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1.- Introducción

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<strong>1.</strong>- <strong>Introducción</strong><br />

CORPUS CHRISTI<br />

ESTO ES MI CUERPO<br />

Hoy dirigimos nuestros ojos y nuestros corazones al Cuerpo y la Sangre de Jesús. Queremos agradecer<br />

-"Eucaristía"- cuanto significa para nosotros la presencia continuada del cuerpo y la sangre de Cristo.<br />

Queremos adorar el cuerpo y la sangre de Cristo, en actitud admirativa por el amor que encierran. Un memorial<br />

de su entrega hasta la muerte y de su resurrección como vida para el hombre. Profundo misterio de fe e<br />

inefable Sacramento de Amor.<br />

La Eucaristía es la Pascua renovada. Terminada la cincuentena pascual, no queremos que la<br />

Pascua termine, porque en ellos nos va la vida. La Iglesia en su liturgia nos asegura: mientras esté con nosotros<br />

el Cuerpo y la Sangre de Cristo la Pascua no termina. Cristo sigue muriendo por nosotros y resucitando<br />

en y para nosotros. "Cada vez que coméis de este pan y bebéis de este cáliz anunciáis la muerte del<br />

Señor hasta que vuelva" (1 Co 11,26).<br />

Hasta que vuelva indica la última venida de Jesucristo, su manifestación gloriosa al final de los tiempos,<br />

pero en cada hoy de espera él vuelve a nosotros; cuando nos reunimos para partir el pan y participamos<br />

de su vida entregada y resucitada preguntamos el banquete del Reino.<br />

Pero la Eucaristía es signo de comunión también con los hermanos, por eso hoy es el Día de<br />

Caridad. En la Eucaristía nos alimentamos del amor de Cristo, nos identificamos con sus sentimientos y actitudes<br />

de acogida y entrega. En la Eucaristía compartimos, con-vivimos, comulgamos, nos unimos en comúnunión.<br />

Urgidos a aceptarnos y comprendernos, a perdonarnos y querernos. Después de comulgar tenemos<br />

que salir con fuerza para superar toda enemistad. No puede existir rivalidad ni distanciamiento entre los que<br />

participan de la mesa del Señor.<br />

Urgidos asimismo a compartir. El que parte el pan de la<br />

Eucaristía debe partir el pan de cada día. Ya desde el principio,<br />

como testifica S. Justino, ningún cristiano se acercaba<br />

a la Eucaristía sin algo que ofrecer. No puede<br />

haber amor si no toca la cartera. Ofrecían parte de<br />

sus bienes, como don de caridad, y salían, sí,<br />

con las manos vacías, pero con el corazón<br />

lleno.<br />

Ungidos también a servir, actualizando<br />

los gestos de Jesús que se puso a lavar<br />

los pies de sus discípulos antes de comulgar,<br />

que se inclinaba sobre el herido del camino,<br />

que escuchaba y curaba a los enfermos del<br />

cuerpo y del alma. Después de comulgar nos<br />

preguntaremos sobre los hermanos que necesitan<br />

nuestra ayuda y nuestros servicios, qué pies<br />

tendré que besar y lavar, qué heridas deberé curar,<br />

qué soledad superar. "La Eucaristía entraña un compromiso<br />

en favor de los pobres" (CIC n. <strong>1.</strong>397).

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