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la buena predicación gleen conjurske - Centro de Avivamiento ...

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(*) “An Earnest Ministry the Want of Times”, Pag. 267<br />

(**) “Lectures on Revivals of Religion”, Pag. 111<br />

(***) ibid., Pag. 443<br />

rabinos cultos, pero no preparan hombres <strong>de</strong> Dios. Dios, por lo general, no hace Su <strong>la</strong>bor a través <strong>de</strong><br />

escribas y rabinos, sino a través <strong>de</strong> profetas. Y Dios no hace profetas en escue<strong>la</strong>s <strong>de</strong> hombres, sino en el<br />

<strong>de</strong>sierto. Juan el Bautista “…estuvo en lugares <strong>de</strong>siertos hasta el día <strong>de</strong> su manifestación a Israel”. (Lucas<br />

1:80). Moisés, aunque docto en toda <strong>la</strong> sabiduría <strong>de</strong> los Egipcios, aunque hombre po<strong>de</strong>roso en pa<strong>la</strong>bra y<br />

hecho, y aunque recibió el l<strong>la</strong>mado <strong>de</strong> Dios para Su obra, tuvo que ir al <strong>la</strong>do obscuro <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto por<br />

cuarenta años; <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> lo cual surgió, como Juan el Bautista, como un profeta <strong>de</strong> Dios. ESTA ES LA<br />

GRAN NECESIDAD DE LA IGLESIA DE HOY EN DIA. No queremos reverendos ni doctores, sino<br />

PROFETAS. No queremos <strong>la</strong> sabiduría <strong>de</strong>l hombre sino el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios. No queremos hombres<br />

equipados con el armamento carnal <strong>de</strong> <strong>la</strong> retórica y <strong>la</strong> elocuencia, sino hombres po<strong>de</strong>rosos a través <strong>de</strong> Dios<br />

para abatir fortalezas. No queremos hombres educados en <strong>la</strong> “sabiduría <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras” y <strong>la</strong> “excelencia <strong>de</strong>l<br />

lenguaje” sino hombres que hablen con lenguas <strong>de</strong> fuego. Y todas <strong>la</strong>s escue<strong>la</strong>s ministeriales en el mundo no<br />

pue<strong>de</strong>n hacerlo. Si pudieran, los tendríamos en abundancia.<br />

¿Qué hizo a los primeros predicadores Metodistas tener ese po<strong>de</strong>r para Dios? La gran mayoría fueron,<br />

como los apóstoles, “hombres ignorantes e indoctos”. No tenían escue<strong>la</strong>s ministeriales.<br />

Peter Cartwright dice, “Supongamos ahora, que el Sr. Wesley, tuviera que haberse visto obligado a esperar<br />

un equipo <strong>de</strong> predicadores bien entrenados literaria y teológicamente antes <strong>de</strong> empezar <strong>la</strong> gloriosa <strong>la</strong>bor <strong>de</strong><br />

su tiempo, ¿qué hubiera sido <strong>de</strong>l Metodismo durante <strong>la</strong> etapa <strong>de</strong> trabajo <strong>de</strong>l Sr. Wesley? Supongamos que <strong>la</strong><br />

Iglesia Metodista Episcopal en <strong>la</strong> actualidad <strong>de</strong> los Estados Unidos hubiera estado bajo <strong>la</strong> necesidad <strong>de</strong><br />

esperar hombres con estas características, ¿cuál hubiera sido su condición hoy en día? A pesar <strong>de</strong> todos los<br />

prejuicios <strong>de</strong> John Wesley, provi<strong>de</strong>ncialmente, él vio que para lograr <strong>la</strong> gloriosa <strong>la</strong>bor para <strong>la</strong> que Dios le<br />

había levantado, <strong>de</strong>bía ce<strong>de</strong>r a <strong>la</strong> sabiduría superior <strong>de</strong> Jehová y enviar a sus ‘predicadores’ a <strong>de</strong>spertar un<br />

mundo adormi<strong>la</strong>do. Si el Obispo Asbury hubiera esperado para tener esta elección <strong>de</strong> equipo <strong>de</strong><br />

predicadores, <strong>la</strong> incredulidad hubiera barrido a través <strong>de</strong> Estados Unidos <strong>de</strong> <strong>la</strong>do a <strong>la</strong>do”. (*).<br />

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(*) “Autobiography of Peter Cartwright”, editado por W.P. Strick<strong>la</strong>nd; Cincinnati: Cranston and Curtis,<br />

n.d. Pags. 78-79<br />

Acerca <strong>de</strong>l Metodismo Americano él dice, “En cerca <strong>de</strong> sesenta, años, más <strong>de</strong> un millón <strong>de</strong> miembros han<br />

sido levantados y se han unido a <strong>la</strong> comunidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia Metodista Episcopal; y esto también, por un<br />

cuerpo <strong>de</strong> ministros indoctos. Quizá, entre los miles <strong>de</strong> predicadores viajeros y locales, empleados y<br />

comprometidos en este glorioso trabajo <strong>de</strong> salvar almas, y edificar <strong>la</strong> Iglesia Metodista, no había cincuenta<br />

hombres que tuvieran más <strong>de</strong> una educación elemental <strong>de</strong> inglés, y otros tantos ni eso; y ninguno había sido<br />

entrenado en una escue<strong>la</strong> teológica o un instituto bíblico”. (*).<br />

Había cientos <strong>de</strong> estos predicadores Metodistas pioneros, que ya han sido olvidados. Ellos eran hombres<br />

“ignorantes e iletrados” que no <strong>de</strong>jaron nada escrito, que no tuvieron biógrafos. Pero mientras vivieron,<br />

llevaron el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios y el fuego <strong>de</strong>l avivamiento a don<strong>de</strong> quiera que iban. De uno <strong>de</strong> ellos nos dicen,<br />

“Él era <strong>la</strong> personificación viva <strong>de</strong> su tema, y con el alma en fuego <strong>de</strong>rramaba <strong>la</strong> verdad viva hasta que cada<br />

corazón era tocado. Frecuentemente hemos visto cientos abrumados por su elocuencia apasionada, como<br />

los árboles <strong>de</strong>l bosque bajo una tormenta. Y era irresistible. Cubre <strong>de</strong> acero tu corazón a más no po<strong>de</strong>r;<br />

l<strong>la</strong>ma toda tu filosofía y estoicismo, temp<strong>la</strong> tu alma con <strong>la</strong> insensibilidad y resistencia <strong>de</strong>l acero, rodéa<strong>la</strong> con<br />

una mural<strong>la</strong> <strong>de</strong> los prejuicios más fuertes; el relámpago <strong>de</strong> su elocuencia, acompañada por el tono profundo<br />

y tremendamente sublime trueno <strong>de</strong> sus pa<strong>la</strong>bras, saliendo como fuego <strong>de</strong> su alma, <strong>de</strong>rretirá tu dureza y<br />

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