Testimonios Arrecife
Textos sedimentarios sobre la orquesta: entrevistas, manifiestos, autobiografías y otras informaciones, no siempre útiles.
Textos sedimentarios sobre la orquesta: entrevistas, manifiestos, autobiografías y otras informaciones, no siempre útiles.
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cayeron en sus manos, el caso es que me transmitió su admiración por ellos, y decidió organizar
una exposición de mi obra. Yo no me consideraba preparado para mostrarme al público, tenía
demasiadas dudas e inseguridades, pero el público terminó acogiendo bien mi propuesta. En
adición, desconfiaba tremendamente de lo que la escuela de música pudiera ofrecerme pues,
hasta la fecha, no habían sido más que situaciones incómodas.
En un tablón de opiniones la gente dejó mensajes de todo tipo y yo guardé aquello como un
tesoro. Anduve muy nervioso aquellos días y con el fin de no ilusionarme demasiado, de
protegerme, me mostré bastante cerrado y taciturno. Todo aquello me venía demasiado grande,
mi obra expuesta, mi biografía y nombre en fotocopias… era un verdadero impacto, pero
también, al mismo tiempo, la materialización de mi sueño. Así pues, pensaba algo así como ¿esto
es todo? Un poco decepcionado, al tiempo que vivía expectante las evoluciones de la exposición.
Me sentí muy agradecido con aquel profesor y cuando toda la vorágine pasó, creo que todavía
me sentí más. No lo supe expresar en su momento, por lo que he explicado, y al cabo de los años
volví al auditorio con el fin de agradecer a este hombre aquella oportunidad, me sentía en
deuda. No obstante, no conseguí localizarle.
Continué mis estudios con bastantes altibajos, preparando el acceso a Bellas Artes y
abandonando la música. Realmente acceder a aquella carrera significaba una vía material de
lograr mis aspiraciones, pero llevaba mucho tiempo desconfiando del sistema educativo.
Intentar acceder al conservatorio sin conseguirlo fue un duro golpe, el último de todos los que
la dichosa música me había asestado. Yo no quería ni oír hablar del piano y temía que Bellas
Artes fuera a convertirse en otra escuela de música, es decir, algo que en pos de instruirme me
alejara de mis pasiones.
P: Te matriculaste en Filosofía.
R: Mi año en Filosofía fue muy tormentoso. En aquella época había sido sometido a muchas
presiones. No solo pesaba mi frustrado acceso de terminar la carrera musical o los muchos
colegios de los que fui expulsado por mala conducta. Cuando conseguí el pase a la universidad,
me presenté a las pruebas de acceso de Bellas Artes, fracasando en mi primera tentativa. Había
muchísimos candidatos y el corte era muy difícil de superar. Hubiera abandonado todo, pero mi
padre me persuadió para que insistiera y, a fin de no perder el año, me aconsejó matricularme
en otra carrera. Yo elegí Filosofía porque era una materia que me interesaba, pero no tenía
mucha preparación y me había incorporado con el curso ya bastante avanzado. En suma, la
universidad no era, ni mucho menos, lo que esperaba.
La segunda vez que realicé la prueba de acceso a Bellas Artes conseguí el dichoso APTO. Sin
embargo, como contaba con una media pésima del bachillerato y selectividad, no había sitio
para mí en la facultad. En el momento de recibir aquella funesta noticia la funcionaria del
vicerrectorado me informó de la existencia de una facultad de Bellas Artes en Aranjuez. Aranjuez
estaba bastante lejos prácticamente de cualquier parte, en los confines de la Comunidad de
Madrid, nadie sabía que existía aquello, pero allí podría realizar mis estudios a pesar de que el
trayecto en transporte público me llevara cuatro horas de viaje todos los días. Yo estaba
dispuesto a hacer cuatro horas u ocho, en pos de cumplir mi sueño, faltaría más. Resulta curioso
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