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Ñande Reko

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queden en sus naves o, por lo menos, lejos de sus aldeas,<br />

¿por qué es que quieren apoderarse de sus casas?<br />

No es solamente el hambre, que retuerce las entrañas de<br />

los españoles. Las condiciones de la paz con los Carios<br />

arrojan cierta luz sobre esta pregunta: dos mujeres por<br />

soldado. Schmidl lo relata con cierta concupiscencia: “a<br />

nuestro capitán Juan Ayolas le ofrecieron seis muchachitas,<br />

la mayor como de dieciocho años de edad”.<br />

En otros lugares, Schmidl se expresa sobre la hospitalidad<br />

de parentesco con más pudor. Es más, recomienda a los<br />

lectores que quisieran saber más al respecto de embarcarse<br />

hacia América. “Estas mujeres (se trata de los Mbaya)<br />

se quedan en casa y no van a trabajar en los campos, pues<br />

es el hombre quien busca los alimentos; ellas hilan y tejen el<br />

algodón, hacen la comida y dan placer a su marido y a los<br />

amigos de éste que lo pidan; sobre esto no he de decir nada<br />

más por ahora. Quien no lo crea o quiera verlo que haga<br />

el viaje”. Refiriéndose a los Jerus, añade: “Las mujeres son<br />

bellas a su manera y van completamente desnudas. Pecan<br />

llegado el caso; pero yo no quiero hablar demasiado de eso<br />

en esta ocasión”.<br />

Los españoles se quedaron sólo un día en esta comunidad<br />

de los Jerús. Con otras palabras, la reciprocidad de<br />

parentesco es inmediata y generalizada.<br />

Cuando al día siguiente los españoles fueron recibidos<br />

por el “rey” de los Jerús, Schmidl precisa: “Estas mujeres<br />

son muy hermosas, grandes amantes, afectuosas y de cuerpo<br />

ardiente, según mi parecer".<br />

”Por otro lado, la reciprocidad de parentesco es, obviamente,<br />

una iniciativa india que se inscribe en las reglas<br />

de la hospitalidad: “(...) cuando estábamos a una legua de<br />

camino de esa localidad, vino a nuestro encuentro el propio<br />

rey jerús, con doce mil hombres, más bien más que menos,<br />

y nos esperaron pacíficamente sobre un llano. Y el camino<br />

sobre el que íbamos era de un ancho como de ocho<br />

pasos y en este camino no había ni pajas, ni palos ni pie-<br />

’Y el camino sobre el que íbamos<br />

era de un ancho como<br />

de ocho pasos y en este camino<br />

no había ni pajas, ni<br />

palos ni piedras sino que<br />

estaba cubierto de flores y<br />

hierbas, así hasta llegar a la<br />

aldea. El rey tenía su música,<br />

que es como la que usan los<br />

señores allá en Alemania.<br />

También había ordenado el<br />

rey que ambos lados del camino<br />

se cazaran venados y<br />

otros animales salvajes, de<br />

modo que habían cazado<br />

cerca de treinta venados y<br />

veinte avestruces o ñandús,<br />

cosa que merecía la pena de<br />

verse’<br />

50 <strong>Ñande</strong> <strong>Reko</strong> La comprensión guaraní de la Vida Buena

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