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Ñande Reko

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aciones alimentarias o de vestidos. No obstante semejantes<br />

ventajas materiales, rechazan participar en el esfuerzo<br />

colectivo: “de los seis días de trabajo de la semana<br />

tienen 4 y la mitad de otros 2 días porque en los días que<br />

tienen de faena para la misión, apenas trabajan 2 ó 3 horas,<br />

y ojalá se pudiese conseguir que las trabajasen bien,<br />

(...) se les paga muy a su satisfacción.”<br />

No solamente el tiempo dedicado a las faenas comunales<br />

es ínfimo, sino además estas tareas son retribuidas, y<br />

eso a pesar de una mala voluntad próxima al sabotaje.<br />

Los ava no conciben el trabajo benévolo en favor de los<br />

demás. Al no distinguir los intereses colectivos de los suyos<br />

propios, brindan solamente prestaciones inmediatamente<br />

gratificadas: “si había de hacer algo, había de ser<br />

con la dádiva, esta no la hay siempre”.<br />

No nos engañemos: este lenguaje de la reciprocidad enmascara<br />

una profunda asimetría. El desequilibrio no resulta<br />

a favor de los predicadores, sino en el beneficio privado<br />

de los propios chiriguano. El pedido de contra-dones<br />

excede de lejos su contribución al buen funcionamiento<br />

de la reducción. El presidente de las misiones<br />

franciscanas relata escenas elocuentes: “Actualmente, están<br />

mañana y tarde pidiendo, a la puerta de la casa, maíz<br />

para sembrar y no obstante que les amenaze en tiempo<br />

de sus borracheras que no confiasen este año llevar la<br />

semilla de la casa del padre ni ellos dejaron la embriaguez<br />

ni el padre les niega cuña para trabajar y esto no<br />

sería nada sino estuvieran (casi diariamente) pidiendo ya<br />

unos ya otros el acero para calzarlas (...). componen sus<br />

hachas cuñas con pretexto de sus chacras y la mayor<br />

parte del año se están por los montes meleando para pagar<br />

a los comerciantes con cera los tratos que con ellos<br />

hacen. Si se desboca la cuña, vuelven con la misma petición:<br />

‘padre, acero para calzar mi cuña".<br />

Se pone en evidencia aquí tanto la escalada de la demanda<br />

indígena como la complacencia del conversor en satisfacerla.<br />

Lo más sorprendente es la reacción del colegio<br />

franciscano que oficializa esta práctica de dones obliga-<br />

La reciprocidad y la distribución<br />

constituyen con el mercado<br />

las tres grandes formas<br />

de intercambio tal cual las<br />

conceptualiza la antropología<br />

económica. Aquí la<br />

relación entre misioneros<br />

y chiriguano no cabe en ninguna<br />

de estas tres formas. De<br />

momento, contentémonos<br />

con ver una relación pervertida<br />

entre dos protagonistas<br />

en la cual mediante un intercambio<br />

unilateral uno<br />

debe constantemente dar<br />

para atraer y fijar al otro.<br />

30 <strong>Ñande</strong> <strong>Reko</strong> La comprensión guaraní de la Vida Buena

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