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3.- Reflexión e interiorización de la Palabra<br />
Jesús instituyó la Eucaristía en el marco de una cena. En torno a la mesa Jesús expresaba sentimientos<br />
muy humanos y muy divinos. Junto al pan que partía, compartía la amistad y repartía la gracia y el<br />
perdón de Dios. Llegó a comparar el Reino de Dios a un banquete, por lo que supone de abundancia, de<br />
intimidad y de alegría.<br />
Las comidas de Jesús -y los banquetes de Dios- tienen sus peculiaridades:<br />
· La invitación es universal. No hay exclusiones de ningún tipo, ni por raza o posición social, ni por<br />
cultura o religión. Todos invitados, por que todos son queridos. El problema es que no todos aceptan.<br />
· Sí se dan ciertas preferencias. Se invita con más insistencia a los pobres, a los más excluidos y<br />
necesitados. En general, ellos son los que mejor responden. "Cuando des un banquete, llama a los pobres,<br />
a los lisiados, a los cojos, a los ciegos" (Lc 14,13; cf 14, 21).<br />
· Para participar en el banquete se necesita una esmerada preparación. Hay que dejarse lavar los<br />
pies o vestirse con el traje adecuado ( cf Jn 13, 8; Mt 22, 11-13). Hay que adornase con las joyas de la humildad<br />
y la limpieza de corazón.<br />
Este banquete, que culminará en el Reino, tiene que empezar a realizarse en el tiempo; el banquete<br />
de la Eucaristía nos compromete con el banquete de la vida. Dios quiere que todos sus hijos, sin exclusiones,<br />
participen en el banquete de la Creación.<br />
Y, sin embargo, la mayor parte de la Humanidad no tiene posibilidades de sentarse a la mesa, están,<br />
como Lázaro, a la puerta del palacio, pidiendo los excedentes. ¿Por qué hay tantos millones de Lázaros<br />
hambrientos? La pregunta interpela especialmente a los que celebramos la Eucaristía. No podemos alimentarnos<br />
del cuerpo de Cristo y dejar morir a los cuerpos de Cristo. Mientras haya pobres y hambrientos tenemos<br />
que interrogarnos sobre la verdad y vivencia de nuestra justicia y nuestra caridad.<br />
·¿Valoramos la acción del Espíritu Santo en la celebración de la Eucaristía? ¿Nos dejamos transformar<br />
por Él como el pan y el vino?<br />
· ¿Valoramos y vivimos los signos de la fracción del pan y de la sangre derramada?<br />
· ¿Valoramos el signo de la paz hasta el compromiso?<br />
· ¿Valoramos y entrañamos el signo de la comunión?<br />
ORACIÓN<br />
COMUNIÓN y EXCOMUNIÓN (Integración y exclusión)<br />
Los discípulos junto a Cristo, en comunión, ya nadie será excluido de la mesa,<br />
y todos junto al sol encadenados, mientras Judas -la noche- se alejaba hacia el vacío,<br />
porque no quiso la atadura curativa. Judas y Cristo -¡qué contraste!parece<br />
en un momento que se encuentran. Judas, colgado de un árbol, porque quiso,<br />
desesperado, tenebroso, en el abismo, convirtiendo en lugar de maldición el árbol,<br />
el árbol ya maldito en un principio. Jesús, colgado de otro árbol, porque quiso,<br />
al borde de fractura, pero amando, sujeto a la obediencia, pero amando,<br />
obedeciendo hasta el fin, hasta la muerte, haciendo de la sangre y el árbol sacramento,<br />
el árbol de la gracia y de la vida.