la buena predicación gleen conjurske - Centro de Avivamiento ...
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Cuando Elías iba a ser arrebatado, los hijos <strong>de</strong> los profetas tenían los mismos conocimientos que Eliseo,<br />
sólo que ellos los tenían en <strong>la</strong> mente y Eliseo en el corazón. Todos ellos podían <strong>de</strong>cirle a Eliseo, “¿Sabes<br />
que Jehová te quitará hoy a tu señor <strong>de</strong> sobre <strong>de</strong> ti?” (2 Reyes 2:3). Pero lo que ellos sabían no surtió<br />
ningún efecto en ellos. Ellos sabían que el gran profeta sería arrebatado ese día, pero no les importaba. No<br />
les importaba lo suficiente como para seguir a Elías y ver lo que pasaría. Era completamente diferente con<br />
Eliseo. El tenía solo una pa<strong>la</strong>bra en su boca: “…Vive Jehová, y vive tu alma, que no te <strong>de</strong>jaré…” (2 Reyes<br />
2:2). El no sabía más que los hijos <strong>de</strong> los profetas, pero le importaba más. Ellos tenían <strong>la</strong> verdad en sus<br />
cabezas, Eliseo en su corazón. Ellos eran estudiantes <strong>de</strong> teología; Eliseo era profeta.<br />
Pero hab<strong>la</strong>ndo como lo hemos hecho sobre educación magisterial, no queremos <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> ninguna manera<br />
que aprobamos o toleramos <strong>la</strong> ignorancia. Valoramos el conocimiento, siempre que sea el conocimiento<br />
correcto, sostenida <strong>de</strong> una manera correcta. No es nuestra intención consi<strong>de</strong>rar que una mente llena <strong>de</strong><br />
psicología, retórica y <strong>de</strong> “artes y ciencias” tiene poco valor. Pero consi<strong>de</strong>ramos que un corazón lleno <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />
cosas <strong>de</strong> Dios es <strong>de</strong> mas gran<strong>de</strong> valor e importancia. Y <strong>la</strong>s escue<strong>la</strong>s no pue<strong>de</strong>n proporcionarlo. Quizá<br />
podríamos obtener a <strong>la</strong> letra <strong>la</strong>s Escrituras al asistir a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>. Pero obtener el espíritu y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s<br />
en el corazón es otra cosa. Y esto es lo que queremos <strong>de</strong>cir con un corazón lleno.<br />
Hemos visto como un hombre pue<strong>de</strong> ser muy útil si es intenso y ferviente, aunque esté muy limitado en el<br />
conocimiento. Y esto es verdad, pero tiene sus limitaciones. Escribiendo (en 1860) <strong>de</strong>l gran <strong>de</strong>spertar que<br />
barrió toda Ir<strong>la</strong>nda en 1859, C. H. Mckintosh dice, “Al principio <strong>de</strong> este movimiento, observamos una c<strong>la</strong>se<br />
<strong>de</strong> hombres que tomaron un lugar prominente en el trabajo, hombres intensos sin duda, quienes habiendo<br />
sido convertidos a Cristo recientemente y siendo llenos con un profundo sentido <strong>de</strong>l valor <strong>de</strong>l alma inmortal,<br />
anhe<strong>la</strong>ban imprimir en otros uno o dos puntos <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad que ellos habían adquirido. Estos hombres,<br />
cualquier cosa que hayan sido, y que seguramente fueron, usados por Dios, no han probado ser instrumentos<br />
eficientes para <strong>la</strong> importante obra <strong>de</strong> edificar almas. Llenaban un lugar en un instante cuando el Espíritu <strong>de</strong><br />
Dios estaba <strong>de</strong>rribando; pero no estaban disponibles cuando estaba edificando”. (*). Uno <strong>de</strong> esos hombres<br />
fue Pablo al momento <strong>de</strong> su conversión. Inmediatamente predicó con po<strong>de</strong>r para confusión <strong>de</strong> los Judíos.<br />
Sin embargo su <strong>predicación</strong> <strong>de</strong>bió ser muy limitada en su alcance, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esto, pasó por una etapa<br />
obscura en Arabia y en Tarso, para surgir otra vez, años <strong>de</strong>spués con un corazón lleno y en posesión <strong>de</strong><br />
“abundancia <strong>de</strong> reve<strong>la</strong>ciones”.<br />
“…Porque <strong>de</strong> <strong>la</strong> abundancia <strong>de</strong>l corazón hab<strong>la</strong> <strong>la</strong> boca. El hombre bueno, <strong>de</strong>l buen tesoro <strong>de</strong>l corazón saca<br />
<strong>buena</strong>s cosas…” (Mateo 12:34-35). Aquí está <strong>la</strong> primera razón <strong>de</strong>l éxito y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s<br />
predicadores <strong>de</strong>l pasado. Ellos tenían corazones llenos y <strong>de</strong> esa llenura sus bocas hab<strong>la</strong>ban. Ellos no se<br />
sentaban con “comentarios <strong>de</strong> púlpito” y con libros <strong>de</strong> bocetos e ilustraciones <strong>de</strong> sermones para preparar por<br />
escrito un sermón y llevarlo al púlpito. No había necesidad <strong>de</strong> esto, porque “...<strong>de</strong> su interior corrían ríos <strong>de</strong><br />
agua viva” (Juan 7:38). Sus corazones estaban llenos y era imposible que ellos se pararan ante <strong>la</strong><br />
congregación <strong>de</strong> pecadores moribundos, y estar in<strong>de</strong>cisos sobre lo que iban a <strong>de</strong>cir. De esto Juan Newton<br />
dice, “Creo, mi querido amigo, que si nuestras mentes se impresionaran realmente con todos los tópicos <strong>de</strong>l<br />
evangelio, sería difícil estudiar un sermón. Si yo estuviera seguro que tanto yo como el auditorio completo<br />
fuéramos a morir y presentarnos ante Dios en el momento <strong>de</strong> terminar mi sermón, qué poco me<br />
preocuparían los <strong>de</strong>talles pequeños <strong>de</strong> arreglo y estilo. Mi corazón enseñaría a mi boca, mis pensamientos<br />
serían <strong>de</strong> peso, muy gran<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> hecho para expresarlos totalmente; y sería probable que encontrara <strong>la</strong>s<br />
mejores pa<strong>la</strong>bras que yo domino, listas para usarse”. (**). A<strong>de</strong>más él testifica, “Y hasta don<strong>de</strong> me puedo<br />
juzgar, rara vez tengo mayor éxito que cuando me obligan a hab<strong>la</strong>r sin tan siquiera cinco minutos <strong>de</strong><br />
preparación; Algunas veces sin<br />
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(*) “Things New and Old”, editado por C.H. Mckintosh. Londres: G. Morrish, Vol. III, 1860, Pags. 167-<br />
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