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ECCLESIA 3576

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criterios fundamentales para superar<br />

los desequilibrios globales, a la luz del<br />

bien común. Y es que, sin el conocimiento<br />

del verdadero bien humano, la<br />

caridad cae en el sentimentalismo (Caritas<br />

in veritate, n. 3: <strong>ECCLESIA</strong>, núm.<br />

3.475 [2009/II[, pág. 1081); la justicia<br />

pierde su «medida» fundamental; el<br />

principio del destino universal de los<br />

bienes queda deslegitimado. Los diferentes<br />

desequilibrios globales característicos<br />

de nuestra época alimentan<br />

disparidades, diferencias de riqueza,<br />

desigualdades que generan problemas<br />

de justicia y de distribución equitativa<br />

de los recursos y de las oportunidades,<br />

particularmente para con los<br />

más pobres.<br />

No son, empero, menos preocupantes<br />

los fenómenos relacionados<br />

con un mundo de las finanzas que,<br />

pasada la fase más aguda de la crisis,<br />

ha vuelto a estipular con frenesí contratos<br />

de crédito que a menudo permiten<br />

una especulación sin límites. Fenómenos<br />

de especulación perjudicial<br />

se registran, asimismo, con referencia<br />

a los productos alimenticios, al agua,<br />

a la tierra, por lo que acaban depauperando<br />

aún más a quienes ya viven<br />

en situaciones gravemente precarias.<br />

Análogamente, el aumento de los precios<br />

de los recursos energéticos primarios,<br />

con la consiguiente búsqueda<br />

de energías alternativas –guiada a veces<br />

por intereses exclusivamente económicos<br />

a corto plazo–, acaba teniendo<br />

consecuencias negativas para el<br />

medio ambiente, así como para el<br />

mismo hombre.<br />

La cuestión social actual es indudablemente<br />

cuestión de justicia social<br />

mundial, como por otro lado la<br />

Mater et magistra ya recordaba hace<br />

cincuenta años, aun cuando en relación<br />

con otro contexto. Es también<br />

cuestión de distribución equitativa<br />

de los recursos materiales e inmateriales;<br />

de globalización de la democracia<br />

sustancial, social y participativa.<br />

Por eso, en un contexto en el que<br />

se asiste a una unificación progresiva<br />

de la humanidad, resulta indispensable<br />

que la nueva evangelización<br />

de lo social ponga en evidencia<br />

las implicaciones de una justicia que<br />

ha de realizarse a escala universal.<br />

Por lo que se refiere al fundamento<br />

971<br />

de dicha justicia, hay que subrayar<br />

que no es posible realizarla apoyándose<br />

tan sólo en el consenso social,<br />

sin reconocer que éste, para ser duradero,<br />

debe estar enraizado en el<br />

bien humano universal. Por lo que<br />

atañe al plano de su realización, la<br />

justicia social debe llevarse a cabo en<br />

la sociedad civil, en la economía de<br />

mercado (cf. ibíd., n. 35: <strong>ECCLESIA</strong><br />

cit., págs. 1091-1092), pero también<br />

por parte de una autoridad política<br />

honrada y transparente que guarde<br />

proporción con ella, incluso en el<br />

ámbito internacional (cf. ibíd., n. 67:<br />

<strong>ECCLESIA</strong> cit., pág. 1104).<br />

Con relación a los grandes desafíos<br />

de hoy, la Iglesia, al tiempo que confía<br />

en primer lugar en el Señor Jesús y en<br />

su Espíritu, que la conducen a través<br />

de los avatares del mundo, cuenta<br />

también, para la difusión de la Doctrina<br />

Social, con la actividad de sus instituciones<br />

culturales, los programas de<br />

instrucción religiosa y de catequesis<br />

social de las parroquias, los medios<br />

de comunicación y la labor de anuncio<br />

y de testimonio de los christifideles<br />

laici (cf. Mater et magistra, nn. 206-<br />

