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Guía Ruta final Ed digital

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Un valle de Aysén hacia 1940. Se puede apreciar las consecuencias de los incendios<br />

forestales. (© Dominio común, tomada de internet)<br />

1. Colonización e incendios forestales<br />

En el pasado, grandes incendios forestales provocaron cambios<br />

significativos en los ecosistemas boscosos a lo largo de la región de<br />

Aysén y de los cuales existe poca información precisa (Holz y Veblen,<br />

2011). Los primeros incendios provocados se produjeron en las islas<br />

del archipiélago de Los Chonos para poder explotar y extraer el ciprés<br />

de las Guaitecas (Pilgerodendron uviferum) y posteriormente en zonas<br />

continentales a medida que la colonización fue adquiriendo mayor fuerza<br />

(Westhoff, 1867; Steffen, 1910; Pomar, 1923; Araya, 1998). Inicialmente<br />

los bosques se vieron afectados de manera localizada, debido<br />

al uso del “roce a fuego” por parte de los pobladores como técnica de<br />

despeje para establecer potreros. Pero a partir de 1937, fecha en que<br />

se entregaron tierras en forma oficial a los colonos con la condición<br />

de “limpiar” 120 hectáreas del predio, aumentó la presión del fuego<br />

sobre los bosques de Lenga (Nothofagus pumilio), Ñire (N. antartica),<br />

Coigüe (N. betuloides), entre otras. De este modo se generaron<br />

incendios forestales en distintos puntos de la región, cuya sumatoria<br />

en héctareas arrasadas se calcula en tres millones (Quintanilla, 2008),<br />

factor que cambió drásticamente la dinámica de los principales cauces<br />

(ríos) existentes en la región (Holz y Veblen, 2011; Bizama et al., 2011).<br />

Estudios recientes del investigador del CIEP Dr. Alex Fajardo señalan<br />

que los bosques de Nothofagus afectados por los incendios catastróficos<br />

sí se regeneraron, creando un bosque secundario o renoval (Fajardo<br />

& McIntire, 2010). Sin embargo, la magnitud de estos incendios<br />

fue tal que la regeneración sólo abarcó una mínima superficie del total<br />

quemado. Estas miles de hectáreas sin bosque, fueron con el tiempo<br />

ocupadas por praderas extensivas y posteriormente por plantaciones<br />

con especies exóticas de rápido crecimiento que, en conjunto, han formado<br />

el paisaje de la región en un mosaico de distintos usos del suelo<br />

(Fajardo & Gundale, 2015).<br />

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