Tema 5. La Escolástica - inicio
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA Medieval<br />
Esta distinción la empleó<br />
Avicena (Ibn-Sina) para establecer<br />
una definición de Dios que tendría<br />
gran éxito en la escolástica europea.<br />
Avicena (980-1037), persa de<br />
nacimiento, fue el primer filósofo<br />
árabe que creó un verdadero<br />
sistema. Sus escritos abarcan la<br />
teología, la lógica, la física, las<br />
matemáticas, la jurisprudencia y la<br />
medicina. Su principal obra,<br />
“Sufficientiae” (As-sifa) fue vertida al<br />
castellano muy pronto por los<br />
traductores de Toledo, y ejerció una<br />
enorme influencia en los pensadores<br />
cristianos, entre ellos Sto. Tomás de<br />
Aquino.<br />
Avicena considera que todos los seres son necesarios, pero distingue dos tipos de<br />
necesidad: se puede ser necesario por sí mismo, sin estar determinado por nada exterior, sino<br />
tan sólo por la propia esencia de uno; o se puede ser necesario dependiendo de una causa<br />
exterior necesaria. Los objetos particulares del mundo tienen este segundo tipo de necesidad:<br />
su esencia no implica necesariamente la existencia, lo cual se demuestra porque su existencia<br />
tiene un comienzo y un final, aparecen y desaparecen. Pero son necesarios porque su<br />
apariencia está determinada por causas necesarias. Poniendo un ejemplo con un caso de<br />
cambio (que Avicena trata siguiendo el modelo de “acto-potencia” de Aristóteles) un pedazo<br />
de hielo puede convertirse o no en agua (el cambio es en este sentido es contingente) pero si<br />
le administramos calor, entonces el cambio se producirá, y siempre de la misma manera (en<br />
este sentido, el cambio es necesario, pero dependiente de una causa exterior).<br />
Siguiendo a Aristóteles, Avicena advierte que la cadena de causas necesarias que<br />
provocan la existencia de otros seres no puede ser infinita, porque si no existiese un ser<br />
necesario por sí mismo, el mundo no existiría. Ese ser, por supuesto, es Dios, y Avicena lo<br />
define afirmando que es el único ser en el cual esencia y existencia coinciden: como ser<br />
necesario en sí mismo que es, su esencia (lo que lo caracteriza) es precisamente existir. De<br />
este modo, Avicena distingue dos tipos de ser: ser necesario, que no puede no existir y que es<br />
necesario por sí mismo (Dios) y ser posible, que puede no existir y que cuando existe es<br />
necesario en virtud de una causa externa (las criaturas).<br />
Aunque su demostración de la existencia de Dios es totalmente aristotélica, la<br />
concepción que tiene Avicena de la creación supone una mezcla de aristotelismo y<br />
neoplatonismo: de Dios surge, por emanación, una Primera Inteligencia, que ya no es<br />
totalmente simple, como sí es Dios, sino que es dual, en tanto que esta Primera Inteligencia<br />
conoce a Dios como ser necesario (y por tanto, en ella se da la dualidad entre el sujeto<br />
conocedor y el objeto conocido). De esta surgirá otra inteligencia, más múltiple, y de esta otra,<br />
y así hasta llegar a la Décima Inteligencia, que es la que lleva en sí las formas y la que las da a la<br />
materia, que es pura potencia. <strong>La</strong> Décima Inteligencia es, además, el entendimiento agente del<br />
hombre. El proceso de emanación es necesario, ya que según Avicena todos los atributos de<br />
un Dios simple y necesario tienen que ser así mismo necesarios, y por consiguiente el acto de<br />
creación que lleva a cabo Dios es también necesario. En este aspecto, Avicena choca contra la<br />
creencia musulmana acerca de la omnipotencia de Dios (y por supuesto, también con la<br />
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