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Tema 5. La Escolástica - inicio

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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA Medieval<br />

muchos particulares, estos tenían que compartir una naturaleza común. Ockham<br />

considera, sin embargo, que para explicar esto es suficiente con el uso del lenguaje<br />

denominado “suppositio simplex”. De esta manera, se rechazan por superfluas las<br />

nociones de “esencia”, “concepto universal”, “idea” y “forma”.<br />

- <strong>La</strong> distinción entre “esencia” y “existencia” no tiene sentido. Todo lo que conocemos lo<br />

conocemos por intuición, y la intuición de algo nos asegura su existencia (de hecho, es lo<br />

único que nos puede asegurar la existencia de algo). Además, como ya hemos visto la<br />

“esencia” es un ente postulado no necesario. Cada individuo tiene una esencia única y<br />

diferente, y conocemos su existencia por intuición. Por tanto no es necesario postular la<br />

existencia como algo añadido a una “esencia” universal y compartida por los individuos.<br />

- Ockham pone entre paréntesis la noción de substancia aristotélica. En realidad, lo<br />

único que percibimos de los individuos son sus cualidades, en definitiva sus accidentes,<br />

pero no tenemos intuición alguna de una substancia distinta de tales accidentes.<br />

Ockham reconoce que necesitamos postular la existencia de un substrato de dichos<br />

accidentes que explique la permanencia de los objetos, pero advierte de que se trata tan<br />

sólo de un supuesto, y que por tanto las características de la substancia nos son en<br />

realidad totalmente desconocidas. En consecuencia, aunque sigamos usando el término<br />

“substancia”, no podemos deducir ningún conocimiento a partir de dicho concepto, ya<br />

que al no tener intuición alguna del mismo, desconocemos en qué consiste.<br />

- Ockham acepta el principio de causalidad, en el sentido de que todo efecto ha de tener<br />

una causa. Ahora bien, para poder relacionar una causa con un efecto debemos conocer<br />

ambos. Es decir, el conocimiento de una relación causal proviene de dos intuiciones<br />

sensibles: la intuición de la causa y la intuición del efecto. Pero si tan sólo puedo intuir el<br />

efecto, desconozco cuál es la causa del mismo. Puedo saber que ese efecto ha tenido<br />

que tener una causa, pero no puedo determinar cuál ha sido la causa concreta del<br />

efecto. En consecuencia, el principio de causalidad no puede utilizarse para deducir la<br />

existencia de ninguna causa concreta, ya que la existencia de dicha causa sólo puede<br />

conocerse por intuición. Como puede verse, este argumento invalida todas las pruebas<br />

de la existencia de Dios aceptadas por Sto. Tomás. Según Ockham, podemos estar<br />

seguros de que el mundo ha tenido que ser causado por algo, pero no podemos concluir<br />

que se trate de Dios y no de otro tipo de causa.<br />

- En consecuencia, no podemos conocer más que las relaciones causales que podemos<br />

intuir desde principio a fin, y no podemos saber nada de aquellas relaciones causales de<br />

las cuales sólo podemos observar los efectos. Esto implica que no podemos asegurar que<br />

exista un orden necesario en el universo. Ockham afirmará que todo en el universo es<br />

meramente contingente, y esto lo hace con la intención de defender la omnipotencia de<br />

Dios, como veremos más adelante.<br />

- No es necesario postular la existencia de un alma intelectiva para explicar nuestros<br />

actos de conocimiento, ya que estos pueden explicarse como actos del cuerpo, y de<br />

hecho todas nuestras intuiciones sensibles son experimentadas como una actividad<br />

corporal. Además, no tenemos intuición sensible alguna de una forma inmaterial o alma<br />

en nosotros mismos. En consecuencia, no puede conocerse racionalmente la existencia<br />

de un alma diferente del cuerpo, y por supuesto, mucho menos puede afirmarse que<br />

dicha alma haya sido creada por Dios o que sea inmortal.<br />

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