Tema 5. La Escolástica - inicio
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA Medieval<br />
natural no necesita por tanto de la revelación, y en consecuencia puede ser conocida también<br />
por los paganos. Centrándonos en el campo de la moral, la ley natural se fundamenta en la<br />
naturaleza humana: conociendo dicha naturaleza conoceremos sus tendencias y sus fines, y de<br />
esta manera la Razón podrá elegir el comportamiento correcto, es decir, aquel que cumple las<br />
exigencias de la naturaleza humana y persigue su perfección. De la fundamentación de la ley<br />
natural (en el campo ético) en la naturaleza humana, se deducen las siguientes características:<br />
- <strong>La</strong> ley natural tiene que ser evidente. Dado que es posible conocer nuestra propia<br />
naturaleza, y que la ley natural se funda en esta, debemos ser capaces de conocer la ley<br />
natural por nosotros mismos (algo que ya estaba presente en la definición de ley natural<br />
en su relación con la ley eterna). Pero Aquino va más allá y dice que esa ley debe poder<br />
ser conocida fácilmente por todos los hombres, ya que si fuese necesaria mucha<br />
instrucción para conocerla, no sería útil para orientar la conducta. En consecuencia, las<br />
normas éticas básicas deben ser para la Razón igual de evidentes que son los principios<br />
básicos de la lógica (el de contradicción, identidad y tercio excluso), de tal forma que la<br />
Razón asienta inmediatamente a dichos principios, sin necesidad de demostración.<br />
- Ya que la ley natural se basa en la naturaleza humana, y esta es igual para todos los<br />
hombres, la ley natural es universal: todos los hombres, sea cual sea su cultura, raza,<br />
religión o país, conocen la misma ley natural en tanto que son seres racionales.<br />
- Por lo dicho en el punto anterior, la ley natural es inmutable, ya que la naturaleza<br />
humana en la que se basa no puede cambiar (recuérdese que Aquino parte de la<br />
posición fijista de Aristóteles según la cual las especies no cambian, ya que las formas<br />
sustanciales son siempre las mismas). Esta será la posición unánime tanto durante la<br />
Edad Media como en la edad Moderna. Habrá que esperar a la llegada del romanticismo<br />
en el siglo XIX para que exista una visión historicista del ser humano (o sea, para que se<br />
afirme que este es fundamentalmente un ser cultural que cambia a lo largo de la<br />
historia) lo que acabará llevando al convencimiento de que las normas morales no son ni<br />
inmutables ni universales, sino que son relativas a un momento y cultura dados.<br />
¿Cuáles son esos principios de la ley natural? Para conocerlos debemos reflexionar<br />
sobre la naturaleza humana, y Aquino decide hacerlo de forma ordenada, comenzando por<br />
aquellas características de la esencia del hombre que son comunes con otro tipo de seres (ya<br />
que de aquí derivaremos principios más generales) y concluyendo con aquellos aspectos de la<br />
esencia que son exclusivos del ser humano.<br />
* En primer lugar, el ser humano es un ente. Este es el concepto más abarcante que<br />
existe, ya que todo lo que es, es un ente. En el campo de la Razón teórica (la que me<br />
permite conocer cómo es la realidad) existe un principio indemostrable pero evidente<br />
que se basa en la noción de “ser” (y de no ser). Se trata del principio de contradicción:<br />
“No se puede afirmar y negar a la vez una misma cosa”. Sobre este principio se<br />
fundamentan todos los demás, y por tanto todo el conocimiento.<br />
En el campo de la Razón práctica (la que me dice cómo debo actuar) debe existir<br />
también un principio evidente derivado de una noción tan abarcante como el “ser”. Para<br />
la Razón práctica esa noción es la de “bien” (recuérdese que se trata de un<br />
trascendental, y por tanto es coextensivo con el “ente”). Del mismo modo que todo lo<br />
que es, es ente, el “bien” se define como “lo que todos los seres apetecen”. Por tanto,<br />
todos los seres desean el bien (qué sea el bien para cada ser dependerá de su<br />
naturaleza) y de aquí podemos extraer el primer principio de la razón práctica, tan<br />
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