El Aguila Magazine – March 16, 2016

El Aguila Marzo/March 17 - Abril/April 12, 2016 PRIMER PLANO/FRONT PAGE
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Por Alfredo Estrada
El presidente Obama quiere ser el
primer presidente en visitar La
Habana desde Calvin Coolidge
en 1928, y planea ir el 21 de marzo, un
día después de que los Rolling Stones
se presenten allí.
Pero el hombre que quiere hacer historia
por ir a Cuba necesita una lección de
la historia de Cuba.
La apertura a Cuba hace más de un año
fue sacada de una novela de Graham
Greene, con reuniones muy secretas,
espías y personajes oscuros, y aun con
la intervención divina por el Vaticano.
Lo acepté al igual que muchos cubanoamericanos.
Las relaciones entre mis
dos países han permanecido congeladas
desde la Guerra Fría, y debió haberse
descongelado desde hace mucho
tiempo.
El planteamiento inicial de Obama fue
sagaz. Acordó eliminar a Cuba de la
lista de terroristas y abrir una embajada.
Sin embargo, estos cambios fueron
más simbólicos que sustantivos. Cuba
no puede permitirse el lujo de proporcionar
hojas de pacientes en hospitales
estatales, mucho menos terroristas de
fondos, y en la Sección de Intereses de
EE.UU. era una embajada en todo menos
en nombre. Concesiones reales, tales
como el levantamiento del embargo,
vendrían sólo si Cuba abría su sociedad
represiva, que permanece atascada en
la era soviética.
Obama luego colgaba una deliciosa zanahoria
para los hermanos geriátricos
Castro, ofreciendo visitar la isla si se
lograban avances en materia de derechos
humanos.
Sin embargo, lo contrario es cierto. De
hecho, según lo informado por el diario
The Washington Post, en 2015 se
registraron más de 8.616 detenciones
políticas documentadas en Cuba, en
comparación con 2.074 detenciones en
2010 y 4.123 en 2011. Christian Solidarity
Worldwide documentó 2.300
violaciones de la libertad religiosa en
comparación con 220 en 2014. los Castro
había liberado a 53 prisioneros políticos
como un gesto de diciembre de
2014, pero la mayoría de ellos han sido
detenidos de nuevo, y cinco han sido
condenados a penas de prisión a largo
plazo. Y Cuba aún tiene que permitir
una visita del Comité Internacional
de la Cruz Roja o de los monstruos de
los derechos humanos de las Naciones
Unidas, como lo había prometido.
Además, los cubanos están abandonando
la isla en cifras récord, a menudo
a través de México. Temen que los
EE.UU. pondrá fin a la política de “pies
secos-pies mojados”, pero también
muestra que las cosas no están mejor
en casa.
Entonces ¿por qué Obama va a La Habana,
si no es para tachar un elemento
más de su lista “rhymes with buckets?
Barack Obama, ¿nuestro hombre en La Habana?
Tal vez su amigo Jay Z le dijo que sería
“divertido”, como Obama afirmó
ligeramente, o tal vez quiera visitar la
casa de Ernest Hemingway, al igual
que otros turistas estadounidenses, o
tener una sesión de fotos con Fidel en
familia, como el Papa convertido en
estrella.
Según la Casa Blanca, Obama sólo se
reunirá con Raúl el hermano de Fidel,
y asistirá a un partido de exhibición
de los Tampa Rays contra el equipo
nacional de béisbol de Cuba.
Salvo hay otra razón. El Asesor Adjunto
de Seguridad Nacional Ben
Rhodes dio una pista cuando dijo, “la
regla principal de nuestra política de
Cuba ... sigue siendo la adopción de
medidas que mejoren la vida de los
cubanos.”
Pero a lo largo de la historia, los esfuerzos
estadounidenses para mejorar
la vida del pueblo cubano, a menudo
bien intencionados si rara vez desinteresados,
han dado lugar a fracasos
como la Bahía de Cochinos.
