No. 29 - Its Gran Canaria Magazine

EDICIÓN 29
GET TO KNOW GRAN CANARIA I CONOCE GRAN CANARIA
29
El Roque, tesoro costero en el norte de Gran Canaria
Por Mathias Valles
Para descubrir la fascinante cara indómita
de esta isla paradisíaca debemos hacer escala
en su esplendoroso norte. Aquí, la naturaleza
hace gala de todo su esplendor, ofreciendo
un deleite sin igual a aquellos viajeros
intrépidos que ansían explorar la esencia
auténtica de Gran Canaria a través de bosques,
montañas, valles y playas. En medio de
este terreno agreste, se esconden refugios
apacibles que invitan a la desconexión total
sin que nuestro ritmo cardíaco se acelere, y
sobre todo, sin dejar de admirar los paisajes
exuberantes que nos rodean.
Por eso, en esta ocasión, visitaremos la costa
de Moya, un municipio que encarna perfectamente
esta dualidad. A lo largo de su geografía,
se despliegan claros ejemplos de la
majestuosidad natural que caracteriza a esta
región. En esta ocasión, nos centraremos en
un punto costero de irresistible atractivo y
que destaca entre los más de 4 kilómetros
de su impresionante litoral.
Casi 200 metros es lo que se interna en el Atlántico
un promontorio basáltico conocido
como El Roque, el cual ofrece una perspectiva
única de la poderosa fuerza del océano, y
el laberinto de callejuelas que bifurcan entre
sus numerosas casas muestran la singularidad
con la que destaca este pintoresco barrio
costero de Moya y que lo hace tan especial.
Probablemente, este fue el único lugar disponible
hace siglos para construir las viviendas
de los colonos y trabajadores agrícolas
que venían de otras partes de la isla para labrar
las tierras de regadío que se extendían
a lo largo de la costa, ya que eran zonas despreciadas
por los propietarios dado que no
se podía cultivar en ellas. Ahora, el latir constante
de las olas es la música de fondo que
da vida a los silenciosos y estrechos pasajes
escalonados que inundan este tranquilo barrio
de casas blancas. El tiempo avanza y el
vecindario se ve gradualmente deshabitado,
hoy apenas 180 vecinos residen aquí. No
obstante, este aparente vacío se ve compensado
cada año por los visitantes que acuden
a este lugar, dando vida y energía de forma
exponencial a cada rincón de este mágico
destino que dondequiera que miremos, nos
regala magníficas vistas al mar en todas las
direcciones. Y si tienes la oportunidad de
poder contemplar el atardecer desde cualquiera
de sus terrazas, no la dejes escapar,
se pueden contemplar panorámicas magnificas
desde este lugar.
La jornada para visitar El Roque la podemos
aprovechar muy bien con un relajante baño
en sus cristalinas aguas, y para eso no es necesario
alejarse mucho de nuestro punto de
partida.
Sin duda, el norte de la isla destaca especialmente
por este tipo de recursos naturales,
como lo son las piscinas, todas ellas repletas
de encanto y gran belleza. Uno de estos cautivadores
enclaves es la piscina natural de El
Altillo, un destino muy popular entre las familias
locales. Este refugio acuático ha sido
adaptado para ofrecer accesibilidad a personas
con movilidad reducida, asegurando
que todos puedan disfrutar de sus encantos.
Protegida por un muro rectangular de 40
metros de largo y 20 metros de ancho, esta
piscina te brinda un espacio amplio y seguro
para sumergirte en sus aguas. Su acceso se
realiza a través de una rampa especialmente
diseñada, garantizando una entrada cómoda
y sin obstáculos. Además, cuenta con un
gran solárium donde podrás relajarte y disfrutar
de los beneficios del sol mientras recargas
vitamina D. Sin lugar a duda, contar
con lugares así es un aliciente para reponernos
de cualquier tipo de paseo este verano.
Otra opción que se encuentra protegida del
bravo oleaje son las piscinas naturales del
Charco de San Lorenzo. Dos amplias piscinas
naturales de grandes dimensiones disponen
de zona con arena, algo no muy habitual en
esta comarca. También cuentan con duchas,
vestuarios, aseos, escaleras, aparcamientos
y, por supuesto, unas vistas privilegiadas de
El Roque adentrándose en el mar. Este saliente
rocoso es testigo de una época en la
que cada pedazo de tierra era aprovechado
al máximo. ¡Incluso en el mar!