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adviento<br />
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 16, 25-27<br />
Hermanos: Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a<br />
Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora<br />
en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones<br />
a la obediencia de la fe al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.<br />
Lectura del Evangelio según San Lucas 1, 26-38<br />
Palabra de Dios<br />
En aquel tiempo; el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada<br />
Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba<br />
María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: - "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo."<br />
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: - "No<br />
temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo,<br />
y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el<br />
trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin." Y<br />
María dijo al ángel: - "¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?" El ángel le contestó: - "El Espíritu<br />
Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a<br />
nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido<br />
un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible." María<br />
contestó: - "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra." Y la dejó el ángel.<br />
3. Reflexión e interiorización de la Palabra<br />
Palabra del Señor<br />
Hoy volvemos a fijarnos en María, y pensamos cómo serían esos últimos momentos antes del alumbramiento<br />
de Jesús. Como toda madre primeriza conjugaría los sentimientos de ilusión y alegría junto con<br />
cierto temor; máxime teniendo en cuenta quién era el que venía al mundo.<br />
A ejemplo de María, en este domingo de Adviento, se nos invita a hacer nuestra su actitud: acoger<br />
el mensaje de Dios y encarnarlo en nuestra vida.<br />
Tenemos que sintonizar con el mensaje de salvación ofrecido por Dios y la ejemplar actitud que nos<br />
ofrece la Virgen María.<br />
Ella no defraudó al Señor. Dio generosa acogida a la Palabra de Dios y llevó a buen término la<br />
misión que le fue encomendada. Sin comprender de modo total lo que Dios quiere de ella, responde al ángel<br />
con sencillez: "que se realice en mí lo que el Señor quiere".<br />
La confianza en Dios está por encima de las dudas que ella pueda tener ante la petición de Dios.<br />
La Iglesia, y cada cristiano que acoge a Dios en su interior, es también presencia amorosa, inmerecida de<br />
Dios en medio de los suyos.<br />
Si en Belén Jesús no encontró un sitio adecuado para su nacimiento, nosotros le preparamos una<br />
acogida afectuosa con un compromiso verdadero de conversión.<br />
Dejémonos interrogar sobre nuestra preparación para acoger el misterio de Jesús, la Buena Noticia<br />
de un Dios que se ha hecho hombre para salvar a todos los hombres. María supo escuchar la voz de Dios<br />
y encarnarla en su propia vida.