No. 29 - Its Gran Canaria Magazine

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REPORT I REPORTAJE EDICIÓN 29
The banana packaging plant boasting 100 years of history
Few agricultural entities are able to proudly showcase
a history of achievement and perseverance for
more than 100 years. This particular entity is part of
the best known image of the island, a landscape
of banana crops that reach markets all around Europe,
a scenario that the tourist guides from decades
ago christened 'Bananaland'. This collective is
the Cooperativa Agrícola del Norte de Gran Canaria,
whose premises, amidst machinery and banana
trees, offer us a retrospective view that merges its
own history with that of the island through its main
export product.
The result of this permanent exhibition enables
public knowledge of this veteran business and collective
adventure to spread far and wide, so that
due recognition can be given to one of the longest-lasting
and most successful initiatives in the
island's primary sector. The movement was born
out of the rebelliousness and concern of a group of
peasants in response to the colonial abuse of outsiders
who arbitrarily and unfairly exploited their
families of the north of Gran Canaria, benefitting
from their position as intermediaries, ship-owners
and consignees to take advantage of the transit of
their ships to fill their holds and make huge profits.
This led to the creation of the ‘Sindicato’, a workers’
union, which shortly afterwards would become
a Cooperative, thanks to a man who was inspired
by European examples of collective management,
following his stint as a Spanish military delegate
in the First Great War. José Samsó Henríquez was
interested in business management models and
made it possible to create an exemplary entity, not
only for the economic progress of the northern region
of Gran Canaria, through direct sales to European
markets, but also for the development of the
region's economy.
This cooperative is one of the entities to have had
the greatest impact on the island's primary sector
over the last century, an example of reinvention, of
rescuing the leading role, of launching a difficult
struggle for unity, and consolidating the model of
participation of a large number of producers. Today,
the organisation is made up of several hundred
farmers.
And a struggle it was, as the region was geographically
isolated and was forced to used small jetties
to take its fruit around the island until the construction
of the north road, which also led to the
creation of the island's first tunnel. These processes
were the real driving force behind the change
in the landscape of the north, with its farming terraces
and steps, together with infrastructures for
transporting the bananas, on the backs of camels
and mules, as well as the irrigation network that
was distributed throughout the cultivation areas.
In addition, the warehouses and buildings were
built, where not only packing was done, but also
where the family celebrations of the staff working
for the cooperative were held, and which, during
the Spanish Civil War, were transformed into barracks.
This project is currently looking to the future with
a diversification plan, as part of the necessary conversion
of banana plantations to subtropical fruit
crops, which are ideally suited to cultivation on
the island thanks to the extraordinary climate that
dominates the north coast, from Lairaga to Punta
de Sardina. And this is what this Cooperative
has proposed to the Spanish and European institutions,
anticipating the necessary change in the
cultivation model, adapted to the climatic reality
and the economy of water resources, to obtaining
energy through photovoltaic panels and, in short,
setting the course towards a more sustainable agriculture.
They have a commitment to consolidate the primary
sector and to guarantee the food sovereignty
of the island, with a view to continuing the cooperation
of producers to in turn maintain their already
internationally acclaimed quality.
Fotos: David Delfour
La empaquetadora de plátanos que
exhibe cien años de historia
Pocas entidades agrícolas pueden mostrar con
orgullo su historia de superación y constancia
durante más de cien años. Una entidad que forma
parte de la imagen más conocida de la isla,
con su paisaje de cultivos de plátanos que llegan
a los mercados de Europa, un escenario que en
las guías turísticas de hace décadas fue bautizado
como 'Bananaland'. Este colectivo es la Cooperativa
Agrícola del Norte de Gran Canaria que
en sus muros, entre maquinaria y piñas de plátanos,
nos ofrece una visión retrospectiva que
combina la historia de la entidad con la historia
de la isla a través de su principal producto de exportación.
El resultado de esta exposición permanente permite
la difusión de esta veterana aventura empresarial
y colectiva, para que pueda producirse
el reconocimiento público hacia una de las iniciativas
del sector primario de la isla más longevas
y exitosas. Nacida de la rebeldía y de la inquietud
de un grupo de campesinos como respuesta al
abuso colonial de quienes explotaban de forma
arbitraria y abusiva a las familias campesinas del
norte de Gran Canaria, aprovechándose de su
posición de intermediarios, armadores y consignatarios
que aprovechaban el tránsito de sus buques
para llenar sus bodegas y obtener grandes
beneficios.
Ante ello, surgió el Sindicato -que poco tiempo
después se convertiría definitivamente en Cooperativa-,
gracias a un personaje que se inspiró
en los ejemplos europeos de gestión colectiva,
tras sus estancias como delegado militar español
en la primera gran guerra. José Samsó Henríquez
se interesó por los modelos de gestión empresarial
e hizo posible la creación de una entidad
ejemplar, no sólo para el progreso económico de
la comarca norte de Gran Canaria, mediante la
venta directa en los mercados europeos.
Esta cooperativa es una de las entidades con mayor
repercusión en el sector primario de la isla durante
el último siglo, un ejemplo de reinvención,
de rescate del protagonismo, de la puesta en
marcha de una difícil lucha por la unidad, afianzando
el modelo de participación de una gran
cantidad de productores. Hoy día, son varios cientos
de agricultores los que conforman la entidad.
Y no fue fácil, ya que la comarca estaba aislada y
utilizaba pequeños embarcaderos para sacar su
fruta de la isla hasta la construcción de la carretera
del norte que supuso también la creación del
primer túnel de la isla. Estos procesos fueron el
verdadero motor del cambio del paisaje del norte,
con sus bancales y terrazas, las infraestructuras
para llevar los plátanos, a lomos de camello o
de mulos, así como la red de aguas que se distribuía
por todas las zonas de cultivo. Además, se
levantaron los almacenes y naves, donde no sólo
se empaquetaba, sino también se celebrarían las
fiestas familiares del personal que trabajaba para
la cooperativa y que, durante la Guerra Civil, sería
transformado en cuartel.
Hoy ese proyecto mira hacia el futuro con un plan
de diversificación, como parte de la necesaria reconversión
de los cultivos de plataneras por otros
de frutas subtropicales que tienen en la isla un
lugar idóneo para su cultivo por el extraordinario
clima que ofrece la costa norte, desde Lairaga
hasta la Punta de Sardina. Y así lo ha planteado
esta Cooperativa a las instituciones españolas y
europeas, anticipándose al necesario cambio de
modelo de cultivo, adaptado a la realidad climática
y a la economía de los recursos hídricos, a la
obtención de energías mediante placas fotovoltaicas
y, en definitiva, marcando el rumbo hacia
una agricultura más sostenible.
Una apuesta por la consolidación del sector primario
y que busca garantizar la soberanía alimentaria
del territorio insular con miras a continuar
con la cooperación de los productores para
mantener una calidad que es reconocida internacionalmente.