Cambio climático, movimientos sociales y políticas públicas
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<strong>Cambio</strong> <strong>climático</strong>: riesgo o comunidad en la crisis ambiental<br />
tres dimensiones relevantes para este capítulo. La primera plantea la integración<br />
de naturaleza y sociedad en una relación de pares que, idealmente,<br />
es de carácter armoniosa; esta dimensión se expresa, por ejemplo, en los<br />
esfuerzos normativos por dotar a la naturaleza de derechos. La segunda<br />
dimensión de lo comunitario es la política, entendida como las relaciones<br />
y prácticas que regulan el control, acceso y uso de los recursos; las formas<br />
en que se toman (e implementan) las decisiones; la elección y rotación de<br />
autoridades. En el caso de Bolivia, el ayllu, transmutado en comunidad, adquiere<br />
una nueva forma institucional instaurada en la constitución. En el<br />
Ecuador, el sentido comunitario se refl eja en la “Revolución Ciudadana” que<br />
aspira a igualar a los pobladores entre sí como a estos con los de la comunidad<br />
global. La tercera dimensión es la de las relaciones <strong>sociales</strong> de producción<br />
que aspiran a la cooperación y no a la explotación, donde el producto<br />
social no es excedente sino necesario para la reproducción colectiva, y su<br />
función no es la acumulación sino sustentar las necesidades humanas y la<br />
realización de las personas.<br />
El problema del cambio <strong>climático</strong> se inscribe en un horizonte intergeneracional<br />
porque, por un lado, la crisis fue propiciada desde hace más de<br />
doscientos cincuenta años por la asimilación de un modo de producción y<br />
consumo sustentado en el uso de combustibles fósiles; por otro, los efectos<br />
más graves lo vivirán seres humanos que todavía no nacen. En este sentido<br />
el Buen Vivir es un proyecto civilizatorio coherente con el plano intergeneracional<br />
de la crisis ya que se condice con la sustentabilidad al otorgarle<br />
derechos constitucionales a la naturaleza y un freno a las actividades económicas<br />
que la degradan. Esto implica repensar la política y la economía<br />
con criterios éticos de responsabilidad y precautoriedad en un horizonte<br />
intergeneracional.<br />
El carácter alternativo, así como de proceso histórico y de construcción<br />
social, de búsqueda de una relación armónica con la naturaleza y de<br />
estrategia de largo plazo, pueden ser las matrices fundacionales de una<br />
salida a la crisis ambiental desde una perspectiva emancipadora, donde<br />
la economía puede reformularse con parámetros más reales y acordes con<br />
los límites físicos que nos impone la crisis y el planeta (Antal, 2004). El Buen<br />
Vivir colisiona con toda la estructura del capital y su sistema civilizatorio al<br />
cuestionar sus fundamentos como son la propiedad privada y la maximización<br />
de la ganancia, asimismo, reinstituye al Estado tanto como agente<br />
económico como regulador de las relaciones entre la sociedad y el mer-<br />
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