De la sombra ·: del dog ma - ViaSantos

serlo, también, para el propio Cristianismo; porque éste representa,
para algunos hombres de esclarecida razón, una reforma moral
muy seria y plausible, sin que importe que, para al mayoría, no
ha sido más que el objeto de una creencia ciega y fanática, y para
un gran número, sólo motivo de duda o de incredulidad.
El Cristianismo bien entendido puede servir de poderosa palanca
para la transformación de la Humanidad; pero no puede ofre-
. cer respuestas científicas a las cuestiones fundamentales que le
plantea la Filosofía Moral. No ha podido evitar que, invocando
la glorificación de Cristo, se cometieran a la sombra de la cruz
los peores crímenes. Pero, el Cristianismo tiene una experiencia
que puede serie muy útil al Espiritismo, y a cualesquiera otro
Movimiento que se proponga la transformación de la Humanidad,
y está mostrando los inconvenientes que tuvo en el pasado. Si el
Espiritismo quiere evitarlos, forzosamente debe establecerse sobre
la base de una ciencia positiva, estudiando hechos con el uso
del método experimental, y sometiendo los resultados al rigor del
pensamiento crítico, libre de dogmas, personalismo y conveniencias.
Si el Cristianismo ha tenido sus falsos Cristos, también el
Espiritismo ha tenido que luchar contra los falsos Kardecs. Si el
Cristianismo ha luchado contra los falsos profetas, el Espiritismo
ha desenmascarado los falsos mediums. Si el Cristianismo ha luchado
contra los falsos santos, el Espiritismo ha combatido contra
los espíritus embusteros, hipócritas, orgullosos y pretendidos sabios,
que se hallan en erraticidad y toman nombres venerados para procurar
favores de la máscara con que se cubren, convencen con ideas
casi siempre extravagantes y absurdas, y pueden crear, como lo
han hecho, una doctrina espiritualista capaz de constituir una secta.
Pero, por la calidad de sus obras se conoce a los espíritus, igual
que se conoce al árbol por los frutos que da.
Evidentemente hay la posibilidad de deslindar al Espiritismo,
y practicarlo como ciencia, sin invadir filosofías ni copiar prácticas
de otras fraternidades. Nada justifica que un grupo espírita se
tome la libertad de introducir en él las cosas que pertenecen a
otros conocimientos y a otras organizaciones, con la ingenua explicación
de que son bonitas, o de que se parecen. En las líneas
que siguen, se condensan las enseñanzas y principios fundamenta-
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Pedro A. Barboza de La Torre - De la Sombra del Dogma, a la Luz de la Razón
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