De la sombra ·: del dog ma - ViaSantos

de estos hechos, lo dijo en sueco, y lo escribió en Latín. Irving
lo haría todo en inglés, en lenguaje popular. Los sucesos del siglo
XIX, con el famoso medium sueco, tuvieron lugar en elegan-
- tes salones, donde se reunían personas satisfechas de la vida, con
recursos e influencia, que habían leído filosofía, política, economía,
arte militar; que eran cristianos cuello blanco y no tenían interés
en provocar cambios en las costumbres sociales, ni en la economía,
ni en la política.
La gente a la cual Irving proporcionaría sus pláticas y sermones,
y para quien el Espacio produciría sus nuevas manifestaciones,
pertenecían casi totalmente al proletariado y a la clase
media baja. Los hechos tendrían como escenario las iglesias, para
ser presenciados por gente ignorante, o escasamente alfabetizada,
que sólo conocían algunos pasajes de los Evangelios; no podían
estar satisfechos de la vida, porque la escasez y el pauperismo an·
dan siempre acompañados de serios problemas de salud, de moral
y de explotación. Como cristianos, debían conformarse con "la
suerte" que Dios les había deparado. Sufrían la persecución de las
plagas, el frío y los agiotistas; pero, debían dar "gracias" al Todopoderoso,
porque él les reservaba la entrada del cielo, donde pasarían
sin dificultad alguna. Los ricos no irían allí; porque primero
pasaría un camello por el ojo de una aguja. Estos nuevos testigos
de la real existencia de seres inteligentes invisibles, eran de cuello
sucio y con facilidad verían con simpatía la idea de que se les
había estado engañando, puesto que una de las leyes de Dios es
la del Progreso material, intelectual y moral; por lo tanto, cada
hombre dispone de "libre albedrío" para pensar y decidir. Habfa
sonado la hora del nacimiento de una nueva Humanidad, formada
por un hombre nuevo.
Estos seres que formarían la parte protagónica pasiva del segundo
episodio, eran parte de la: clase trabajadora, sufrida y explotada
por una sociedad cristiana; pero, injusta. Parte de las
masas que, algunos años después, conocería el filósofo alemán
Karl Marx, que en ellas ba'saría muchas de las observaciones crf·
tkas y todos sus postulados revolucionarios, para promover una
acción política de "lucha de clases", atea, permanente, intransigente
y revolucionaria, y donde la vida privada y pública, individual,
colectiva, urbana, nacional e internacional, dejaría de estar
determinada por la Iglesia, y pasarí:it a estarlo por un Partido, el
que fundarían Marx y Federico Engels.
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Pedro A. Barboza de La Torre - De la Sombra del Dogma, a la Luz de la Razón
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