Rhodes nota que la visita de Obama
será bastante diferente del viaje de Silent
Cal a La Habana en 1928, pero
hay similitudes alarmantes. Coolidge
fue a apuntalar el régimen corrupto y
brutal de Gerardo Machado, que hizo
más que nadie para destruir las instituciones
de la república cubana. Pero
fracasó, y Machado fue expulsado en
una revuelta espantosa en 1933 en el
que turbas sedientas de sangre recorrían
las calles de La Habana y secuaces
del dictador fueron colgados de
las farolas. Hemingway estaba allí,
y él escribió sobre él en “Tener y no
tener.
El sucesor de Machado fue escogido
por el embajador de Estados Unidos,
Sumner Welles. Era un sargento oscuro
llamado Fulgencio Batista, que
dirigió un cuartelazo que terminó con
la democracia cubana, gobernando
con eficacia hasta que Castro llegó al
poder en 1959.
Castro fue otra apuesta perdedora.
Los estudiantes de la historia de Cuba
saben que hacia el final de la revolución,
que fue respaldada por EE.UU.,
el Castro no derrotó militarmente a
Batista, pero escondidos en las montañas,
dando entrevistas a la prensa
“Trumpish” por reporteros “fanboys”
como Herbert Matthews, del The
New York Times. Batista tiró la toalla
sólo cuando los EE.UU. retiró su
apoyo y dejó de enviar armas y municiones.
Los cubanos tienen una larga memoria.
Era el apoyo a matones venales
como Machado y Batista, alimentado
por los intereses comerciales de Estados
Unidos, que dio lugar al virulento
antiamericanismo que Castro fue capaz
de explotar cuando le dio vuelta
a las mesas en EE.UU., y declaró ser
un comunista.
Ningún – Drama Obama ha causado
un alboroto, ofreciendo una zanahoria
sin palo. Si su visita permite
a los hermanos Castro, que pronto
se unirán a Machado y Batista en el
basurero de la historia, entonces será
un deja vu de nuevo.
A lo mejor es un juego de azar, pero
los EE.UU. perdió en grande cuan-
By Alfredo Estrada
President Obama wants to be the
first sitting president to visit Havana
since Calvin Coolidge in 1928,
and plans to go on March 21, a day after
the Rolling Stones play there.
But the man who wants to make history
by going to Cuba needs a lesson in Cuban
history.
The opening to Cuba just over a year
ago was out of a novel by Graham
Greene, with hush-hush meetings, spies
and shady characters, and even divine
intervention by the Vatican. I welcomed
it, as did many Cuban-Americans. Relations
between my two countries have
remained frozen since the Cold War,
and a thaw is long overdue.
Obama’s initial approach was a shrewd
one. He agreed to remove Cuba from
the terrorist watch list and open an embassy.
But these changes were more
symbolic than substantive. Cuba can’t
afford to provide sheets to patients in
state-run hospitals, much less fund terrorists,
and the U.S. Interests Section
was an embassy in all but name. Real
concessions, such as lifting the embargo,
would come only if Cuba opened
up its repressive society, which remains
mired in the Soviet era. Obama then
dangled a delicious carrot to the geriatric
Castro brothers, offering to visit the
island if progress was made on human
rights.
But the reverse is true. In fact, as reported
by The Washington Post, in 2015 there
were more than 8,616 documented political
arrests in Cuba, as compared to
2,074 arrests in 2010 and 4,123 in 2011.
Christian Solidarity Worldwide documented
2,300 violations of religious
freedom compared to 220 in 2014. The
Castros had released 53 political prisoners
as a gesture in December 2014, but
most of them have been re-arrested, and
five have been given long-term prison
sentences. And Cuba has yet to allow
a visit by the International Committee
of the Red Cross or U.N. human rights
monsters, as it had promised.
In addition, Cubans are leaving the island
in record numbers, often by way
do tiró los dados con Machado, Batista
y Castro.Rhodes dijo que Obama
se reuniría con disidentes en La
Habana, pero el secretario de Estado
John Kerry acaba de cancelar su viaje
de calentamiento, al parecer debido
a desacuerdos sobre con quiénes
se reunirá, según el diario Los Angeles
Times. El espectáculo de los
EE.UU. regateando sobre esto es
muy preocupante, y crea un terrible
precedente para futuras negociaciones
con el gobierno cubano.
