Engrandecer a la mujer con su femineidad, al - Universidad ...

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-Usar a las mujeres como botín de guerra o
embarazarlas durante el enfrentamiento. No
hablo de hace mil años, ustedes saben que
en Herzegovina acaba de suceder al meter
al enemigo en el vientre de las mujeres,
de esa manera se siembra totalmente la
disolución nacional.
-Tráfico de mujeres; exigir pasividad erótica
y pureza; hostigarlas, acosarlas, repulsión
por la menstruación.
La conducta erótica femenina está basada
en esta diferencia social de poder, a pesar
de los hechos biológicos del potencial
sexual de las mujeres.
Las mujeres vivimos la sexualidad con dos
emociones: la ambivalencia y el temor.
La ambivalencia, porque se dice: “enseña,
pero que no se te mosquee la mercancía”;
por tanto, si se ponen una minifalda, la
bajan constantemente para ver si se hace
un poquito más larga, o si quieren enseñar
el escote, continuamente se abrochan y
desabrochan el botón.
¿Por qué? Porque hay un juicio sobre la
moralidad, sobre la idoneidad moral de las
mujeres, entonces siempre la vivimos con
ambivalencia: queremos ser atractivas,
pero no queremos ser locas.
Cumpliré 65 años y nunca he encontrado
dónde está la frontera entre mostrarse
atractiva y ser una loca, si alguien me lo
puede explicar se lo agradecería.
El temor, el gran temor. Les pregunto: ¿pueden
salir a trotar a las diez de la noche porque a
esa hora tienen ganas de hacer ejercicio?
¿Pueden ir solas a una cantina porque se
les antojó un tequila doble? Si van por un
callejón oscuro en la noche y ven acercarse
a un grupo de cuatro hombres, ¿qué hacen?
Huyen o se hacen a un lado. ¿Por qué?
Porque tenemos miedo. Esos son los guettos,
exactamente actuamos igual que los judíos
en Berlín cuando veían acercarse a cuatro
nazis o querían salir a trotar a las diez de la
noche. Había una hora en que los buenos
judíos debían estar en sus casitas muy
guardaditos.
Es decir, tenemos temor, y ¿de quién
tenemos temor? Porque si vemos a cuatro
mujeres que vienen por el puente peatonal
no nos impresionan, seguimos caminado
normal; pero, si son cuatro hombres, nos
impresionan y nos hacemos a un lado.
Los hombres que están aquí seguramente
han visto la cara de temor de las mujeres
cuando han ido por la calle con otros. De
repente se encuentran y ven como ellas se
asustan con su presencia. Claro, no quiero
hacer falsas generalizaciones y catalogar
a todos los hombres como personas que
hacen daño; no obstante, así son las
reacciones en relación con el miedo a los
hombres.
Otros términos relevantes son patrimonio
y matrimonio. Patrimonio viene de padre:
“yo pago y aquí mis chicharrones truenan”;
es decir, el dinero es de los hombres.
Matrimonio viene de madre; por tanto, “la
casada es mi mujer”. De esto se derivan
muchísimas situaciones, porque las mujeres
pueden decidir hacer chambarete en
salsa o bisteces, ése es el dinero chico; el
dinero grande sólo lo manejan o deciden
los hombres, aunque las mujeres aporten
una cantidad igual al patrimonio de la
familia.
Así, el cuerpo femenino y sus emociones
pasan a ser patrimonio del matrimonio, de
la reproducción, de la estética, por eso
tenemos la anorexia, la bulimia, cirugías por
temor. Cada quien se puede operar lo que
quiera, pero es inadmisible que la razón sea
por no encontrar trabajo o porque “me voy
a operar para gustarle más a mi marido,
a mi pareja o mi novio”, esas son cirugías
por temor. Pasamos a ser propiedad de los
hombres; equivale a lo que les explicaba
sobre los guettos y la explotación, como la
pornografía o la prostitución.