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negro con la música de Darth<br />

Vader de fondo. Pero eso, concesivo<br />

lector, jamás ocurrirá. O por lo<br />

menos no nos daremos cuenta. En<br />

esa parafernalia de destrucción,<br />

una de mis películas favoritas del<br />

género es El día después de mañana<br />

(Ronald Emmerich, 2004). Dennis<br />

Quaid tiene que ir a buscar a su hijo<br />

(Jake Gyllenhaal) a Nueva York<br />

después de que una nueva era glacial<br />

ha devastado la Tierra. A orden<br />

expresa de su padre (reputado meteorólogo),<br />

Gyllenhaal y sus amigos<br />

se refugian en la biblioteca<br />

pública de Manhattan. Ahí deben<br />

mantenerse a la mayor temperatura<br />

posible. Para ello desempolvan una<br />

chimenea que no ha funcionado en<br />

un siglo y la prenden con libros.<br />

En una traslación inversa de Farenheit<br />

451, los libros en llamas<br />

salvan las vidas de los que se quedan<br />

en la biblioteca. Naturalmente<br />

está el esperado chiste sobre los<br />

impuestos (los primeros libros en<br />

quemarse son los del registro fiscal)<br />

y el detalle conservador: un hombre<br />

defiende con firmeza una prime<br />

ra edición de la Biblia.<br />

En realidad son tantas las bi bliotecas<br />

de cine que para terminar<br />

haré una selección aleatoria. En<br />

Con honores (Alek Keshishian, 1994),<br />

Joe Pesci es un indigente que vive<br />

en una biblioteca de Har vard y<br />

hace un trato con Brendan Fraser<br />

para regresarle su tesis de doctorado,<br />

que Pesci había en contrado<br />

en uno de los sótanos del edificio.<br />

Una nueva biblioteca de incunables<br />

se quema en El nombre de la rosa<br />

(Jean-Jacques Annaud, 1986). En<br />

Los ríos de color púrpura (Mathieu<br />

Kassovitz, 2000) un bibliotecario<br />

Los fantásticos libros voladores del señor Morris Lessmore.<br />

(beware) es asesinado en la biblioteca<br />

de la universidad de Guernon,<br />

en Francia. Otra biblioteca aparece<br />

en Indiana Jones y la última cruzada<br />

(Steven Spielberg, 1989), cuando<br />

el arqueólogo busca pistas en Venecia<br />

para encontrar el Santo Grial.<br />

El mismo Jones destruye en motocicleta<br />

una biblioteca uni versitaria<br />

en El reino de la calavera de<br />

cristal (Spielberg, 2008). Tom<br />

Hanks, en Ángeles y demonios (Ron<br />

Howard, 2009), casi muere as fixiado<br />

en la biblioteca del Vati ca no<br />

cuando un espíritu maligno (supongo,<br />

porque no está claro en la pe lícula<br />

y no estoy dispuesto a leer el<br />

libro) quita el oxígeno del lu gar, que<br />

está aislado. También Hanks visita<br />

una biblioteca en Filadelfia (Jonathan<br />

Demme, 1993) para preparar<br />

su defensa después de que ningún<br />

abogado quiere defenderlo por tener<br />

sida. El clásico de Wim Wenders,<br />

Las alas del deseo (1987) también<br />

tiene su biblioteca y los án geles cuidan<br />

a sus lectores. En casi to da la<br />

saga de Harry Potter se aprecia la biblioteca<br />

de Hog warts. Hasta el<br />

mis mísimo Billy Elliot (Stephen<br />

Daldry, 2000) se roba un libro de<br />

la biblioteca am bulante de Durham<br />

que está en un autobús. Creo,<br />

sin embargo, que to do el género de<br />

cine sobre bi bliotecas, podría sintetizarse<br />

en ese maravillo so corto,<br />

ganador de un Óscar, Los fantásticos<br />

libros vola dores del señor Morris<br />

Lessmore (Wi lliam Joyce y Brandon<br />

Oldenburg, 2011). En la casa de<br />

Less more la biblioteca es una forma<br />

de vida, un espacio bea tífico que<br />

va del confort de la sala a la salvación<br />

del qui rófano. Es él un<br />

personaje que transforma su co tidia<br />

nidad por los libros y sus to nalidades<br />

cromáticas se potencian por<br />

las bondades del acto lector.<br />

Entre libros que increpan, buscan<br />

y detonan cortos circuitos, está<br />

la esencia y la razón de ser de la lectura.<br />

Y en el cine y su imagen, la<br />

preeminencia del registro visual de<br />

la casa de los libros. Las bibliotecas<br />

del cine, como diría Quevedo de lo<br />

fugitivo, permanecerán hasta que<br />

haya ojos que las vean y las lean.<br />

cadelasierra@gmail.com<br />

40 EL BIBLIOTECARIO

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