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ÍNDICE CAPÍTULO II NIÑO PROBLEMA... JOVEN ... - PEMEX

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mismos califican como “un vacío”, “una falta”, o “algo que no alcanzan a identificar”.<br />

También existe el riesgo, en algunos casos graves, que comentan a los familiares con<br />

los que tienen confianza o a sus amigos más cercanos, que no le hacen falta a nadie y<br />

que “mejor sería morirse”. Por lo tanto, la depresión, el uso y abuso de sustancias y<br />

otros problemas propios de estas etapas de desarrollo, representan un problema de<br />

salud pública que necesita ser reconocido por los padres de familia, maestros y<br />

personas que se encuentren en contacto directo con ellos, para estar en condiciones<br />

de identificar algunas conductas que sean diferentes a las que presentan la mayoría de<br />

los niños y adolescentes.<br />

En la actualidad podemos afirmar que no sólo se deprimen los adultos. Durante<br />

muchos años se ha negado la depresión en niños y adolescentes; sin embrago, hoy en<br />

día se sabe que el número total de casos con esta enfermedad es de 2 por ciento en<br />

niños antes de llegar a la pubertad y de 4.7 por ciento en adolescentes; estas cifras<br />

aumentan y señalan un riesgo más grande cuando uno de los padres muere. Estudios<br />

realizados en Estados Unidos reportan que en niñas menores de cinco años con muerte<br />

del padre, este trastorno puede ser diez veces mayor.<br />

En promedio, la depresión es más frecuente en los niños, pero esta frecuencia cambia<br />

cuando se trata de niñas entre los 10 a 14 años; probablemente el aumento del<br />

número de estos casos se deba a la presencia de hormonas femeninas. Cuando existen<br />

antecedentes de depresión familiar, el riesgo de contraer esta enfermedad es 14 veces<br />

mayor, sobretodo si los padres tuvieron un episodio depresivo antes de los 30 años de<br />

edad. Entre más temprano se presente un episodio depresivo es mayor la posibilidad<br />

de que existan antecedentes familiares de esta enfermedad.<br />

La información proporcionada por el Sistema de Vigilancia Epidemiológica en<br />

septiembre de 2001, indica que en México la frecuencia de depresión varía entre 6 y<br />

15 por ciento para la población en general, en tanto que para la población infantil en<br />

etapa escolar, la cifra reportada se eleva hasta un 36 por ciento.<br />

Debido al desconocimiento de los síntomas que son propios de esta enfermedad y a la<br />

poca difusión y educación familiar y social sobre los problemas de salud mental en la<br />

infancia y adolescencia, aumenta paulatinamente el número de niños, adolescentes y<br />

adultos que tienen uno o varios episodios depresivos, o bien, que ya tienen un<br />

trastorno diagnosticado. También es importante comentar que los médicos generales<br />

no prestan demasiada atención a los síntomas que pueden estar relacionados con la<br />

depresión y piensan que se trata de personas “nerviosas”, que sus malestares son<br />

pasajeros y que con recetar un tranquilizante será suficiente para “calmarlos”. Como<br />

consecuencia, la enfermedad sigue avanzando, los signos y síntomas poco a poco se<br />

hacen más graves y crónicos y empiezan a ocasionar problemas en situaciones de la<br />

vida diaria. Así, esta enfermedad no sólo es desconocida por la población en general,<br />

sino por un buen número de médicos generales que no se han capacitado en temas<br />

de salud mental. Probablemente muchos de estos casos tuvieron su origen en edades<br />

tempranas.<br />

La depresión en la infancia y en la adolescencia puede manifestarse de formas<br />

diferentes, ya que depende de la edad en que se inicie, así como de las características<br />

familiares y sociales que intervienen de manera directa en su aparición. También<br />

influye, la posibilidad que tienen para comunicar a sus padres o a familiares más<br />

cercanos que “algo” les está sucediendo. Así, este trastorno, en cualquiera de sus<br />

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