callejón a<strong>de</strong>lante hasta las amplias avenidas don<strong>de</strong> los ricos y<br />

po<strong>de</strong>rosos vivían. Las altas y hermosas torres <strong>de</strong> <strong>Istar</strong> se alzaban relucientes a<br />

nuestro alre<strong>de</strong>dor, Llevé al minotauro por una ancha calle flanqueada por<br />

árboles, don<strong>de</strong> los macizos <strong>de</strong> flores formaban fragantes y exuberantes<br />

medianerías, y los colibríes revoloteaban en el aire como joy as vivientes. La<br />

calle conducía al templo <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l sagrado edificio se encontraba la prisión.<br />

La gente que iba a rezar se paraba para vitorear a nuestro paso y, en un<br />

exceso <strong>de</strong> fervor, un joven, vestido con brocados cortados al dictado <strong>de</strong> la moda<br />

para imitar atavíos <strong>de</strong> caza, recogió un puñado <strong>de</strong> lo que mi caballo había <strong>de</strong>jado<br />

caer en los adoquines y se lo arrojó al hereje.<br />

Pero <strong>de</strong>spués el audaz petimetre no supo qué hacer con la porquería que tenía<br />

en las manos. Me estuve riendo todo el camino hasta la prisión, y seguía<br />

riéndome cuando entregué el minotauro a los guardias y fui a la oficina <strong>de</strong>l<br />

encargado <strong>de</strong> los pagos para cobrar mi oro. <strong>El</strong> <strong>de</strong>spacho era un sitio pequeño, un<br />

reducido cobertizo <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra adosado a la parte posterior <strong>de</strong> la prisión, don<strong>de</strong> el<br />

príncipe <strong>de</strong> los Sacerdotes no pudiese verlo. No le incomodaba que sus clérigos y<br />

escribanos pagaran recompensas por los herejes. Pero no quería verlo.<br />

Las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la oficina estaban repletas <strong>de</strong> los habituales anuncios <strong>de</strong> que se<br />

pagarían recompensas por aquellos que sirvieran a los dioses <strong>de</strong> la Neutralidad y

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