Ñande Reko
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mente a nuestro campamento, durante quatorce días y compartieron con<br />
nosotros su escasez en pescado y carne y solamente un día dejaron de venir.<br />
Entonces nuestro capitán don Pedro Mendoza envió enseguida un alcalde de<br />
nombre Juan Pavón, y con él dos soldados, al lugar donde estaban los indios (...)<br />
Cuando llegaron donde ellos estaban, el alcalde y los soldados se condujeron<br />
de tal modo que los indios los molieron a palos y después los dejaron volver a<br />
nuestro campamento”.<br />
La manera, pues, como se condujeron los españoles provoca la indignación<br />
de los donadores, una indignación de momento mesurada. Inmediatamente<br />
los españoles reaccionan con una violencia increíble y sin medida con el<br />
mal humor de sus anfitriones: “Cuando el dicho alcalde volvió al campamento,<br />
tanto dijo y tanto hizo, que el capitán don Pedro de Mendoza envió a su hermano<br />
carnal don Jorge Mendoza con trescientos lansquenetes y treinta jinetes bien<br />
pertrechados; yo estuve en ese asunto. Dispuso y mandó nuestro capitán general<br />
don Pedro Mendoza, juntamente con nosotros, matara, destruyera y cautivara<br />
a los nombrados querandis”<br />
La reciprocidad de parentesco<br />
Bajo la presión del hambre, los españoles ¿no consideran acaso que lo que<br />
les es ofrecido, les es debido? Incapaces de comprender la reciprocidad,<br />
interpretan el don como el reconocimiento indio de su superioridad natural.<br />
De esta manera, incluso antes de que les sea donado, los españoles<br />
toman lo que codician. Schmidl lo precisa en otra ocasión: “El principal de<br />
los Paiyonos se nos acercó pacíficamente con su gente y pidió a nuestro capitán<br />
que no entrásemos a su pueblo, sino que se quedara allí donde estaba. Pero<br />
ni nuestro capitán ni nosotros<br />
quisimos hacer eso, sino que<br />
marchamos directamente a<br />
la aldea, les gustase o no a los<br />
indios. Allí encontramos carne<br />
en abundancia, pues había gallinas,<br />
gansos, venados, ovejas,<br />
avestruces, papagayos y conejos”.<br />
Puede ser que los Mapeni o<br />
los Agace, que se enfrentaron<br />
a los españoles desde su<br />
llegada, hayan sido sorprendi-<br />
48 <strong>Ñande</strong> <strong>Reko</strong> La comprensión guaraní de la Vida Buena