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manual para un proceso de formación integral personal y grupal

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crecimiento es cambio. Su <strong>de</strong>stino último como ser humano, es <strong>de</strong>cir, lo que será al final <strong>de</strong><br />

su vida, es algo <strong>de</strong>liciosamente <strong>de</strong>sconocido. No hay ning<strong>un</strong>a pauta <strong>de</strong> crecimiento humano<br />

que pueda ser pre-estructurada <strong>para</strong> todos. No ambiciona llegar a ser como cualquier otra<br />

persona, porque ella es ella misma; y su yo potencial, que se realiza a diario a base <strong>de</strong><br />

nuevas experiencias, posiblemente no sea susceptible <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>finido en ning<strong>un</strong>a fase <strong>de</strong><br />

su crecimiento.<br />

Esta persona se acepta tal como es. Sabe que lo que ella es, en la medida en que lo<br />

conoce, es bueno; y sabe que su yo es aún mayor en potencia. Pero es realista acerca <strong>de</strong><br />

sus propias limitaciones, y por eso no pier<strong>de</strong> el tiempo en soñar en lo que querría ser ni<br />

emplea el resto <strong>de</strong> su vida en tratar <strong>de</strong> convencerse <strong>de</strong> que lo es. Ha escuchado y escudriñado<br />

en su interior y ha amado lo que realmente es. Y cada nuevo día, esta<br />

experiencia <strong>de</strong> sí será tan nueva como el propio día, porque dicha persona no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong><br />

cambiar, y por eso es siempre <strong>un</strong>a nueva persona, revelada en <strong>un</strong>a <strong>personal</strong>idad<br />

constantemente cambiante y renovada. Confía en sus propios dotes y recursos y en su<br />

capacidad <strong>para</strong> adaptarse y hacer frente a todos los <strong>de</strong>safíos que la vida le presente.<br />

Esta clase <strong>de</strong> auto-aceptación capacita a la persona <strong>para</strong> vivir plena y confiadamente<br />

con todo cuanto ocurre en su interior, y no teme a nada que sea o pueda ser parte <strong>de</strong> sí<br />

misma.<br />

La “exterioridad”, en cambio, implica que la persona está abierta no sólo a sí misma y a<br />

su interior, sino a su entorno exterior. La persona plenamente humana está en prof<strong>un</strong>do y<br />

significativo contacto con el m<strong>un</strong>do exterior a ella. No sólo se escucha a sí misma, sino que<br />

escucha también las voces <strong>de</strong> su m<strong>un</strong>do. La amplitud <strong>de</strong> su propia experiencia individual se<br />

ve infinitamente multiplicada gracias a <strong>un</strong>a sensitiva empatía con otros. Sufre con los que<br />

sufren y se alegra con los que están alegres. Renace con cada primavera y siente el<br />

impacto <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s misterios <strong>de</strong> la vida: nacimiento, crecimiento, amor, sufrimiento,<br />

muerte…Su corazón late al ritmo <strong>de</strong>l <strong>de</strong> los jóvenes enamorados y comparte en cierto<br />

modo su júbilo. También conoce la filosofía <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperación <strong>de</strong>l “ghetto” y la soledad<br />

<strong>de</strong> los que sufren sin remedio, y la campana n<strong>un</strong>ca dobla sin que, <strong>de</strong> alg<strong>un</strong>a extraña manera,<br />

doble también por él.<br />

“Crea en mí, oh Dios, <strong>un</strong> corazón atento”, reza el salmista.<br />

Lo contrario a esta apertura es <strong>un</strong>a especie <strong>de</strong> actitud <strong>de</strong>fensiva <strong>de</strong>l que oye<br />

únicamente lo que quiere oir y ve exclusivamente lo que quiere ver, conforme a su manera<br />

<strong>de</strong> ser y a sus pre-juicios. La persona <strong>de</strong>fensiva no pue<strong>de</strong> crecer como es <strong>de</strong>bido porque su<br />

m<strong>un</strong>do no es mayor que ella y su horizonte es <strong>un</strong> círculo cerrado.<br />

La “exterioridad” tiene su máxima expresión en la capacidad <strong>de</strong> “dar amor libremente”.<br />

El Dr. Karl Stern, <strong>un</strong> psiquiatra prof<strong>un</strong>damente intuitivo, ha afirmado que la evolución <strong>de</strong>l<br />

crecimiento humano es <strong>un</strong>a evolución que va, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>un</strong>a necesidad absoluta <strong>de</strong> ser amado<br />

(infancia), hasta <strong>un</strong>a plena disponibilidad a dar amor (madurez), pasando por todo tipo <strong>de</strong><br />

fases intermedias. Decía el Dr. Stern: “En nuestro estado primario <strong>de</strong> <strong>un</strong>ión (al comienzo<br />

<strong>de</strong> nuestro crecimiento como personas) somos egoístas (y no empleo este término,<br />

naturalmente, en su habitual sentido moral). El yo infantil todavía es id (término freudiano<br />

<strong>para</strong> referirse a nuestros impulsos y ambiciones) y aún no se ha diferenciado <strong>de</strong>l ego (que,<br />

en el sistema freudiano, es lo que adapta y armoniza los impulsos <strong>personal</strong>es con la<br />

realidad); el id <strong>de</strong>l yo infantil lo inva<strong>de</strong> todo y no tiene verda<strong>de</strong>ra conciencia <strong>de</strong> sus propios<br />

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