Tema 5. La Escolástica - inicio
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA Medieval<br />
(a pesar de que en su época fue acusado precisamente de eso). Sto. Tomás seguía creyendo<br />
que el tribunal último de la verdad era la revelación (la Fe), y que cualquier conclusión que<br />
contradijera esta tenía que ser necesariamente falsa, pero al tiempo también creía que la<br />
Razón era autónoma y que tenía en sí misma la capacidad de conocer no sólo el mundo, sino<br />
también algunas cosas acerca de Dios.<br />
Aquino, siguiendo a Aristóteles, considera que el origen de todos nuestros<br />
conocimientos es la experiencia sensible (y no la introspección, como en S. Agustín) y que a<br />
partir de dicha experiencia, y no de manera separada de esta, puede conocerse lo universal,<br />
gracias al proceso de abstracción que separa las formas de las substancias sensibles. <strong>La</strong> Razón<br />
ha sido creada por Dios de tal modo que puede realizar este proceso por sí misma. En<br />
consecuencia, la razón no necesita de ningún tipo especial de iluminación para comprender<br />
aquellas verdades que le son accesibles. Aunque, por supuesto, Aquino considera que no todas<br />
las verdades son accesibles a la Razón. El conocimiento natural que podemos obtener del<br />
mundo tiene unos límites, y en mayor medida el conocimiento natural que podemos adquirir<br />
de Dios, ya que sobre Dios la Razón no puede obtener sino un conocimiento muy impreciso y<br />
meramente analógico (pero hay cosas que puede conocer el hombre por sí mismo acerca de<br />
Dios, como por ejemplo su existencia). Precisamente para eso, para permitir al imperfecto y<br />
finito ser humano conocer cosas que su Razón no le permite comprender, es para lo que Dios<br />
nos ha dado la revelación. <strong>La</strong> Fe viene así a completar el conocimiento que el hombre obtiene<br />
racionalmente. <strong>La</strong> Fe no anula la Razón, sino que la perfecciona.<br />
Por supuesto, Fe y Razón no pueden entrar en conflicto. En primer lugar, Dios es autor<br />
tanto de la revelación como de la Razón humana, y Dios no puede contradecirse 3 , de tal modo<br />
que ambas tienen que conducir a una misma verdad. Aquino atacó directamente la noción de<br />
doble verdad del averroísmo, no sólo porque la consideraba un subterfugio para afirmar<br />
proposiciones contrarias al dogma intentando hacer ver que en realidad no se estaba atacando<br />
a este, sino sobre todo porque es una teoría absurda en sí misma. Dos proposiciones distintas<br />
pueden ser verdaderas a un tiempo, pero no pueden serlo dos proposiciones contrarias (no<br />
puede ser cierto a la vez que el alma es mortal y que es inmortal). Esto invalidaría el principio<br />
de contradicción, y en esta situación no tendría sentido hablar de una verdad racional, ya que<br />
toda verdad de ese tipo se basa en dicho principio.<br />
Sin embargo, resulta evidente que existen proposiciones obtenidas por medio de un<br />
argumento racional y que son contrarias al dogma. En estos casos, Aquino cree que la<br />
contradicción es sólo aparente y que es necesario revisar nuestros razonamientos, ya que debe<br />
haber algún error en ellos (la revelación no se equivoca nunca). <strong>La</strong> Fe es por tanto un criterio<br />
extrínseco a la Razón, y nos dice cuándo esta se encuentra en un error. En el caso de las tesis<br />
averroístas, Sto. Tomás aseguraba que no se extraían del sistema aristotélico y que no eran<br />
sino una interpretación incorrecta del pensamiento de Aristóteles.<br />
Como hemos visto, Sto. Tomás considera que la Razón nos permite conocer algo<br />
acerca de Dios, un conocimiento meramente analógico, pero conocimiento al fin y al cabo. <strong>La</strong><br />
revelación también nos habla de esas mismas cuestiones, luego existe una serie de asuntos en<br />
los que confluyen la Razón y la Fe. Aquino considera en principio que estas son autónomas: la<br />
3 .- Aquino cree, por supuesto, en la omnipotencia divina, pero cree que está limitada por la razón. Dios<br />
puede hacer todo lo que es posible, y posible es aquello que no viola el principio de contradicción. Esto,<br />
según Sto. Tomás no limita la libertad divina, ya que Dios, que es Ser por excelencia, no puede querer lo<br />
que es No-Ser. No se trata de que Dios esté sometido al principio de contradicción como algo externo,<br />
sino más bien que dicho principio se basa en la naturaleza de Dios. <strong>La</strong> creación, por tanto, es<br />
intrínsecamente racional, porque Dios lo es.<br />
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