TESTIMONIO8 • VARIEDADES • Lunes 26 de enero de 2009ROSITA SALAS, "LA ALONDRA PERUANA"Una imagen familiarEscribe: Cynthia Pimentel / Foto: Juan Carlos GuzmánPremiada con las Palmas Artísticas en el grado de Maestra por elMinisterio de Educación y el Kuntur de Oro por el INC, Rosita Salasrecuerda con cariño al gran José María Arguedas. Aquí su testimonio.1.Para conocer a José María Arguedas no hay queir muy lejos. Basta con visitar a Rosita Salas, allá ensu casa de la calle Santa Mercedes, de la urbanizaciónPalao, en el distrito de San Martín de Porres, enla margen izquierda no de un río sino de la PanamericanaNorte, trasuntar sus calles en las faldas de uncerro y tocar su puerta.Pasaron muchos años desde que a los cinco sumadre, doña Melchora, la trajo a Lima, en busca dedos hijos mayores que habían partido antes desdesu Concepción natal, para hacerse de un futuro enla capital. Los encontró integrando el elenco musicalHuayna Cápac, convertidos en voceros del Ande. Eldestino estaba trazado.Durante la semana estudiaba en un colegioreligioso y los domingos actuaba con su familia encoliseos interpretando el pentagrama de su terruño.Un día tuvo que cortarse el cabello a lo "garzón" porindicación de la superiora. Su mamá le alquiló un parde trenzas naturales porque concursaban esa nocheen la Pampa de Amancaes.Una se le cayó cuando jugaba. Asustada cantócasi llorando el huaino "Mi falda morada". El juradoatribuyó sus lágrimas a la sensibilidad interpretativa.¡Llora de sentimiento, qué maravilla! Ovacionóa la pequeña y todo el conjunto fue galardonado.Gratos recuerdos, nos dice sentadita a mi lado enla sala de danzas de su taller de folclor.2.Ninguna arruga surca su rostro. Ninguna amarguraquebró su voz. Pregunto por José María, puesnos dijeron que era ella su discípula predilecta. Laimaginamos con la cabecita blanca. Musicóloga talvez, con estudios en Londres. No. El autor de "Todaslas sangres" solía acudir los domingos a estosescenarios populares para solazarse.Se sentaba en la segunda hilera de la platea delColiseo Nacional, por ejemplo. Permanecía horasescuchando. De cuando en cuando, sugería algosobre la cadencia de la voz, sobre la indumentaria,los pasos. También participaba e interactuaba con losartistas. Era un hombre sencillo. Ella escuchaba y seatenía a la recomendación.Le gustaba la muliza "Falsía". "No te olvidesde cantarla", le pedía siempre. Por eso la interpretóel día del homenaje que se tributó al maestro en elCongreso de la República. Hoy, sábado, explica quees la menor de ocho hermanos. Al fallecer su padre,Inocente Salas, comienza el éxodo familiar precedidopor sus hermanos Víctor y Celinda. La madre les siguiócon los seis menores.Aún pequeña actúa con sus hermanas ysobrina en los teatros Francisco Pizarro, La Alameda,Balta, Luna Park, y en los coliseos Bolívarde la Victoria; El Inca, cerca de la Plaza de Acho;Lima, en Breña: "éramos como mensajeros quetraíamos el canto y la danza a Lima". Celinda grabaen un disco de 78 revoluciones "Caminito deHuancayo".Un domingo actuaron en tres coliseos. Lleno total.Ella se quedó dormida. Tuvieron que despertarla.Nacen luego el Coliseo Cerrado del Puente del Ejército,el Mundial..., "importantes para el artista andino,muy hermoso para recordar" Aparecen los camposdeportivos, las peñas. Actuó en el Crillón, el Sheraton,El Chalán, para el turismo.
ARGUEDASLunes 26 de enero de 2009 • VARIEDADES • 9LO TIENE MUYPRESENTE, PORQUEUNA NIÑA REGISTRALA VIDA CON PINTURAINDELEBLE. POR ESOATENDEMOS CUANDORECUERDA (A JOSÉ MARÍAARGUEDAS) QUE "QUERÍAA LOS ARTISTAS, VIBRABAAL ESCUCHARLOS, LEREMITÍA A SU MUNDO,SE EMOCIONABA". SUPRESENCIA LES ERAFAMILIAR.3.José María era director del departamento de folclorde la Casa de la Cultura. Asistía al Coliseo Nacionalpara ver a los artistas y no sólo asistía, conversaba,daba apoyo, enseñaba: hagan esto así, esto no,porque él era un hombre muy profundo, que queríamucho a la Sierra, especialmente al hombre andino,ahora de todas las sangres, dice.Lo tiene muy presente, porque una niña registrala vida con pintura indeleble. Por eso atendemoscuando recuerda que "quería a los artistas, vibraba alescucharlos, le remitía a su mundo, se emocionaba".Su presencia les era familiar. Asistía entre las 17 y las21 horas. "Llegué a escuchar su canto, pero no a cantarcon él ", confiesa triste.Cuando formaron un elenco conversaron conél sobre el vestuario. Se llamará Revista Folclórica"Perú", le dijeron. Todo está bonito, asintió, menos elnombre: sería mejor estampas, revista me suena afrivolidad, comentó. No se diga más. La conversaciónse entrecorta porque la añoranza la envuelve.En otra oportunidad, un italiano les invita aaprender impostación. Nadie les va a quitar la voz,pero tienen que trabajar duro, les explica. Le hacencaso y concurren a su estudio en el jirón de la UniónMaría Olivo, el Jilguero del Huascarán y Rosa. Él lesacompañaba al piano, durante los ensayos. Aún leestá agradecida.Ahora quiere escribir su historia. Cientos de fotografíasrespaldan el proyecto. Más adelante nos confiesaque también bordó. Su madre la acompañabaen sus viajes y en sus empresas. Mientras tanto continúasu labor de difusión como promotora de arte enun centro educativo, en su taller. Finalmente, canta.Yo hago llorar, advierte.