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Una guerra prolongada y degradada. Dimensiones y modalidades ...

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INFORME GENERAL Centro Nacional de Memoria Histórica<br />

Según el discurso de los actores armados, la violencia contra la población<br />

civil es siempre justificada. Esto se debe a que, para ellos, la población<br />

es señalada como una prolongación del enemigo (la llaman,<br />

entre otros, “bases sociales”, “auxiliadores”, “colaboradores”, “traidores”,<br />

“representantes” o “funcionarios”) o, incluso porque su victimización<br />

hace parte de los costos de la <strong>guerra</strong> o de los daños colaterales.<br />

Sin embargo, el ataque a la población civil difiere en su sistematicidad,<br />

sus dimensiones y en las <strong>modalidades</strong> de violencia empleadas por cada<br />

uno de los actores. Por ejemplo, que los paramilitares consideren a comunidades<br />

enteras como guerrilleros vestidos de civil se traduce en<br />

estigmatización, y a su vez, en una violencia más extendida y letal.<br />

El GMH ha observado que la violencia contra la población civil, antes<br />

que un daño colateral, ha sido un recurso empleado de manera premeditada<br />

por los actores armados. Cuando la población civil es contemplada<br />

como un apoyo determinante en el resultado final del conflicto, los actores<br />

armados usan la violencia para lograr la subordinación. Pero cuando<br />

la población civil es vista como una prolongación del enemigo, el objetivo<br />

de la violencia es el exterminio y la desestabilización. Entre uno y<br />

otro caso también es posible rastrear violencias asociadas a dinámicas<br />

particulares de la <strong>guerra</strong>, como los ciclos de represalias, el desenfreno<br />

y el oportunismo ante los resultados operativos, y la imposición de las<br />

acciones bélicas sin importar sus efectos. El GMH también ha encontrado<br />

que la intensidad y el tipo de violencia varían según el grado de<br />

competencia territorial que exista entre los actores armados y su anclaje<br />

social. En este sentido, es posible afirmar que el uso de una violencia<br />

masiva e indiscriminada o de una violencia selectiva recurrente obedece<br />

a valoraciones y cálculos estratégicos de los actores armados, según el<br />

grado de disputa o hegemonía territorial.<br />

El periodo de desafío al orden guerrillero por parte de los paramilitares,<br />

que comprende desde 1996 hasta el 2002, estuvo marcado por la competencia<br />

entre los actores armados, y en consecuencia, por una mayor<br />

intensidad de la violencia contra la población civil. En efecto, cuando<br />

hay control absoluto por parte de un actor armado, la violencia tiende<br />

a disminuir y a ser más selectiva. En el caso colombiano, los actores<br />

que carecen de control territorial tienden a recurrir a la violencia como<br />

forma de precipitar el cambio de lealtades para lograr imponerse. Este<br />

proceso se hace sobre la base de una ausencia de vínculos con la población<br />

civil. Por el contrario, el grupo armado que pierde el control del<br />

territorio tiende a hacer uso de la violencia en menor grado, con el fin<br />

de evitar la pérdida de apoyo que acarrea atacar a la población civil con<br />

la que ha forjado vínculos. 24<br />

Según las condiciones históricas de consolidación territorial de los actores<br />

armados, el GMH ha diferenciado dos tipos básicos de relación<br />

entre paramilitares o guerrilleros y la población civil. Estas diferencias<br />

han incidido en las magnitudes y características de la violencia ejercida<br />

sobre los civiles. De acuerdo con lo que se ha explicado respecto al asentamiento<br />

de la guerrilla y los paramilitares, puede observarse:<br />

1) Un anclaje originario o endógeno. Esta categoría describe, para el caso<br />

de la guerrilla, su constante presencia entre la población civil desde el<br />

momento en que ocupó por primera vez un territorio, generalmente periférico<br />

o marginal. También se refiere al surgimiento de movimientos<br />

guerrilleros en las comunidades como forma de organización propia.<br />

Ejemplos de esta clasificación son, por una parte, las zonas de colonización<br />

armada y las retaguardias estratégicas de las Fuerzas Armadas<br />

Revolucionarias de Colombia − FARC − en el suroriente de Colombia, 25<br />

y de otra, el proceso de constitución del movimiento guerrillero Quintín<br />

Lame en el suroccidente del país. 26<br />

En este tipo de anclaje la guerrilla asume funciones de regulación, por<br />

lo cual los niveles de violencia tienden a ser bajos, y los armados consiguen<br />

insertarse en el ordenamiento social emergente. No obstante,<br />

pese a la consolidación del dominio de los grupos ilegales, la población<br />

civil de estos territorios ha sido victimizada, especialmente en la se-<br />

24. Andrés Fernando Suárez, Identidades políticas y exterminio recíproco. Guerra y masacres<br />

en Urabá, 1991-2001 (Bogotá: La Carreta, 2006), 35-40.<br />

25. Especialmente los departamentos de Meta, Guaviare, Caquetá y Putumayo.<br />

26. En el departamento del Cauca.<br />

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