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Revista 184 en web

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ECONOMIA

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el repentino congelamiento de la actividad y

consecuentemente del flujo de ingresos.

Con posterioridad, el foco se ha redirigido a

tres áreas: 1. revisar la estructura de costos;

2. mejorar las prácticas de planificación y

manejo de escenarios y 3. repensar el retorno

a la actividad en el marco de la nueva

normalidad.

En la primer área las decisiones giran en

torno a una alocación más dinámica de

recursos

En términos de planificación y manejo de

escenarios la lección aprendida es que, en

general, las herramientas disponibles no

eran lo suficientemente flexibles y veloces

para dar las respuestas necesarias. Esto en

un contexto donde suele existir un desafío

cultural para que toda la organización asuma

un compromiso con el cumplimiento de

los planes y con cuestionarse la necesidad

de los gastos o inversiones, más allá de

contar con presupuesto disponible.

En la tercer área, el foco es conciliar el regreso

a la actividad aplicando responsablemente

las medidas sanitarias pero sin dañar

o limitar significativamente el negocio.

En un contexto que incluirá una mayor

proporción de trabajo remoto y una menor

necesidad de espacio físico en las oficinas,

el desafío será valerse de la innovación para

definir nuevos modelos operativos que sean

eficaces. Un estudio de la firma estadounidense

IDC (International Data Corporation),

especializada en investigación y servicios

para la industria de las tecnologías de la

información y telecomunicaciones, revela

que las ineficiencias en los procesos resultan

en pérdidas de entre 20% y 30% de los

ingresos anuales.

Tanto la minería de procesos como la automatización

son también en esta área aliados

claves. Así por ejemplo las organizaciones

están recurriendo a la minería de procesos

para conocer cómo funcionan realmente

sus procesos, en base a la huella digital que

dejan los mismos en sus sistemas actuales.

Mediante esta técnica se optimizan los

procesos de manera objetiva, se cuantifican

los efectos de los cambios y se identifican y

priorizan las oportunidades de automatización

procurando mejorar la performance sin

desmerecer los aspectos de cumplimiento.

3. Capital humano: adaptación y agilidad

La nueva normalidad seguramente implique

el mantenimiento de un mundo más volátil,

incierto, complejo y ambiguo (“VUCA

World”) que ha surgido en forma abrupta a

partir de la pandemia. Por otra parte el aislamiento

requerido generó en muchos casos

un alejamiento físico de las personas de sus

familias, de sus equipos de trabajo y de sus

amistades que obviamente tuvo un impacto

en sus emociones y estados de ánimo.

En este contexto surgieron importantes

desafíos para las empresas, a saber: 1.cómo

lograr que el trabajo a distancia sea eficaz;

2.cómo mantener la motivación y el compromiso

de los equipos de trabajo, 3. cómo

mantener sanos los vínculos laborales de

manera virtual; 4. cómo lograr escuchar

adecuadamente a las personas a fin de conocer

cómo se estaban adaptando al nuevo

contexto.

Las empresas se encuentran lógicamente

interesadas en saber hoy cómo se siente su

gente, a nivel personal y en relación a su

trabajo dado que el capital humano sigue

siendo la base del éxito de la mayor parte de

las organizaciones. Por otra parte COVID

19 nos ha hecho ver con claridad que muy

posiblemente en el futuro pueda existir

algún otro factor no previsto que vuelva a

operar como desencadenante de cambiossignificativos.

Ante esta nueva normalidad, toma especial

relevancia, por un lado, analizar el clima

organizacional de la empresa y por otro,

el poder identificar las necesidades de

capacitación, y las habilidades (técnicas y

personales) que requerirán los equipos de

trabajo. Entre éstas ultimas y a modo de

ejemplo, emergen la resiliencia y la capacidad

de adaptación como dos competencias

claves.

Adicionalmente la pandemia ha ratificado

que para gestionar adecuadamente cualquier

cambio importante en la interna de

una organización, la comunicaciónfluida

es imprescindible y de no contarse con una

estrategia adecuada al respecto es necesario

establecerla.

4. Lo jurídico al servicio de la nueva

normalidad

A nivel jurídico también COVID 19 ha planteado

desafíos importantes para algunas

empresas. Por ejemplo los vinculados al

cumplimiento de compromisos contractuales

que se tornaron imposibles de cumplir.

En general en estos casos un evento de estas

características no estaba incluido como

una causa que por sí misma constituyera

un caso de fuerza mayor que permitiera la

suspensión automática de las obligaciones.

En no pocos casos, empresas con contratos

de ejecución continuada no pudieron esgrimir

la pandemia como un hecho que por sí

solo habilitara su suspensión, incurriendo

en incumplimientos contractuales con

altos costos por daños y perjuicios u otras

penalidades.

Otro aspecto que la pandemia puso a

consideración fueron los temas asociados a

la protección de los créditos en su relación

directa con el mantenimiento de un flujo

de caja sano. Seguramente en el futuro se

revisarán los métodos de toma de decisiones

relacionados con el otorgamiento de

créditos y su eventual recuperabilidad en

situaciones de “stress”. Será clave en este

tema el diseño de protocolos a seguir por el

personal administrativo, así como instrumentos

jurídicos adecuados que contribuyan

a cuidar la cadena de pagos.

Seguramente también asistiremos en el

futuro a cambios en las organizaciones a

nivel más macro, con el propósito de simplificar

las estructuras a través de procesos

de fusión o escisión de unidades de negocio,

apuntando a una mayor eficiencia de las

operaciones; así como al diseño de nuevos

reglamentos y contratos de trabajo modernos

y ajustados a las nuevas modalidades

de trabajo que COVID 19 ha impulsado

(teletrabajo, jornadas flexibles, etc).

En conclusión:

COVID 19 ha originado una disrupción no

prevista, ni imaginada dentro de un escenario

de disrupción global ya en curso. Nos

ha puesto de manifiesto con crudeza que la

volatilidad, la incertidumbre y la complejidad

son más que nunca, características del

mundo actual en el cual deberán navegar

los negocios y las empresas. Ante esto, la

resiliencia, la capacidad de adaptación y

la agilidad para abordar los cambios y “recalcular”

a tiempo, serán factores claves de

éxito a nivel organizacional y personal.

Seguramente esta nueva normalidad requiera

avanzar significativamente en la transformación

digital, mayor atención en los temas

de “ciberseguridad”, una amplia revisión

de los costos operativos, una mejora en

las prácticas de planificación y manejo de

escenarios, un buen diagnóstico de las habilidades

y necesidades de capacitación de la

fuerza laboral, un análisis apropiado de los

aspectos jurídicos emergentes de la pandemia

y una redefinición de las estrategias de

comunicación, entre otros aspectos.

Sin dramatizar ni entrar en pánico (“siempre

que llovió, paró”) es bueno tenerlo claro

para actuar con prudencia y determinación.

Seguramente, como siempre, y más allá de

los aspectos puntuales que hemos comentado,

lo más difícil sea lograr anticipar el

rumbo correcto de cada negocio y luego,

lograr atravesar con éxito el “pantano” de la

ejecución. Al fin de cuentas estos dos aspectos

suelen definir la calidad de un liderazgo.

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