Barack Obama, our man in Havana?
of Mexico. They fear the U.S. will end
the “wet foot-dry foot” policy, but it also
shows things are not getting better at
home.
Then why is Obama going to Havana,
other than scratching one more item
from his rhymes- with-bucket list?
Perhaps his pal Jay Z told him it would
be “fun,” as Obama flippantly claimed,
or maybe he wants to visit Ernest
Hemingway’s house, like other American
tourists, or have a photo op with Fidel
en familia, like the star-struck Pope.
According to the White House, Obama
will only meet with Fidel’s brother Raúl,
and attend an exhibition game of the
Tampa Rays against the Cuban national
baseball team.)
Except there’s another reason. Deputy
National Security Advisor Ben Rhodes
gave a clue when he said, “the guiding
principle of our Cuba policy ... remains
taking steps that will improve the lives
of the Cuban people.”
But throughout history, American
efforts to improve the lives of the Cuban
people, often well-meaning if rarely disinterested,
have led to fiascos like the
Bay of Pigs.
Rhodes notes that Obama’s visit will be
rather different than Silent Cal’s trip to
Havana in 1928, but there are alarming
similarities. Coolidge went to prop up
the corrupt, brutal regime of Gerardo
Machado, who did more than anyone
else to destroy the institutions of the Cuban
republic. But it backfired, and Machado
was thrown out in a gruesome revolt
in 1933 in which bloodthirsty mobs
roamed the streets of Havana and the
dictator’s henchmen were hung from
streetlights. Hemingway was there, and
he wrote about it in “To Have and Have
Not.”
Machado’s successor was handpicked
by the American ambassador, Sumner
Welles. He was an obscure sergeant
named Fulgencio Batista, who led a
barracks revolt that ended Cuban democracy,
effectively ruling until Castro
swept into power in 1959.
No vaya a Cuba, Sr. Presidente.
Estrada nació en Cuba y se graduó
de la Universidad de Harvard antes
de practicar leyes y fundar HISPA-
NIC Magazine. Con base en Austin,
en este momento es el editor de
LATINO Magazine y el autor de la
novela “Bienvenido a La Habana,
señor Hemingway” y el libro factual
“La Habana: autobiografía de
una ciudad”.
Fuente: The Hill
Castro was another losing bet. Students
of Cuban history know that toward the
end of the revolution, he was backed by
the U.S. Castro did not defeat Batista
militarily, but holed up in the mountains,
giving Trumpish interviews to
fanboy reporters like Herbert Matthews
of The New York Times. Batista threw
in the towel only when the U.S. withdrew
its support and stopped sending
him guns and ammo.
Cubans have long memories. It was
support for venal thugs like Machado
and Batista, fueled by U.S. business
interests, that spawned the virulent anti-
Americanism that Castro was able to
exploit when he turned the tables on the
U.S. and declared himself to be a communist.
No-drama Obama has caused a ruckus
by offering a carrot with no stick. If his
visit enables the Castro brothers, who’ll
soon join Machado and Batista in the
dustbin of history, then it will be deja vu
all over again.
At best it’s a gamble, but the U.S. lost
big when it rolled the dice with Machado,
Batista and Castro.
Rhodes said that Obama would meet
with dissidents in Havana, but Secretary
of State John Kerry just canceled
his warm-up trip, apparently due to
disagreements over which ones he will
meet, according to the Los Angeles Times.
The spectacle of the U.S. haggling
over this is deeply troubling, and creates
a terrible precedent for future negotiations
with the Cuban government.
Don’t go to Cuba, Mr. President.
Estrada was born in Cuba and graduated
from Harvard University before
practicing law and founding HISPA-
NIC Magazine. Based in Austin, he is
currently the editor of LATINO Magazine
and the author of the novel “Welcome
to Havana, Señor Hemingway”
and the nonfiction book “Havana: Autobiography
of a City.”
Source: The Hill