Engrandecer a la mujer con su femineidad, al - Universidad ...

16
recorrer para que nuestra labor sea reconocida.
Es increíble que tengamos que esforzarnos
para que se reconozca el mérito de
promover la creación de un museo como
el del Papalote. ¿No han pasado por sus
salas millares de niños que gracias a ello
son mejores seres humanos? Pareciera que
este fenómeno pasa inadvertido.
Cecilia Occelli trabajó y mucho. Lo hizo de
manera discreta. Sin tener los reflectores
encima. La vimos al lado de su esposo
asumiendo con mesura y recato, su rol de
Primera Dama, de acompañante y digna
representante de las mujeres mexicanas.
Durante sus años ella actuó como la
mayoría de los hombres y mujeres de este
país esperaban que lo hiciera. Cumplió
con su rol de Primera Dama haciendo acto
de presencia cuando tenía que hacerlo,
manteniéndose en silencio y a oscuras
cuando tenía que hacerlo. Es decir, se
sacó 10 y muchas estrellas. No en balde las
encuestas la identifican como una de las
Primeras Damas más respetada de nuestro
país.
Cecilia es mucho más de lo que los
mexicanos saben de ella. Empecé a
darme cuenta el día que la oí cantar en una
reunión, cuando estaba a punto de dejar
Los Pinos. ¿Acaso era la discreta esposa del
Presidente esa mujer altiva y hermosa que
cantaba con aplomo canciones rancheras
frente a cientos de personas? ¿Aquella
que se movía con garbo retando con la
mirada?
Me seguí dando cuenta de que Cecilia es
mucho más de lo que la mayoría conoce
cuando la empecé tratar, sobre todo,
después de leer el libro de Rosa María.
Me he preguntado con frecuencia cómo
creo que evolucionará el rol de Primera
Dama. La esposa del Presidente Chirac
(2001) dice que, aunque cuando le tocó ser
Primera Dama ella decidió engancharse a
la roca: “un día la esposa del Presidente de
la República será una mujer que tendrá una
vida profesional propia que conservará.
Será abogada, médica o investigadora
y no estará dispuesta a abandonar su
carrera”.
En Dulce asalto al poder: perfil político de
las nuevas Primeras Damas, un libro que
publiqué hace unos años, me pronuncio en
el sentido de que, en el futuro, las Primeras
Damas tendrán mucha más visibilidad y
un creciente empoderamiento político. El
papel de las mujeres ha cambiado y la
institución matrimonial se ha democratizado
en consecuencia. ¿Por qué habría de
permanecer estático el rol de la Primera
Dama?
Corazón Aquino, Ana Botella, Benazir
Bhutto, Violeta Chamorro, Indira Gandhi,
Sonia Gandhi, Hillary Rodhman y Cristina
Kirchner, entre muchas otras esposas o
hijas de presidentes y grandes líderes han
asumido, al dejar sus cónyuges el poder, un
rol políticamente activo llegando incluso,
algunas de ellas, a ocupar la presidencia
de sus países. Pocas ocuparon cargos
políticos antes de que sus esposos llegaran
a la presidencia. Sin embargo, todas ellas
se valieron de su papel de esposas del
Presidente y de su cercanía con el poder
para catapultarse políticamente.
Es sabido que los espacios de desarrollo
profesional abiertos para las mujeres son
mucho menos que para los hombres.
Por eso, desde mi perspectiva, no hay
razón para no asaltar aquéllos que se nos
presentan, como puede ser el de Primera
Dama.
Cecilia potenció al máximo su rol y ha
optado por emplear su tiempo después
de Los Pinos promoviendo la reconquista
de nuestras calles, organizando programas
educativos para la formación de líderes y
otras actividades igualmente trascedentes.
Si Cecilia quisiera, podría proyectarse
políticamente. Su experiencia de seis años
en Los Pinos le confiere el equivalente a
varios doctorados de cualquier universidad