JORGE LUIS BORGES & ADOLFO BIOY CASARES - Lengua ...
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alegrías serán olvidadas y despreciadas por los santos y los mártires, a quienes espera la beatitud de la<br />
visión divina.<br />
Gibbon, Decline and Fall of the Roman Empire L. (1776).<br />
CIELO CONCRETO<br />
Y en retribución de su paciencia les dará Dios el jardín, y vestidos de seda.<br />
Se recostarán en él sobre las camas matrimoniales, no verán el sol, ni la luna.<br />
Los árboles los convidarán con su sombra, y les ofrecerán sus frutos en abundancia.<br />
Les servirán con vasos de plata, y tazas sin asa, que serán como las copas de vidrio.<br />
En copas de vidrio guarnecido de plata les servirán a medida de su deseo;<br />
Y beberán del cáliz del vino mezclado con el agua de Zangebil;<br />
Fuente del Paraíso, que se llama Salsabil.<br />
Correrán alrededor, cerca de ellos, los mozos, que siempre estarán en la flor de su edad: cuando los veas,<br />
te parecerán perlas.<br />
¡Ah! cuando esto veas conocerás la región de las delicias.<br />
¡Un Reino grande! Ellos serán revestidos de seda verde muy sutil, y fuerte, y adornados de brazaletes de<br />
plata. Su Señor les dará las bebidas más puras.<br />
Todo esto se os dará en recompensa y vuestros cuidados serán agradecidos.<br />
El Corán, sura LXXVI: El hombre.<br />
PROMESAS<br />
En el mundo celeste dispondrá de un ejército de mujeres y ni el fuego consumirá su miembro.<br />
Atharva-Veda, IV, 34, 2.<br />
TRES CIELOS<br />
Rico en aguas es el cielo de abajo; rico en mirtos es el cielo del medio; el tercero es el cielo supremo, donde<br />
reposan los padres.<br />
Atharva-Veda, XVIII, 2, 48.<br />
CIELO EGIPCIO<br />
En el cielo tres etapas aguardan a las almas. Los campos de Ialú, afortunado país donde las cosechas de<br />
siete codos de alto premian el trabajo de los difuntos; Los campos de las ofrendas, donde la mesa está<br />
siempre tendida y las recompensas inagotables se alcanzan sin trabajo ni esfuerzo; el Duait, a donde el<br />
muerto penetra en la barca del sol.<br />
Los campos de Ialú son la campiña egipcia trasladada al Cielo; la felicidad que deparan sólo se distingue de<br />
la vida en la tumba por la proximidad de las estrellas y por la compañía de los dioses. Pero los campos de<br />
las ofrendas son un país de milagros, y en el Paraíso de Duait abundan por igual los misterios, los espantos<br />
y las dichas celestes. Así partiendo del sólido Paraíso terrenal, el alma, en ansiosa busca de destinos,<br />
progresa en una región donde aumentan, con la dicha, los temores.<br />
A. Moret, Rois et Dieux d'Egipte (1916).<br />
UN FALSO CIELO DONDE TODO PARECE PERDIDO<br />
Un mono de piedra, el cerdo pecador, el delfín del desierto y el caballo que antes era dragón atravesaron<br />
una colina y vieron un templo, en cuyo pórtico estaba escrito Lui Yin Sze (Templo del Trueno), que según el<br />
caballo era la morada de un venerado santo budista. `Kwan-yin habita en el Océano del Sur, Pu Hien, en la<br />
montaña de Omei, Wen Shu Pusa en Wutai; no sé quién vive aquí. Entremos.» Pero el mono dijo: «No se<br />
llama el Templo del Trueno, sino el Pequeño Templo del Trueno. Entiendo que más vale no entrar.» Pero el<br />
caballo insistió. El mono dijo: «Está bien, pero después no me eches la culpa.»<br />
Entraron. Vieron la imagen de Julai, con ochocientos ángeles, además de los cuatro Querubines, ocho<br />
Boddhisatvas y de innumerables discípulos. Estas imágenes llenaron de reverencia al caballo, al cerdo y al<br />
delfín, que se arrodillaron para venerarlas; pero el mono seguía indiferente. Entonces una fuerte voz