207: <strong>ECCLESIA</strong>, núm. 1.045 [1961/II],<br />

págs. 923-924). Éstos deben estar<br />

preparados espiritual, profesional y<br />

éticamente. La Mater et magistra insistía<br />

no sólo en la formación, sino sobre<br />

todo en la educación que forma<br />

cristianamente la conciencia y encamina<br />

hacia una acción concreta, según<br />

un discernimiento sabiamente guiado.<br />

El beato Juan XXIII afirmaba: «Para<br />

actuar cristianamente en el campo<br />

económico y social difícilmente resulta<br />

eficaz la educación, si los mismos sujetos<br />

no toman parte activa en ella, y<br />

si la misma no se desenvuelve a través<br />

de la acción» (nn. 212-213: <strong>ECCLESIA</strong><br />

cit., pág. 924).<br />

Siguen siendo válidas, además, las<br />

indicaciones dadas por el Papa Roncalli<br />

en relación con un legítimo pluralismo<br />

entre los católicos al llevar a<br />

la práctica la Doctrina Social. Escribía,<br />

en efecto, que en este ámbito «pueden<br />

surgir divergencias aun entre los<br />

católicos rectos y sinceros. Cuando<br />

esto suceda, que no falten las mutuas<br />

consideraciones, el respeto recíproco<br />

y la buena disposición para individuar<br />

los puntos en que coinciden en<br />

Documentación<br />

orden a una oportuna y eficaz acción.<br />

No se desgasten en discusiones<br />

interminables; y, bajo el pretexto de<br />

lo mejor y de lo óptimo, no se descuide<br />

de cumplir el bien que es posible,<br />

y por lo tanto obligatorio» (n.<br />

219: <strong>ECCLESIA</strong>, íd.). Son instituciones<br />

importantes al servicio de la nueva<br />

evangelización de lo social, amén de<br />

las asociaciones de voluntariado y de<br />

las organizaciones no gubernamentales<br />

cristianas o de inspiración cristiana,<br />

las Comisiones «Justicia y Paz»,<br />

las Oficinas para los Problemas Sociales<br />

y el Trabajo, los Centros e Institutos<br />

de Doctrina Social, muchos de<br />

los cuales no se limitan al estudio y a<br />

la difusión, sino que también se ocupan<br />

del acompañamiento de varias<br />

iniciativas de experimentación de los<br />

contenidos del magisterio social,<br />

como es el caso de las cooperativas<br />

sociales de desarrollo, las experiencias<br />

de microcrédito y una economía<br />

animada por la lógica de la comunión<br />

y de la fraternidad.<br />

En la Mater et magistra, el beato<br />

Juan XXIII recordaba que pueden<br />

captarse con más seguridad las exigencias<br />

fundamentales de la justicia<br />

cuando se camina como hijo de la luz<br />

(cf. n. 235: <strong>ECCLESIA</strong> cit., pág. 926). Os<br />

deseo, pues, a todos que el Señor resucitado<br />

inflame vuestros corazones y<br />

os ayude a difundir el fruto de la Redención<br />

mediante una nueva evangelización<br />

de lo social y el testimonio de<br />

la vida buena según el Evangelio. Que<br />

dicha evangelización esté sustentada<br />

por una pastoral social adecuada, activada<br />

de forma sistemática en las diferentes<br />

Iglesias particulares. En un<br />

mundo que en no pocas ocasiones<br />

se encuentra replegado sobre sí mismo,<br />

falto de esperanza, la Iglesia espera<br />

que seáis fermento, sembradores<br />

incansables de pensamiento veraz y<br />

responsable y de planificación social<br />

generosa, sostenidos por el amor lleno<br />

de verdad que reside en Jesucristo,<br />

Verbo de Dios humanado. Mientras<br />

os doy las gracias por vuestra labor,<br />

os imparto de todo corazón mi bendición<br />

apostólica<br />

(Original italiano procedente del archivo<br />

informático de la Santa Sede;<br />

traducción de <strong>ECCLESIA</strong>)<br />

Número 3.576 25 de junio de 2011 27

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