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Tema 5. La Escolástica - inicio

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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA Medieval<br />

6. Ética.<br />

Aquino parte de la definición aristotélica de<br />

la ética como la búsqueda de la felicidad y de la<br />

concepción teleológica que va aparejada a ella: toda<br />

acción tiende a un fin, siendo el bien el fin hacia el<br />

que se tiende y el mal aquello que se quiere evitar.<br />

El hombre, como el resto de los seres, tiene<br />

tendencias hacia unos determinados fines, de tal<br />

manera que las normas de su actuación se basan en<br />

la naturaleza humana, por lo cual, como veremos<br />

más adelante, esas normas pueden ser conocidas<br />

racionalmente por el hombre. El fin último hacia el<br />

que se orientan las acciones humanas es la felicidad,<br />

pero Aquino no identifica esta con el conocimiento,<br />

sino con la contemplación beatífica de Dios. El<br />

hombre no tiene tan sólo fines naturales, sino que,<br />

en tanto que posee un alma inmortal, tiene un fin<br />

sobrenatural que se encuentra por encima del resto<br />

de fines, y que es la contemplación de Dios. Es más,<br />

Aquino admite que existe una diferencia abismal entre la naturaleza humana (contingente) y la<br />

divina (necesaria) por lo que el hombre nunca podrá ser capaz de alcanzar por sí mismo la<br />

contemplación beatífica. Como en S. Agustín, será imprescindible la Gracia, una ayuda<br />

concedida por Dios de manera independiente al mérito, capacidad y esfuerzo de los seres<br />

humanos, para conquistar el último paso, la visión de Dios.<br />

Aquino no está contradiciendo en ningún punto a S. Agustín. <strong>La</strong>s diferencias entre<br />

ambos son más de énfasis que de fondo. S. Agustín admitía el papel de la razón en el camino<br />

que nos lleva a la unión con Dios, y consideraba que esta consistía tanto en contemplación<br />

(intelectual) como en beatitud (emocional), pero hacía mucho más hincapié en el elemento<br />

emocional que en el racional. Sto. Tomás admite el mismo esquema, y aunque acepta que la<br />

felicidad consiste en beatitud y no sólo en conocimiento 7 , en la práctica su teoría desarrollará<br />

mucho más el elemento intelectual que el emocional. Igualmente, S. Agustín admite que la<br />

razón puede conocer autónomamente la naturaleza y que este conocimiento puede ser un<br />

paso en el camino hacia Dios, pero insistirá sobre todo en la trascendencia divina y en la<br />

necesidad que tiene el hombre de la Iluminación y la Gracia. Sto. Tomás también acepta esto,<br />

pero se dedicará sobre todo al estudio de aquellas normas éticas que podemos conocer por<br />

nosotros mismos, racionalmente. En definitiva, Sto. Tomás no cambia en absoluto la teología<br />

agustiniana, sino que se limita a interpretarla desde un punto de vista algo más racionalista.<br />

Para alcanzar la felicidad es necesaria la práctica de la virtud 8 , cuyo concepto deriva<br />

Aquino directamente de Aristóteles. <strong>La</strong> virtud consiste en un hábito o disposición permanente<br />

7 .- Él lo expresaba diciendo que la auténtica felicidad no es la del filósofo, que sólo conoce, sino la del<br />

santo, que además está unido amorosamente a Dios.<br />

8 .- Aquino acepta la necesidad de la Fe para obtener la salvación, así como que esta no proviene del<br />

hombre, sino de la Gracia de Dios. Pero al tiempo afirma que la práctica de la virtud es imprescindible<br />

para obtener la salvación. Aunque no dice algo muy distinto a lo que dijo S. Agustín, la obra de este<br />

último puede ser interpretada como que la salvación se obtiene tan sólo por la Fe, mientras que la de Sto.<br />

Tomás no, dada su insistencia en las virtudes morales y en la ley natural. Siglos después, cuando en el<br />

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