septiembre 7
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A la labor autodidacta se unen las inquietudes de los teatreros de academia, y la actuación titiritera<br />
en Cuba comienza a minarse de códigos universales que, como en zancos, la hacen avanzar hacia<br />
un terreno cada vez más sólido.<br />
Durante los años 1961 al 63 los miembros del Guiñol Nacional de Cuba, que ya en 1963 se<br />
convertiría en Teatro Nacional de Guiñol, se lanzan a la empresa de crear nuevas compañías en<br />
todo lo largo y ancho de la Isla. Es así como mediante talleres se forman jóvenes actores que<br />
integrarían los guiñoles en cada provincia. Con la creación de estas compañías los actores ya no<br />
tuvieron la necesidad de regresión al juglar ―hacelo todo‖. Ya no tenía el actor que ejercer como<br />
diseñador, luminotécnico y musicólogo (aunque debiera poseer tal amalgama de habilidades), sino<br />
que podía centrarse en depurar la animación de figuras y la actuación, en consonancia con las<br />
tendencias modernas, que ya marcaban un paso apurado y firme. Fueron estas compañías las<br />
nuevas escuelas de los titiriteros, incluso después de la fundación, entre 1969 y 1971, de la Escuela<br />
Nacional de Teatro Infantil (ENTI) o Escuela Nacional de Teatro para Niños y Jóvenes, bajo el título<br />
Plan Cultura MINED, porque es el equilibrio entre la teoría y la práctica lo que hace que la formación<br />
del artista sea realmente íntegra.<br />
Luego de atravesar por períodos de ―incomprensión‖, debido a la fuerza del teatro dramático<br />
naturalista, el siglo XX se mostró benévolo con los títeres europeos, negando la imitación y<br />
reafirmando la titereidad con la colocación en escena del actor ―vivo‖ junto a la figura animada. Esta<br />
revolución de conceptos, por supuesto que afectaría los nuevos intentos de quienes mantenían el<br />
empeño de consolidar un arte titiritero nacional. Con el triunfo revolucionario esta conexión con el<br />
mundo se había hecho palpable, y por ende aumentaban las ambiciones y los logros.<br />
Durante los 70 hay un renacer del titiritero juglar, pero ya con los brazos más firmes y la voz más alta<br />
y clara. Y es durante los 80 que se rescata la experimentación, ya presente en los espectáculos de<br />
los Camejos en los años 60, junto con la incorporación de una nueva generación de jóvenes<br />
egresados del Instituto Superior de Arte, sobre la coexistencia del actor vivo y el títere en escena. De<br />
la mano de la práctica teatral, desde 1981 otras acciones tienen lugar, no solo para profesionales,<br />
sino para estudiantes. El Seminario de Teatro para Niños en el ISA, que se mantuvo hasta finales de<br />
los 80, liderado por Freddy Artiles y Mayra Navarro, apuntaba hacia la superación de los futuros<br />
titiriteros desde el conocimientos de las herramientas ya no solo de la escena, sino de la historia y la<br />
teoría; este seminario posteriormente quedaría como asignatura del plan de estudios del Instituto.<br />
A partir de entonces los empeños fueron más sólidos y certeros. Durante la década del 90 el trabajo<br />
titiritero se enriquece con la creación en el 1994 del Taller Internacional de Títeres de Matanzas,<br />
espacio importantísimo ya no solo de diálogo e intercambio, sino de superación profesional, que<br />
nutre el teatro de figuras cubano entregando a la par un poco de lo que somos al mundo entero.<br />
Entre 1999 y 2006 otra vez el ISA abre sus puertas a los titiriteros con el Diplomado de Teatro para<br />
Niños y de Títeres al cual acuden profesionales de todas las generaciones y de todas partes del<br />
país. Los Estudios Primavera, encabezados por el Teatro Papalote desde el 2007; y la Red TMT<br />
(Títeres mueven titiriteros) coordinada por Nueva Línea cuyo primer taller sesionó en el 2012; ambos<br />
con el apoyo de la AHS y el Consejo de las Arte Escénicas, son muestras del quehacer sin frenos y