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Rasca la avenida.<br />
Escúrranse peatones<br />
Por las alcantarillas<br />
El sherif viene armado...<br />
Tocata, fuga y apañón, de Armando Rosas<br />
Su historia inicia el viernes 1º de abril de 1960 cuando por causa suya aumentó<br />
el padrón de la colonia Doctores: ese día nacía quien lleva ahora el nombre de<br />
Armando Rosas Almanza.<br />
Los primeros años de la década de los sesenta del siglo XX, el niño Armando los<br />
vivió en esa zona ubicada al norponiente del ahora Centro Histórico de la Ciudad<br />
de México. Pocos años después, la familia Rosas Almanza se trasladó a un barrio<br />
vecino: la colonia Obrera; no obstante, el inquieto chamaco no perdió el contacto<br />
con la Doctores: allí estudiaría la primaria en la escuela ubicada justo enfrente del<br />
mercado Hidalgo. En esa época, el todavía púber, se convirtió en experto rolador<br />
de los alrededores de su barrio; así conoció la colonia Tránsito, la Vértiz Narvarte y,<br />
por San Juan de Letrán, el Centro del DF. Este recorrido lo convertiría en confeso<br />
admirador de las féminas que deambulaban en falda corta, tacones y escote sobre<br />
aquel tradicional tramo de San Juan de Letrán, hoy Eje Central Lázaro Cárdenas.<br />
Buscando el amor<br />
en el rincón de un cabaret<br />
Bailando con las sombras del tabaco y el placer<br />
Buscando el amor<br />
en el rincón de un viejo hotel<br />
Supliendo el amor, de Armando Rosas<br />
Así transcurrió la niñez/primera juventud/adolescencia del futuro licenciado<br />
en composición, quien, por cierto, cursó la secundaria en otro barrio bravo: La<br />
Merced. Fue hasta que ingresó a la Preparatoria 6 cuando descubrió otros rumbos<br />
diferentes: Coyoacán, lugar al cual regresaría años después como estudiante de la<br />
Escuela Superior de Música.<br />
Aunque su contacto con la música ya había arrancado años atrás, cuando de<br />
niño, tuvo unos vecinos que tocaban y cantaban al compás de guitarras pulsadas<br />
por ellos mismos: la familia Pérez, quienes hacían camisas y se ponían a trovar<br />
después de confeccionarlas. De ahí se prendó y aprendió a tocar la guitarra. “Me