ECCLESIA 3576

Bienaventurados los que caminan
José Luis Pinilla Martín, SJ
Director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Migraciones
Bienaventurados los que caminan.
«¡Que el sol de mediodía, que
abrasa los pies, no los haga detenerse!
¡Que la charla calmada de la tarde
los conforte! ¡Que no los asuste ni el
hambre, ni la sed cuando la ruta pase
lejos de las fuentes y de los arroyos!
Siempre habrá un horizonte que –aunque
no se alcance– marca la ruta. Felices
aquellos que saben cantar en la noche
junto al fuego de la hoguera. Y
sentirse hermano del que camina, o
rema junto a él. Bienaventurados quienes
quieran aferrarse, cuando les falte
el aliento, a la mano que los ama en
cualquier camino. En cualquier viaje»
(Leyenda beduina).
Antonio Bravo, párroco madrileño y
ex delegado episcopal de Cáritas, utilizó
precisamente la metáfora del viaje
en la principal ponencia de las XXXI
Jornadas de delegados de Migraciones
recientemente celebradas y en donde
se ofreció un sencillo homenaje a monseñor
José Sánchez, anterior presidente
de la Comisión Episcopal de Migraciones
(CEM). Un viaje que va de la
pastoral de acogida a la pastoral de la
comunión. Y que partía de una profunda
convicción compartida: «A través del
rostro de los inmigrantes y de las situaciones
de sus vidas, el Señor sale a
nuestro encuentro y nos habla» (Juan
Pablo II, Novo millennio ineunte 50).
De la acogida
a la comunión
El Papa beato Juan Pablo II insistió en
la necesidad de globalizar la solidaridad,
de trabajar para desarrollar una verdadera
cultura de la solidaridad. Pero también
la solidaridad debe ser evangelizada,
pues puede reducirse a la solidaridad
del rico y potentado hacia el
indigente y débil que, por lo general, termina
engendrando mayor dependencia
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Significativa imagen de inmigrantes.
y rivalidad. La intención de los participantes
en las Jornadas era pasar de la
acogida a la comunión, porque la verdadera
comunión lleva consigo el dar y
recibir, darse y recibirse. La persona, que
está en el corazón de la doctrina social
de la Iglesia, es relación: el «yo» y el «tú»
se realizan en la medida que se viven
como un «nosotros» en la igualdad y la
diversidad, a imagen de la Trinidad.
Ahí hay que encajar los testimonios
de los Inmigrantes de las Iglesias de
origen de Rumania, África y Ecuador
(principales contingentes de emigrantes
en España) y la experiencia concreta en
la acogida en muchos lugares de la
Iglesia de destino (Cádiz, Sevilla, Barcelona,
Badajoz, París, Alicante...) para ha-
Número 3.576 25 de junio de 2011
Colaboración
cer propuestas operativas que aseguren
la integración social y la comunión
eclesial: seguir insistiendo en crear comunidades
promotoras de solidaridad,
acogida, dialogo y comunión fraterna
que arranquen de la proyección social
de la eucaristía; promover una acción
pastoral, social y caritativa que acompañen
siempre a las comunidades y a
la persona concreta en su totalidad,
pues ésta es infinitamente más que un
cúmulo de necesidades y circunstancias.
Colaboración por parte de todos
en el establecimiento de unas leyes y
una opinión pública favorable que camine
con los inmigrantes desde una
antropología basada en el evangelio...
«La fe hace posible que el corazón
vea a un hermano allí donde los ojos
han visto a un emigrante». Nos recordó
el franciscano gallego, monseñor Santiago
Agrelo, arzobispo de Tánger, en
un impactante testimonio personal.
Porque, como él mismo dijo, «eso no es
tan fácil como pudiera parecer, pues el
cuerpo te pide que en el que llega veas
una amenaza, un peligro para ti, para
los tuyos, para tus ideas, para tus creencias;
algo te dice que ese desconocido
representa menos posibilidades para
tus aspiraciones, para tu bienestar, para
tu tranquilidad. Lo más fácil es que le
des al intruso una montaña de nombres
en negativo antes de que llegues a
llamarlo hermano porque ya has
aprendido a verlo como hermano».
Y mientras tanto, nos vamos defendiendo
de las oleadas peligrosas que
«ante la situación actual de crisis
pueden hacer surgir actitudes racistas
y xenófobas cuando a los emigrantes
–víctimas y no generadores de la
misma– se les pueda considerar como
una amenaza», advirtió monseñor
Ciriaco Benavente, actual presidente
de la CEM, en sus palabras de acogida.
Y es que «ellos pueden ser un regalo
de cara a un futuro más fraterno.
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