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JORGE LUIS BORGES & ADOLFO BIOY CASARES - Lengua ...

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Los cuervos afirman que un solo cuervo podría destruir los cielos. Indudablemente, así es, pero el hecho no<br />

prueba nada contra los cielos, porque los cielos no significan otra cosa que la imposibilidad de cuervos.<br />

Franz Kafka, Reflexiones sobre el pecado, el dolor, la esperanza y el verdadero camino (1917-1919).<br />

EL INFIERNO<br />

El infierno es atacable sobre todo por su infame injusticia. Todas nuestras palabras indignadas y<br />

lamentables, toda nuestra exaltación de rebeldes las merece el infierno sin entrar en más pormenores. Hasta<br />

suponiendo su existencia, siendo unos verdaderos creyentes, le debemos todas nuestras abominaciones y<br />

bien merece que seamos ante tan cruel abuso de autoridad los nobles mártires, unos mártires por toda la<br />

eternidad. Nuestros escaños están en el infierno frente al deplorable cielo lleno de gentes insoportables, de<br />

cortesanos repugnantes, agrupados en reuniones como esas a las que no asistimos, todos chabacanos,<br />

pequeños, mezquinos, ruines, innobles, cantando con voz de falsete villancicos zalameros.<br />

La alta poesía y las palabras originales se podrán pronunciar en el infierno. Por no tener que dudar, por no<br />

flaquear, debemos creer en el infierno, pero debemos decidirnos por él por no claudicar, por no rebajarnos,<br />

por ser fieles a nuestro corazón generoso y no transigir con el cruel tirano.<br />

Se puede creer o no creer con tal de que no procedan leyes austeras del creer. Se puede creer en un Dios,<br />

pero en un Dios que deje en completa libertad, en libertad hasta de cometer el crimen. Al crimen sólo se<br />

opone el buen instinto de conservación que es sustancia de la vida. No hay que deducir de Dios nada<br />

acerbo, limitador o tiránico. Sólo así podríamos abundar en la creencia en Dios, sin creer. Sería algo que no<br />

habría por qué no creer.<br />

Había que enseñar a los creyentes el concepto de Dios, porque resulta que nadie quiere ni cree en Dios,<br />

hasta el extremo a que hay que llegar, porque a los creyentes, la idea del infierno les ha cortado el ombligo<br />

de la imaginación.<br />

No hay ningún creyente que llegue, por amor a Dios, a los límites que debería llegar. Nadie llega a las<br />

elevaciones que están más allá de las monotonías de las oraciones. Nadie ve a Dios inventándolo todo,<br />

nadie, al leer una bella poesía, cree que la ha escrito Dios como debiera creerlo, olvidando el nombre del<br />

autor. Había que sutilizar mucho más y llevar a las últimas consecuencias esa idea.<br />

Por el contrario se achacan demasiadas cosas al diablo, y son cosas que indudablemente ha hecho Dios.<br />

¡Pobres de los que han inventado la idea del diablo! Qué paliza les dará probablemente Dios! ¡Oh, esa<br />

religión cristiana que sólo ha sido creada para amortiguar el hambre material de los hombres, para acallarla,<br />

para engañarla, para burlarse sarcásticamente de esa hambre! Para los que no se callen su hambre se ha<br />

inventado, sobre todo, el infierno.<br />

Ramón Gómez de la Serna, Muestrario (1918).<br />

LA PROMESA DEL REDENTOR<br />

¡Qué cuadro, mi querido Teófito! ¿Podéis contemplarlo sin temblar? Sin embargo, nada es más cierto: es<br />

Jesucristo quien ha pintado estos horribles tormentos que esperan a los réprobos. Sería acusar de mentira a<br />

la Verdad misma, sospechar que hay alguna exageración en esas descripciones tan claras y precisas que<br />

nada puede oscurecer. Es él quien pronunció contra los réprobos esta formidable sentencia: «Alejaos de mí,<br />

malditos, id al fuego eterno, que ha sido preparado para el Diablo y para sus Angeles.» Es El quien nos<br />

habla de las lágrimas infructuosas y del inútil rechinar de los dientes de los condenados. Es él quien pone<br />

entre Lázaro y el rico un abismo infranqueable, y quien hace que Abraham niegue, a ese infeliz sumido en<br />

las llamas, una gota de agua. Es él quien promete que el fuego del Infierno no se apagará y que el gusano<br />

que roe a los condenados no morirá nunca.<br />

Lhomond, Doctrine Chrétienne en forme de lectures de piété a l'usage de maisons d'education et des<br />

families chrétiennes (1801).<br />

INFIERNOS MUSULMANES<br />

Alá fundó un Infierno de siete pisos, cada uno encima del otro, y cada uno a una distancia de mil años del<br />

otro. El primero se Ilama Yahannam, y está destinado al castigo de los musulmanes que han muerto sin<br />

arrepentirse de sus pecados; el segundo se llama Laza, y está destinadn al castigo de los infieles; el tercero<br />

se Ilama Yahim, y está destinado a Gog y a Magog; el cuarto se llama Sa'ir, y está destinado a las huestes<br />

de Iblis; el quinto se llama Sakar, y está preparado para quienes descuidan las oraciones; el sexto se ilama

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