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Revista 184 en web

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EDITORIAL

Apasionamiento

que no es circunstancial...

Si hace 30 años (desde que nació APPCU), venimos observando la conducta de los promotores,

cómo accionan, cómo reaccionan, cómo reflejan sus emociones, problemas, soluciones, una vida

intensa en lo laboral y de tremenda responsabilidad, entenderán que el título del editorial no es

antojadizo.

Y no lo es entonces, porque conozco el paño, dentro de las limitaciones personales que también

puedo tener para captar la realidad.

Decían otrora, un poco en son de chanza y otro poco con seriedad, que la gremial parecía “un club

de ciegos...”, están todos juntos pero no se pueden ver.

Disiento con la metáfora en forma radical. Muy por el contrario y va dicho en términos generales,

reina un clima de solidaridad y concordia, de sugerencias recíprocas, de consejos bien inspirados y

de abroquelarse porque en definitiva todos persiguen objetivos que son comunes.

El promotor privado, invierte e invierte mucho en un proyecto inmobiliario, muchas veces su estudio

diseña el citado proyecto y las más de las veces, lo construye. Vaya trámite que empieza un día

X en la cabeza del promotor y culmina el proceso después de 3, 4 y hasta 5 años, cuando vendidas

las unidades, se le da de baja a la sociedad anónima responsable del proyecto.

En el ínterin, el dólar subió, el dólar bajó, los obreros hicieron una refriega, la tecnología se incrementó,

llovió demasiado un mes, hay huelgas, hay fricciones y el etcétera es interminable. Verbigracia:

no se está fabricando una camisa y lejos de denostar a los fabricantes de esta prenda de

vestir. Pero la camisa se confeccionó y santas pascuas.

Se entiende?

El promotor asume muchos riesgos que se van licuando en un proceso bastante largo y además

un aspecto por demás significativo: la seguridad humana de la gente siempre es un riesgo latente

desde la campana de entrada hasta que el sol comienza a decaer en su fuerza.

Vaya que APPCU y sus asociados han hecho un culto del tema de marras. Desde el año 1993 estamos

trabajando en el mismo, entendiendo que la prioridad en las obras es la seguridad del obrero

y profesionales que en las mismas trabajan. Hasta el día de la fecha (ahora mermado por la pandemia),

hemos hecho cursos, seminarios, tareas de inducción, concientizando a la gente sobre el tema

que nos ocupa y no cejaremos en nuestra tarea.

Además y es de Perogrullo, para que un obrero sea productivo debe sentirse seguro. Debe sentir

que hay un capataz y encima del mismo, algún profesional arquitecto o ingeniero o el promotor

empresario que cumple un rol activo en la seguridad.

Menuda responsabilidad de un promotor, consciente de que decenas de obreros están en el trajín

de la obra y que es determinante la marcada atención en la tarea para que no sucedan desgracias

que lamentar. El teléfono celular de los obreros... no ayuda nada en esa vigilia mental recién mencionada...

Hoy fruto de ese apasionamiento, se invierte, se demanda trabajo y obviamente se busca

generar utilidades. ¿Pero, Uds. saben la cantidad de promotores que podrían hacer un paréntesis

en su tarea, producto de una vida de trabajo y de ahorro y de inversiones realizadas, y que hasta

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