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1.- Introducción

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<strong>1.</strong>- <strong>Introducción</strong><br />

I DOMINGO DE ADVIENTO<br />

"ESTAD EN VELA"<br />

Al principio del año litúrgico suena el grito del centinela: Vigilad... Velad. Es un golpe despertador.<br />

Seguro que nos hace falta. El toque de alarma nos viene de Jesús.<br />

Jesús es la Palabra, que no deja de resonar, es el himno de la creación, es el grito de la oración, es<br />

el grito de la pasión. Dios no es silencio, es palabra y sinfonía, aunque nos tapemos los oídos, porque no<br />

queremos escuchar.<br />

Velad, dice Jesús. No lo grita para asustarnos, sino para que estemos preparados ante el ataque del<br />

enemigo. Lo dice para esperanzarnos, para que no dejemos pasar un acontecimiento de gracia. Velad, no<br />

ya para que os defendáis del ladrón o del diablo, sino para descubrir y recibir al mismo Dios. Él va a venir y<br />

todo puede cambiar en vuestra vida. Dios va a venir, y con Él vendrá la belleza, la paz y la alegría.<br />

Somos propensos al sueño, y Jesús lo sabe. Nos pasa como a los discípulos en Getsemaní, dormidos<br />

mientras el maestro entraba en agonía.<br />

Hablamos del sueño espiritual, de la pesadez, de la opacidad, del cansancio; hablamos de la pereza,<br />

de la inconsistencia; hablamos de la distracción y la alineación existencial. Vivimos, no cabe duda, en<br />

una generación alienada. La alineación es como una droga del alma. Podríamos fácilmente enumerar este<br />

tipo de drogas, desde ciertas ideologías hasta la televisión de cada día. Y así estamos entretenidos, divertidos,<br />

pero dormidos.<br />

"Pan y circo" decían los antiguos. Hoy no hay circo, pero hay muchos sustitutos que producen el<br />

mismo efecto. Lo sabemos. Seguimos hipnotizados por el consumo y la diversión.<br />

El consumo y la diversión nos embota, nos insensibiliza, nos duerme. Produce en nosotros la inconsistencia<br />

e irresponsabilidad. Así los grandes problemas de la Humanidad no nos quitan el sueño. Dormimos<br />

bien aunque sepamos que pueblos enteros padecen hambre y subdesarrollo, dormimos bien aunque oigamos<br />

hablar de guerras y genocidios, de tiranías y racismos; dormimos bien aunque nos lleguen noticias del<br />

sufrimiento de los inmigrantes, de los refugiados y perseguidos, de los encarcelados y torturados; dormimos<br />

bien aunque conozcamos las plagas modernas de la Humanidad, como el Sida, la droga, la esclavitud, la<br />

prostitución, el aborto, el terror, el armamentismo, la injusticia, el analfabetismo, el comercio de seres humanos.<br />

(Nos quedamos en diez).<br />

Por eso, la palabra del Evangelio sigue siendo actual: Vigilad. Bien está que descansemos y que<br />

nos divirtamos, pero vigilad. Hay cosas más importantes que el resultado de un partido o de un concurso.<br />

Hay problemas urgentes que exigen nuestra atención y nuestro compromiso. Y hay oportunidades que no<br />

debemos dejar pasar.<br />

Vigilad porque Dios se está acercando. Hoy mismo puede pasar junto a ti. Tienes que descubrir su<br />

presencia. Puede ser una persona, un encuentro, una palabra, un signo, un acontecimiento, un Sacramento.<br />

Todo puede ser un Sacramento del Señor. Puede hacerse presente en un silencio, en una oración, en un<br />

sufrimiento, en una alegría. Todo puede ser Evangelio de Dios. Vigilad. No vaya a llegar el esposo y tengáis<br />

apagadas vuestras lámparas.<br />

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