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azaroa 2008 noviembre - Diócesis de Bilbao

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ALDIZKARI NAGUSIA / BOLETÍN OFICIAL (<strong>azaroa</strong> • <strong>2008</strong> • <strong>noviembre</strong>)<br />

La Escritura en cuanto testimonio <strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios no se i<strong>de</strong>ntifica lisa y<br />

llanamente ni con la revelación <strong>de</strong> Dios ni con la Palabra <strong>de</strong> Dios; “la consignación<br />

en un documento bíblico es sólo un momento hacia una nueva revitalización <strong>de</strong> la<br />

Palabra <strong>de</strong> Dios en la predicación, don<strong>de</strong> renace la vitalidad originaria <strong>de</strong> la Palabra<br />

<strong>de</strong> Dios pronunciada por los apóstoles. 18 La Palabra <strong>de</strong> Dios alcanza su plena actualización<br />

cuando es proclamada por la Iglesia, por los enviados (cf. Rom 10,15), y cuando<br />

es acogida como Palabra <strong>de</strong> Dios (cf. 1 Tes 2,13). “La palabra no es totalmente<br />

palabra más que cuando se establece entre el que habla y aquel a quien habla una<br />

comunicación profunda y transparente”. 19 El Espíritu Santo “aposenta” (San Juan <strong>de</strong><br />

la Cruz) la Palabra <strong>de</strong> Dios en nosotros, apropiándola, personalizándola, recordándola,<br />

abriendo el corazón para enten<strong>de</strong>rla y la vida para practicarla. La Palabra <strong>de</strong> Dios<br />

no es un <strong>de</strong>pósito inerte, sino fuerza viva en la Iglesia y con la Iglesia (DV 8).<br />

Las oraciones contenidas en la Biblia −salmos, cánticos y otras formas oracionales<br />

diseminadas en los libros sagrados− son también Palabra <strong>de</strong> Dios, porque nacen<br />

<strong>de</strong> ella, son su eco y respuesta <strong>de</strong> los <strong>de</strong>stinatarios. La plegaria es signo <strong>de</strong> que la Palabra<br />

<strong>de</strong> Dios ha sido escuchada y es efecto suscitado por su acogida. En la oración<br />

respon<strong>de</strong> el hombre dialogando con Dios que le habla.<br />

d) Palabra <strong>de</strong> Dios e Iglesia<br />

La Palabra <strong>de</strong> Dios es inseparable <strong>de</strong> la persona <strong>de</strong> Jesús. Anunció el Reino <strong>de</strong><br />

Dios, que se hacía presente en su palabra, en sus acciones, en el trato con los pobres,<br />

débiles, afligidos y pecadores (cf. Mt 11,2-6; 12,38; Mc 8,38). Más aún, Jesús es la<br />

Palabra creadora <strong>de</strong> Dios, la Palabra dirigida a todo hombre que viene a este mundo,<br />

la Palabra encarnada, la Palabra <strong>de</strong> Dios en persona.<br />

Jesucristo, Palabra <strong>de</strong> Dios, continúa en la misión <strong>de</strong> la Iglesia, que la escucha y<br />

proclama (cf. DV 1). La Sagrada Escritura está en el corazón y en las manos <strong>de</strong> la<br />

Iglesia como una carta que Dios le ha enviado, que <strong>de</strong>be leer todos los días. Sólo <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

el reconocimiento <strong>de</strong> Jesucristo como la única y <strong>de</strong>finitiva Palabra encarnada <strong>de</strong><br />

Dios, y como servicio testimonial y homenaje <strong>de</strong> agra<strong>de</strong>cimiento a esta Palabra por<br />

parte <strong>de</strong> la Iglesia se compren<strong>de</strong> la prolongación <strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios en su predicación,<br />

sacramentos y caridad. La predicación <strong>de</strong> la Iglesia es “servicio a la Palabra”<br />

(Act 6,4) y testimonio <strong>de</strong> lo que dijo, hizo y es Jesucristo (cf. Act 1,1 ss.). En la predicación<br />

apostólica es proferida y actuada la <strong>de</strong>finitiva Palabra <strong>de</strong> Dios (Act 4,29.31;<br />

18 L. Scheffczyk, a.c. col. 154.<br />

19 Guillet, a.c. col. 250. «Las Escrituras son el testimonio esencial <strong>de</strong> la revelación, pero la revelación<br />

es algo vivo, más gran<strong>de</strong>, que, para que sea tal, <strong>de</strong>be llegar a su <strong>de</strong>stino y <strong>de</strong>be ser percibida; si<br />

no, no se produciría “revelación”» (J. Ratzinger, Mi vida, o.c. p 103). “Los sujetos <strong>de</strong>l evento <strong>de</strong> la<br />

Palabra <strong>de</strong> Dios son Dios, que la anuncia, y el <strong>de</strong>stinatario, persona y comunidad. Dios habla, pero sin<br />

la escucha <strong>de</strong>l creyente la Palabra se muestra dicha, pero no recibida. Por ello, se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que la<br />

revelación bíblica es el encuentro entre Dios y el pueblo en la experiencia <strong>de</strong> la única Palabra y que<br />

entre ambos hacen la Palabra. La fe obra, la Palabra crea” (Instrumentum laboris 23).

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