Contenido

LECTURAS DEL BIBLIOTECARIO
de un lenguaje llano que exalta el habla popular
sin abandonar el tono poético, además de recrear
un ambiente rural cercano a ciertas formas de naturalismo
que lo vinculan, sin confundirlo, con la
obra del mejor Rulfo y el mejor Revueltas.
Como escribió Emmanuel Carballo 10 , “en
Benzulul sorprende su habilidad idiomática: emplea
un lenguaje que, en apariencia, es el que habla
determinado grupo indígena y que, en
realidad, sólo es real en sus cuentos. Posee el don
del idioma: con unas cuantas palabras caracteriza
a un personaje, crea una atmósfera, da vida a una
situación dramática. Sus imágenes y sus metáforas
no desmerecen ante las de Revueltas o las de
Rulfo, dos de nuestros grandes poetas en prosa. No
es efectista y estetizante como Rulfo, no es pesimista
como Revueltas: es un joven que ve con
amor y solidaridad los problemas humanos”.
Al poeta en prosa se le reconoce, por cierto,
desde el primero de los ocho cuentos que integran
Benzulul:
El río tá fresco siempre. Siempre canta. Siempre
camina. Mucho sabe el río. Pero no dice nada.
Por eso tá fresco. Es mejor no meterse en parcela
cercada. No cuenta lo que ve. Por eso tá fresco.
Por eso no muere nunca. Todo lo guarda en
10
Emmanuel Carballo, México en la Cultura, en Novedades,
México, núm. 617, 8 de enero, 1961.
el fondo. Cuando hay un ocurrido, lo convierte
en piedrita redonda y se lo guarda en el fondo.
Allí lo tiene y no lo dice. Por eso tá fresco. Las
piedrillas tán siempre guardadas y allí van creciendo.
Son huevos de montaña. Cuando es el
tiempo acabalado, se hacen piedrotas pa lavar
ropa o pa jimbarse de cabeza al río. Después
crecen más y se van a donde falte un cerro y el
río tá siempre fresco. Es mejor guardar lo que
se ve. No contarlo.
En éste como en otros muchos de sus textos,
Zepeda prefirió recrearse en una escritura de aparente
sencillez con la que ocultaba, hábilmente,
una estructura verbal compleja, sólo atribuible a
un literato de tan buen oficio y estilo personal como
el que lo distinguió. Si fue afecto a la brevedad
en las descripciones fue para enfatizar, acaso, el
tono coloquial de sus historias, como corresponde
a los dos géneros que con mayor fortuna cultivó.
“El cuento debe ser redondo; casi siempre sale de
un solo golpe, y en eso se parece mucho al poema.
Creo que el cuento es el pariente más cercano del
poema: los dos son redondos y no tienen tiempo
que perder 11 ”.
Al emplear el recurso del habla cotidiana en su
forma más coloquial, el escritor abreva de la tradi-
11
“Cuánto cuenta un cuento”, en Boletín UIA, núm. 149, marzo-abril,
1985.
5