septiembre 7
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la constancia que mantiene fresco y en constante evolucionar nuestro arsenal artístico, empeñado<br />
en no cejar desde que por primera vez en Cuba alguien se pensara realmente titiritero.<br />
Un poco de lo que somos<br />
En mi incipiente andar como artista titiritera,<br />
pues no me gustaría circunscribirme a los<br />
términos actriz, dramaturga o investigadora,<br />
negando así en una oración lo que aspiro<br />
defender en el resto de estas cuartillas; debo<br />
mucho a todos los integrantes de este panel.<br />
Cuando Rubén me propuso volcar mis<br />
consideraciones sobre la evolución del actor<br />
titiritero cubano, no pude evitar pensar en mis<br />
inicios, y en toda la experiencia adquirida en el<br />
andar cercano a nombres como René<br />
Fernández, Fara Madrigal, Blanca Felipe, Yudd<br />
Favier, Marilyn Garbey, Norge Espinosa o el<br />
mismo Rubén: padre titiritero de mi alma titiritera.<br />
María Laura Germán y Rubén Darío Salazar<br />
en el Foro UNIMA<br />
Cito a Carucha desde las páginas de Rubén cuando afirma que ―un titiritero tiene que dominar una<br />
serie de disciplinas para considerarse como tal. Eso no significa que dominando todos esos<br />
conocimientos sus preferencias no lo lleven a especializarse. La actuación dentro del teatro de<br />
títeres debe ser requisito indispensable para ser titiritero profesional 1 ‖.<br />
En tiempos en que el cine 3D, por no mencionar los Nintendos y celulares y los millones de equipos<br />
que jamás podré enumerar, hace que las imágenes salgan de la pantalla y el público vomite de<br />
revoltura pensando que una ballena lo va a tragar en los próximos tres segundos: nosotros hacemos<br />
teatro. ¿Por qué?<br />
Cada uno tendrá sus muchas respuestas, porque siempre hay miles de respuestas para lo que se<br />
hace con seguridad y pasión. Y son respuestas que deben replantearse a cada momento, porque ya<br />
no son iguales las generaciones para las que se trabaja, ni los códigos que funcionan, ni los temas<br />
que interesan. Y esa información es requisito vital para la supervivencia del teatro de títeres.<br />
Más allá de la dicotomía entre el actor y el actor titiritero, la reflexión debe dirigirse al ―ser o no ser‖;<br />
porque ningún titiritero puede animar con toda magnificencia si no es en principio un buen actor; así<br />
como el ―actor dramático‖ deberá considerarse alguna vez titiritero para que cada objeto que<br />
sostenga en escena adquiera todo el sentido en sus manos.<br />
Se es actor o no se es. La especialización es la herramienta de la realización, del éxito. Pero eso no<br />
implica que los conceptos que puedan parecer ajenos se dejen a un lado. Aun cuando la profesión<br />
titiritera se mantenga igual en esencia, sin que el paso de los siglos pueda distanciarla totalmente de<br />
la diversión y los niños; el arte de nuestros días debe escribirse con letras mayúsculas, a modo de