septiembre 7
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de un creador de la propia agrupación; así se mantiene en casi todos. Esto ha dado la posibilidad de<br />
no ser dirigidos por personas no instruidas en la labor artística del teatro. Este hecho ha ayudado a<br />
la permanencia de nuestro movimiento, pertenencia y potencial cultural. Golpes como la<br />
parametración, la emigración, la discriminación, el período especial, necios sistemas administrativos,<br />
los añosos procesos de evaluaciones, consejos artísticos, grupos de expertos y los cachiporrazos de<br />
la implantación en el país de políticas de ajustes y austeridad para arreglar la economía. Todo esto<br />
nos pone en situación de pensar el destino del arte de los títeres.<br />
Nada cae en saco roto<br />
En estos 50 años podemos enumerar puestas en escena verdaderamente representativas de<br />
nuestro oficio, pero la indiferencia, el formalismo, la demagogia, la rutina, el estatismo artísticotécnico,<br />
la burocracia cultural y artística, diferencias metodológicas y actitudes pasivas en muchos<br />
de nuestros organismos, organizaciones, grupos, proyectos y profesionales han desalmado su<br />
ascensión. Pero extrañamente esa inestabilidad en la estación de la vida de los títeres, ese<br />
sobredicho peregrinar, nos ha dotado de particularidades que distinguen nuestra dirección artística,<br />
marcada por los iniciáticos maestros y los directores-descendientes que grabaron con herramientas<br />
primarias la década de los 60; continuada con ausencias de importantes creadores en los 70,<br />
mejorada en los 80, superada en los 90 y provocando a finales de siglo y principios del nuevo una<br />
imagen alentadora de la escena.<br />
No sería justo callar acciones que han diversificado el<br />
caudal de la accidentada trayectoria del teatro de<br />
títeres en estas cinco décadas. Entre estas<br />
significativas actividades está el respaldo del teatro de<br />
arte de los países socialistas, métodos con carácter<br />
absoluto, tendencias y formas de expresión que se han<br />
cultivado en nuestro panorama teatral. Las primarias<br />
escuelas de instructores de arte y las actuales.<br />
Rondaron todos los tiempos cursos de superación y<br />
capacitación, encuentros, festivales, talleres,<br />
concentrados, diplomados, diversidad de escuelas, la<br />
ENA, el ISA, el auto estudio, algunos técnicos y<br />
Teatro La Comarca, Camagüey<br />
creadores extranjeros que nos visitaron, y las pocas<br />
oportunidades de becas y cortos estudios en países socialistas y otros, giras de nuestras<br />
agrupaciones al extranjeros, y en dos décadas y diez ediciones el pujante Taller Internacional de<br />
Teatro de Títeres que en los expectantes momentos del período especial supo recobrar el terreno de<br />
los retablos y su espacio de intercambio, y subsanar la lamentable ausencia de comunicación de los<br />
titiriteros. De todo esto se ha nutrido nuestro quehacer.<br />
Hoy me inquieta ver en los retablos reproducciones, copias y cascos de rutinarios recursos y<br />
procedimientos en muchas puestas. La falta de imaginación marca la escena en el uso del lenguaje<br />
de las imágenes, las técnicas de animación y las estructuras dramatúrgicas. Siento la ausencia de<br />
investigación y renovación de formas y contenidos: búsquedas que nos exigen la escena del títere y<br />
50 años transcurridos en nuestro movimiento.