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Un escritor que se expone* - Casa de las Américas

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movilidad y el <strong>de</strong>bate <strong>que</strong> sujetos y organizaciones homo<br />

y tran<strong>se</strong>xuales están protagonizando en la región.<br />

Huelga <strong>de</strong>cir <strong>que</strong> esta movida comenzó con diversas<br />

prácticas culturales, en un principio <strong>de</strong>valuadas, y<br />

luego reconsi<strong>de</strong>radas por los estudios culturales, <strong>que</strong><br />

pasaban por el cabaret, <strong>las</strong> modas, los clubes, <strong>las</strong> discotecas<br />

y otros emporios <strong>de</strong> la vida nocturna los cuales,<br />

supuestamente, <strong>que</strong>daban fuera <strong>de</strong> los espacios estética<br />

y políticamente marcados por los discursos culturales<br />

dominantes. Tales discursos marginaron prácticas culturales,<br />

casi siempre masivas, tras pretextos esteticistas<br />

o moralistas <strong>que</strong> ocultaban profundos prejuicios<br />

<strong>se</strong>xuales, raciales y también c<strong>las</strong>istas. Muchas <strong>de</strong> estas<br />

prácticas culturales marginadas enfatizan su carácter<br />

no letrado, su doble pertenencia al universo <strong>de</strong> la vida<br />

cotidiana y la tradición, así como su pertenencia, también,<br />

al mundo <strong>de</strong>l espectáculo, <strong>de</strong> la visualidad y el<br />

<strong>de</strong><strong>se</strong>o.<br />

La vindicación <strong>de</strong> tanta minoría social <strong>que</strong> comienza<br />

a realizar<strong>se</strong> a finales <strong>de</strong>l pasado siglo encuentra en la<br />

cultura uno <strong>de</strong> sus más importantes espacios <strong>de</strong> visibilidad,<br />

negociación y conquistas; sin embargo, no es la<br />

cultura el único espacio <strong>que</strong> legitima su condición <strong>de</strong><br />

nuevos sujetos públicos, sino –a mi juicio– sólo uno<br />

<strong>de</strong> ellos, pues creo <strong>que</strong> la legitimidad cultural no resuelve<br />

por sí sola todas <strong>las</strong> emergencias y <strong>las</strong> exigencias <strong>de</strong><br />

unos nuevos sujetos públicos –léa<strong>se</strong>: mujeres, indígenas,<br />

negros, religiosos, homo<strong>se</strong>xuales, <strong>de</strong>sc<strong>las</strong>ados...–,<br />

quienes configuran estos nuevos movimientos sociales<br />

<strong>que</strong> están aportando fuertes dinámicas sociales en<br />

nuestro Continente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace ya varios lustros.<br />

Sobre el mismo tema ha <strong>se</strong>ñalado Beatriz Sarlo cómo<br />

el campo cultural latinoamericano viene alcanzando,<br />

en estos últimos años, nuevas dimensiones sociales;<br />

en su artículo «¿Arcaicos o marginales? Situación <strong>de</strong><br />

los intelectuales en el fin <strong>de</strong> siglo», aparecido en la<br />

Revista <strong>de</strong> Crítica Cultural, <strong>de</strong> Chile, en mayo <strong>de</strong> 1994,<br />

ella nos explica: «En estas décadas la política tiene dificulta<strong>de</strong>s<br />

para encontrar nuevos <strong>se</strong>ntidos <strong>que</strong> impul<strong>se</strong>n<br />

empresas colectivas, pero también han impuesto<br />

su legitimidad pública nuevos sujetos sociales; <strong>las</strong><br />

minorías <strong>se</strong>xuales, étnicas, religiosas, culturales, nacionales<br />

han ocupado la esfera publica y, en algunos<br />

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06/07/2007, 15:33<br />

paí<strong>se</strong>s, han convertido a sus cuestiones en eje <strong>de</strong> fuertes<br />

intervenciones políticas».<br />

Esta mirada nos permite ubicar en el campo cultural<br />

latinoamericano y caribeño la contribución <strong>que</strong>, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

una marginalidad <strong>que</strong> <strong>se</strong> <strong>de</strong>splaza, muchos <strong>de</strong> estos<br />

sujetos y movimientos sociales están haciendo al nuevo<br />

mapa <strong>de</strong>l Continente. Esta mirada nos permite pensar<br />

un espacio don<strong>de</strong> <strong>se</strong> articulan <strong>las</strong> nuevas agendas<br />

sociales <strong>de</strong> la América Latina y el Caribe. Y esta mirada<br />

permite, también, ubicar la obra performática, periodística<br />

y narrativa <strong>de</strong> Pedro Lemebel en el contexto<br />

cultural latinoamericano y caribeño. <strong>Un</strong>a obra <strong>que</strong> tiene<br />

una peculiar i<strong>de</strong>ntidad y una peculiar historicidad en<br />

nuestra América, pues Lemebel, el fenómeno Lemebel<br />

–tal como le ha llamado Carlos Monsiváis, uno <strong>de</strong> los<br />

más intensos estudiosos <strong>de</strong> la marginalia en Latinoamérica–,<br />

sintetiza en su obra una <strong>de</strong> <strong>las</strong> ten<strong>de</strong>ncias<br />

más revolucionarias en la cultura <strong>de</strong>l siglo XXI en la<br />

América Latina y el Caribe.<br />

Des<strong>de</strong> su ya clásico texto Manifiesto (Hablo por mi<br />

diferencia), leído en <strong>se</strong>ptiembre <strong>de</strong> 1986 durante un acto<br />

<strong>de</strong> izquierda en Santiago <strong>de</strong> Chile, Lemebel marca el espacio<br />

<strong>de</strong> su <strong>de</strong><strong>se</strong>o: no sus <strong>de</strong><strong>se</strong>os públicos o privados,<br />

<strong>que</strong> en este <strong>se</strong>r humano son la misma cosa, sino su<br />

necesidad <strong>de</strong> marcar la diferencia en un espacio <strong>de</strong>masiado<br />

letrado, <strong>de</strong>masiado estetizado: el espacio <strong>de</strong> una<br />

cultura dominante, excluyente, en el cual sus intervenciones<br />

artísticas, periodísticas y literarias han estado<br />

ingresando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto marginal, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una puerta<br />

no convencional, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una puerta diferente. Es la entrada<br />

<strong>de</strong> la diferencia al espacio cultural latinoamericano<br />

y caribeño por la puerta <strong>de</strong> atrás, podría <strong>de</strong>cir<strong>se</strong> también<br />

<strong>que</strong> entra con el tra<strong>se</strong>ro y, por supuesto, impone un<br />

or<strong>de</strong>n distinto; una mirada <strong>que</strong> atraviesa zonas fronterizas,<br />

territorios silenciosos y prejuiciados, llenos <strong>de</strong> pe<strong>que</strong>ñas<br />

marcas, <strong>de</strong> trillos <strong>que</strong> ya fueron atravesados<br />

antes, pero cuya fugacidad e intermitencia no nos permiten<br />

reparar suficientemente en ellos.<br />

Por<strong>que</strong> no es Pedro Lemebel el primer sujeto homo<strong>se</strong>xual<br />

en la América Latina y el Caribe <strong>que</strong> nos dice su<br />

<strong>de</strong><strong>se</strong>o y su dolor, pero sí uno <strong>de</strong> los pocos <strong>que</strong> ha convertido<br />

su propio cuerpo <strong>se</strong>xuado y su dolorosa biografía<br />

en un tema en sí mismo, en una <strong>de</strong> <strong>las</strong> problemáticas

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