la buena predicación gleen conjurske - Centro de Avivamiento ...
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po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad. Sobre los sermones <strong>de</strong> Whitefield, Cornelius Winter<br />
_____________________________________________________________<br />
(*) ibid., Pags. 183-184<br />
(**) “The Revivals of the Eighteenth Century Particu<strong>la</strong>rly at Cambus<strong>la</strong>ng”, por D. McFar<strong>la</strong>n; Londres y<br />
Edimburgo: John Johnstone, n.d., Pag. 124.<br />
(***) “Life of Whitefield”, por Tyerman, Vol. II, Pag. 393<br />
escribe, “Aunque he perdido mucho <strong>de</strong>l contenido <strong>de</strong> sus sermones, aún conservo su sabor” (*).<br />
Peter Cartwright cuenta una cosa simi<strong>la</strong>r sobre <strong>la</strong> <strong>predicación</strong> <strong>de</strong> Henry Bascom, “a <strong>la</strong> que”, él dice, “me<br />
rendí como a un sueño ameno. Un amigo sentado <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> mí, exc<strong>la</strong>maba <strong>de</strong> tiempo en tiempo ‘¡Ay, temo<br />
que ya vaya a terminar!’ Lo raro es que mientras recuerdo ese sermón como maravilloso, sin embargo, no<br />
puedo traer a mi mente nada <strong>de</strong>l mismo. Un amigo que me dijo ‘Me extrajo el alma y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> agitar<strong>la</strong><br />
bien, <strong>la</strong> colocó <strong>de</strong> nuevo a<strong>de</strong>ntro, sin darme ninguna nueva i<strong>de</strong>a’, parece haber tenido una experiencia<br />
simi<strong>la</strong>r” (**). Aquí, po<strong>de</strong>mos suponer que fue una <strong>buena</strong> <strong>predicación</strong>, aunque por un <strong>la</strong>do, ninguna verdad<br />
nueva se comunicó, por el otro, el contenido <strong>de</strong>l sermón entero se olvidó. Pero su sabor no fue olvidado,<br />
porque se fundió <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l corazón.<br />
Otro ejemplo sobre esto mismo se encuentra en el efecto que surtió sobre D. L. Moody <strong>la</strong> <strong>predicación</strong> <strong>de</strong><br />
Henry Moorhouse. Moorhouse era un hombre iletrado, que no sabía nada sobre homilética o retórica, pero<br />
que predicaba <strong>de</strong> un corazón lleno y ardiente. Él fue a <strong>la</strong> iglesia <strong>de</strong> Moody en Chicago y predicó siete<br />
noches seguidas sobre Juan 3:16. Moody estuvo ausente <strong>la</strong>s dos primeras noches. Cuando regresó preguntó<br />
a su esposa acerca <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>predicación</strong> <strong>de</strong> Moorhouse: “el<strong>la</strong> dice, ‘Creo que te va a caer bien, aunque él<br />
predica un poco diferente a como tú lo haces’. ‘¿Cómo es eso?’ ‘Bueno, él dice que Dios ama a los<br />
pecadores’ ‘Bueno’, ‘dije yo’, ‘Él está equivocado’. El<strong>la</strong> me contestó, ‘Creo que vas a estar <strong>de</strong> acuerdo con<br />
él cuando lo escuches, porque él respalda todo lo que dice con <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios. Tu piensas que si un<br />
hombre no predica como tú, está equivocado’. Fui esa noche a <strong>la</strong> iglesia y me di cuenta que todos llevaban<br />
su Biblia. ‘Ahora’, dijo, ‘mis amigos, vamos al capítulo tres <strong>de</strong> Juan, versículo diez y seis’. Él predicó el<br />
sermón más extraordinario basado en el versículo diez y seis’. No dividió su tema en ‘segundo’, ‘tercero’ y<br />
‘cuarto’ – tomó el texto completo y luego se fue a través <strong>de</strong> toda <strong>la</strong> Biblia, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Génesis hasta Apocalípsis,<br />
<strong>de</strong>mostrando que en todos los tiempos Dios amó al mundo; que Él mandó profetas, patriarcas y hombres<br />
santos para advertirnos y envió a Su Hijo, y <strong>de</strong>spués que lo mataron, El envió al Espíritu Santo. Nunca<br />
había comprendido cabalmente, hasta ese<br />
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(*) “Memoirs of Whitefield” por Gillies, Pag. 285<br />
(**) “Fifty Years as a Presiding El<strong>de</strong>r”, por Peter Cartwright, editado por W. S. Hooper; Cincinnati:<br />
Hitchcock y Wal<strong>de</strong>n, n.d., Pag. 232.<br />
momento que Dios nos amara tanto. Este corazón mío empezó a <strong>de</strong>rretirse, y no pu<strong>de</strong> contener <strong>la</strong>s<br />
lágrimas”. (*).<br />
Sigue contando Moody <strong>de</strong> como Moorhouse parecía tocar cada noche sucesivamente, <strong>la</strong>s fibras más<br />
sensibles, predicando <strong>de</strong>l mismo modo, <strong>de</strong>l mismo texto, hasta que el amor <strong>de</strong> Dios se convertía en una<br />
realidad viva para sus oyentes. Ahora ya sea que Moody recordara a <strong>la</strong> letra estos sermones o no, es<br />
irrelevante. El sabor <strong>de</strong> éstos nunca se aparto <strong>de</strong> él. Estaba fundido en su corazón. Fue impulsado con un<br />
nuevo mensaje con el que <strong>de</strong>bía a atraer y fundir los corazones <strong>de</strong> miles <strong>de</strong> personas. Y todo esto se llevo<br />
acabo sin arreglos homiléticos, ni sermones preparados. Salieron <strong>de</strong> un corazón ardiente. ¿Cuándo abrirán<br />
sus ojos los predicadores <strong>de</strong> hoy en día a <strong>la</strong> importancia <strong>de</strong> estos hechos sencillos?<br />
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