Engrandecer a la mujer con su femineidad, al - Universidad ...

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el casi inexistente concepto de iniquidad
del momento en que una fotografía es
tomada.
De lo anterior se observa que el análisis de
la representación social en el arte de la
fotografía, al abordarse desde el enfoque
de los estudios de género, lleva implícitas
las connotaciones y diferencias que de él
derivan desde el inicio mismo del proceso
creativo resultado de la elección del
objeto o tema fotográfico, el encuadre
y el resto de pasos en la consecución y
preservación de este arte. De ahí que la
imagen resultante no sea, necesariamente,
el elemento fundamental de ese análisis,
sino una parte de todo el proceso.
Construcción de identidades sexuales en la
cotidianidad
Después del breve marco teórico, conviene
pasar a la siguiente reflexión: es indudable
que cada día debemos esforzarnos por
disminuir las enormes diferencias que
aún resultan muy desfavorables hacia las
mujeres, es decir, buscar mayor equidad
de género, así como un equilibrio entre
lo que hacen los hombres y lo que se
“les” permite hacer a las mujeres, tanto
fuera como dentro del hogar. Para lograr
esto, debemos tratar de cambiar nuestros
hábitos, dar mayor respeto a las jóvenes,
adultas o niñas y sobre todo a sus decisiones,
para así cambiar viejas maneras de pensar
y, en sentido contrario, abandonar muchos
comportamientos machistas, que no son
exclusivos de los varones.
Para asimilar las formas bajo las cuales
se pueden ofrecer mejores condiciones y
oportunidades a las mujeres, sería suficiente
ver el ejemplo de las niñas que cursan su
primaria o secundaria. Hace cuarenta o
más años se pensaba que sólo los hijos
varones, los “hombrecitos”, debían estudiar
y, por tanto, que las niñas debía aprender
a cocinar y prepararse adecuadamente
para ser esposas obedientes y “buenas”;
era innecesario gastar en su educación,
pues de todos modos iban a casarse, criar
hijos y no podrían aplicar sus conocimientos
fuera de su casa. Sin embargo, cuando
las niñas tuvieron la oportunidad de
estudiar, demostraron que obtienen las
mejores calificaciones. Si consultamos las
cifras oficiales, están alcanzando mejores
promedios; a veces, dentro de muchas
escuelas oficiales, las escoltas están siendo
conformadas por ellas, es decir, no sólo
cumplieron, sino que han podido superar
a los hombres en diversas actividades. Esta
forma de pensar es contraria a la presión
que otras niñas reciben paradójicamente de
sus madres para prepararles alimentos, lavar
y planchar la ropa de sus hermanos varones,
muchos de ellos, bastante mayores que sus
hermanitas.
La pregunta resultante de lo anterior es:
¿Cuántas mujeres hace cincuenta o
cien años pudieron haber estudiado y
desempeñado como brillantes maestras,
enfermeras o dentistas?; seguramente, miles;
sin embargo, las costumbres, sus padres o las
tradiciones machistas no les permitieron salir
del encierro familiar.
Otro ejemplo de desarrollo es el que
desempeñan ciertas costureras en los
rumbos de Temoaya, pues, aprovechando
la experiencia que tradicionalmente han
adquirido respecto al bordado —resultado
de múltiples costumbres generacionales—,
varias mujeres venden sus bordados lejos
de casa.
Un caso más es la historia de la madre
de uno de los autores de este artículo;
ella, cuando joven, al igual que sus cinco
hermanos varones, quienes son médicos,
quería estudiar una carrera universitaria;
sin embargo, su padre era inflexible y muy
rígido, por lo que le negó esa posibilidad.
Únicamente, tuvo acceso a una carrera
muy corta, relativa al comercio, en una
escuela donde sólo había mujeres. Hoy, a
los 86 años, ha perdido mucha memoria
y enfrenta su ancianidad con ciertos
problemas adicionales a los de su edad.
Uno de sus hermanos médico comentaba
que si ella hubiese estudiado alguna carrera
larga y la hubiera ejercido, seguramente,
contaría hoy con una mejor memoria.