BDI-International Magazine WInter 2021

una necesidad de caminar. Tenga en
cuenta que este escenario, comúnmente,
se genera en unas pocas semanas. Hay
mucho desacuerdo entre los científicos
sobre el tiempo que se necesita para
romper o constituir un hábito. Sin
embargo, la línea más importante
supone que generalmente se tarda 66
días, tal y como se recoge en estudios
recientes del University College de
Londres, en Inglaterra. La conclusión
de esto es que el tiempo que estuvimos
encerrados en nuestras casas durante la
pandemia fue más que suficiente para
que muchos de nuestros viejos hábitos
fueran interrumpidos y posiblemente
sustituidos por otros, que evidentemente
tienen más en común con la rutina que
vivimos durante la crisis sanitaria. Pero
ahora el juego tiene todo para cambiar
de nuevo, en muchos ámbitos de nuestra
vida.
Trabajo
Lo primero en lo que piensan muchos
adultos es en el trabajo. Al fin y al cabo,
dos son los escenarios más comunes
en este sentido: o bien has perdido
tu trabajo y has tenido que crear otra
fuente de ingresos, o bien tu empresa
ha determinado que trabajes desde casa,
conectado a Internet. Pero ha llegado el
momento de volver. Esto significa que
muy pronto (tal vez, en tu caso, ya esté
ocurriendo), habrá que volver a poner el
despertador, ya no se podrá desayunar
en familia, se pasarán horas en el tráfico
y habrá que volver a comer fuera o al
restaurante popular cercano al lugar
de trabajo. Y no se queda ahí. Nada de
escribir ese informe mientras escuchas
música o te tomas un descanso para
ver un poco el partido de tu equipo del
corazón. Por no hablar, claro, de esa hora
de comida que se había convertido en dos
o, quién sabe, incluso más. Finalmente,
el jefe volvió a sentarse frente a ti. Pero
eso no es el fin del mundo. Los efectos
de la vida intensiva en casa y lo que el
aislamiento social ha provocado tienen
graves consecuencias en nuestra salud
mental, y quizás tener una rutina más
cercana a la de antes podría ser justo lo
que necesitas.
“A la gente le pilló por sorpresa y de repente
tuvo que cambiar su forma de vida cara a
cara, de charlas, reuniones y abrazos, por
una pantalla que puede incluso aportar
diversión, pero que también impone una
forma diferente de trabajar, en la que a
menudo te pueden interrumpir y que no
delimita claramente lo que es el trabajo,
la escuela o la casa y esto afecta a la
salud mental. A esto se suma el miedo a
lo desconocido, al enemigo que amenaza,
pero que nadie ve”, observa Terezinha
Joca, coordinadora del Programa de
Apoyo Psicopedagógico (PAP) de la
Universidad de Fortaleza.
Sin embargo, hay que saber qué hacer y,
sobre todo, cómo hacer esta transición.
El aspecto principal es el psicológico. Al
fin y al cabo, Brasil —según datos del
propio gobierno federal — tenía cerca
del 11,6% de la población en paro en
marzo de este año, lo que nos da el tono
del problema. Por eso, es importante
apostar por uno mismo y prepararse
para lo que viene. Y, según Karol Mota,
coordinadora del Centro de Carreras de
la Universidad de Fortaleza, el secreto
está en las habilidades interpersonales,
popularmente llamadas soft skills.
“Ellas (las habilidades interpersonales),
de las que tanto se habla, serán las
grandes protagonistas también en
la vida profesional. Muchos de los
cambios que se han producido en la
actualidad porque era la única solución
posible, como el desplazamiento diario
al lugar de trabajo, por ejemplo, ya no
tienen sentido. ¿Imagina si este tipo
de cambio no viene acompañado de
madurez, autodisciplina, organización,
colaboración, empatía y sentido de
la responsabilidad colectiva? Es más
necesario que nunca que trabajemos
estas competencias actitudinales”.
Ahora, no solo será el trabajo el que
presente piedras en nuestro camino.
La vuelta al cole
Además de los cambios obvios que
incluyen tareas como llevar y/o recoger
al niño en la escuela, una vez más, es
necesario tener una profunda atención a
la salud mental, especialmente de estos
que, en poco tiempo de vida, tendrán
que resignificar muchas cosas. Según
una entrevista publicada por el periódico
Folha de Boa Vista, de Roraima, la
pedagoga y profesora Jussara Barbosa,
de la Universidad Estatal de Roraima, es
responsabilidad de los padres prepararse
y propiciar un tiempo y un espacio para
que sus hijos puedan hablar y expresar
sus emociones respecto a toda esta nueva
realidad. Al fin y al cabo, aunque vuelvan
a estar más cerca de sus compañeros,
habrá una serie de restricciones, como
la distancia, la imposibilidad de prestar
material didáctico, la imposibilidad de
compartir la merienda y, por supuesto,
nada de abrazos o juegos que requieran
algún tipo de contacto físico o cercanía.
Todo esto sin mencionar que los niños
tendrán que llevar máscaras en todo
momento, lo que no parece una misión
fácil de cumplir.
La profesional también menciona la
necesidad de ayudar al niño a dar
nuevos significados a las eventuales
tragedias vividas en la familia. También
se recomienda, según el caso, el apoyo
de un psicólogo infantil, que puede ser
determinante para una transición más
suave para el niño.
Vida social
Por último, pero no menos importante,
llega el momento en que por fin nos
sentimos un paso más cerca de poder
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