Cambio climático, movimientos sociales y políticas públicas
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Julio C. Postigo<br />
ductividad de los cultivos sensibles a bajas temperaturas o estrés hídrico<br />
(e.g., maíz, cebada, trigo) e incluso, en algunos casos, no ha recuperado sus<br />
niveles previos. Por el contrario, las nuevas condiciones climáticas podrían<br />
estar llevando el cultivo de vegetales a zonas donde antes la agricultura<br />
no se realizaba por las difíciles condiciones. Asimismo, algunas especies<br />
podrían extinguirse o cambiar sus áreas de distribución potencial. Hay evidencias<br />
que algunos campesinos han mejorado sus sistemas productivos<br />
con cultivos como maíz, pallares, alverjas, amaranto (Amaranthus), y granadilla<br />
dulce (Passifl ore ligularis) cuyos límites altitudinales se han expandido<br />
a mayores elevaciones (Araujo, 2008; Halloy et al., 2006).<br />
En este contexto, los sistemas productivos son más vulnerables a las<br />
fl uctuaciones climáticas por las fugas y fallas de los sistemas de irrigación y<br />
la insufi ciente limitada capacidad para almacenar agua. Estas defi ciencias<br />
del sistema disminuyen el agua disponible y la capacidad de controlar la<br />
misma, lo que genera turnos de irrigación menos frecuentes por agricultor<br />
e incrementa la presión sobre los cultivos. Asimismo, los niveles de los reservorios<br />
disminuyen, poniendo en riesgo el funcionamiento de plantas hidroeléctricas<br />
y con ello la generación de energía para ciudades e industrias.<br />
La menor disponibilidad de agua incrementa la presión sobre las instituciones<br />
que gobiernan los recursos hídricos. Más aún, si las instituciones<br />
no responden efi cientemente para solucionar la menor disponibilidad, su<br />
legitimidad se debilita, incrementando la inestabilidad del sistema y disminuyendo<br />
la resiliencia del mismo. Por ejemplo, una debilitada organización<br />
de regantes tendría más limitaciones para regular el uso del agua y<br />
organizar el mantenimiento de la infraestructura, lo que redundaría en el<br />
aumento de las fallas del sistema.<br />
El incremento de temperatura y mayor sequedad generan condiciones<br />
para el aumento de plagas. En Cusco, mujeres campesinas en un grupo focal<br />
explicaron que la sequía exacerba la rancha (Phytophthora infestans)<br />
que ataca los cultivos de papa. Además los periodos de sequía se han hecho<br />
más prolongados, durando hasta el momento de maduración de los<br />
cultivos, provocando la pérdida de estos. Asimismo, la sequedad y los fuertes<br />
vientos son condiciones para la generación y propagación de incendios.<br />
Este patrón se ha visto en otras partes en los Andes (Aragón et al., 2006;<br />
Spehn et al., 2006).<br />
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